Wiccan Boy ~yoontae~

Capítulo 7

Bien, solamente estoy caminando, he cruzado la calle y él va más en frente de mí, pero esto está medio aluzado; vamos por el mismo sendero.

Sí voltea hacia atrás estoy muerto.

Él ha pasado por la casa de su amigo pero no se dirige hacia ella sino que sigue caminando.

No se cuanto he caminado, hemos pasado por varias cuadras y él no ha volteado en ningún momento, no puedo creer mi suerte. Enserio.

Él se detiene en una casa de dos pisos, no alcanzo a distinguir bien el color, quizás sea crema o algo así, saca sus llaves de su bolsillo y las inserta en la cerradura, entonces antes de que pueda voltear me escondo en algún lugar, es una ventaja para mí que sea de noche.

Yoongi voltea hacia todos lados antes de entrar, incluso pude sentir su mirada desde donde me encuentro pero obviamente no me vio. Él ha entrado.

Entonces salgo del lugar del cual estaba escondido.

Así que ahí vive el vampiro.

Que demonios, ¿por qué rayos estoy aquí?

Entonces me dio la vuelta, y camino un poco, a paso muy lento. Meto las manos en mis bolsillos y algo cabizbajo me pongo a pensar soltando el aire de mis pulmones.

Pero por algún motivo me siento observado.

Rápidamente despejo mi mente de eso.

De repente mi sangre se drena cuando siento unas manos por detrás de mi espalda jalando hacia atrás la tela de mi sudadera.

Mi corazón late con fuerza y cuando me giro veo aquellos ojos rasgados delineados envueltos es cólera, es Yoongi.

Mi respiración se va, es como si por segundos se me olvidara como hacerlo.

No puedo pasar el nudo formado en mi garganta.

Simplemente no puedo reaccionar, comienzo a temblar, el pánico me asalta una y otra vez.

Y cuando menos lo espero el puño de Yoongi se estampa terriblemente fuerte en mi mejilla haciéndome caer al suelo, estoy totalmente aturdido, todo me da vueltas y la oscuridad mezclada con la tenue luz naranjosa es todo lo que puedo ver, comienzo a sentir la sangre en mi labio.

—¿Con qué no me acosas, eh? —dice y me da una fuerte patada en el estomago mientras estoy en el suelo—. ¡Anda, ponte de pie!

Él se agacha un poco y me toma por la sudadera, es muchísimo más fuerte de lo que parece a pesar de ser más bajo de estatura que yo.

Me hace levantarme.

Y me obliga a mirarlo, su mano izquierda oprime la tela de la parte del cuello de mi sudadera atrayéndome hacia él y con su mano derecha me sostiene el rostro haciéndome verlo, siento la fuerza ejercida en su mano en esa zona de mi mandíbula como si me la quisiera romper.

—¿Por qué no te defiendes, estúpido? —masculla.

Su mirada está puesta fija en la mía.

—L-lo siento... —susurro como puedo, haciéndome falta el aire.

—¿Lo sientes? Voy a meterte una verdadera joda para que de verdad te arrepientas, hijo de puta.

—Yo nunca te acosé, quería saber sobre tu religión y sobre por qué ibas cada once días a ese lugar, sólo eso...te vi hace momentos y no sé por qué mierda se me ocurrió seguir tus pasos, me lo merezco, lo sé.