Pray for...

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Su entierro fue breve. Asistimos pocos para no llamar la atención. Todos me dieron el pésame con un nudo en la garganta; hasta que en medio de la ceremonia me desmayé. Noté a mis párpados desfallecer, queriendo sumirme en un sueño profundo como el de Elise. Un líquido caliente y viscoso se deslizaba con rapidez por mis muslos.

Marshall, que antes me sostenía de la cintura, se había ido a hablar con Dre, uno de los pocos invitados de la ceremonia. Mi vista se volvió borrosa. Ya casi no podía ver el nombre Elise Mitman escrito sobre la lápida de mármol.

Antes de que mi cabeza chocara contra el césped marchito, un grito retumbó en mis oídos:

-¡Neel!

¿Marshall? Sí era él.

-¿Pero qué... sangre? Ambulancia... -escuché por último antes de desfallecer completamente.

Tras aquello, todas las mañanas me levantaba maldiciendo a las luces fluorescentes de mi habitación en el hospital.

Ya habían pasado dos días desde que me ingresaron en esta gran caja blanca.

Legrado. Es aquello que me habían realizado tras perder al bebé el día del entierro. Supongo que el disgusto y otros factores fueron los culpables. Marshall nunca supo de mi embarazo. Iba a ser una sorpresa. Pero pasó lo que pasó, y... ahora estoy aquí; sin ganas de hablar con nadie y evitando a todo es mundo que lo intentaba.

Vino a verme todos los días. Se quedaba sentado a mi lado durante horas. En el fondo se sentía culpable sin motivo. En vez de huir como hubiera hecho cualquier otro, él decidió quedarse tras saber que el cáncer había vuelto. Lo recuerdo perfectamente. Le estuvo gritando al médico por no haberse percatado antes. Por no ver que el cáncer se había extendido desde el cerebro hacia el torrente sanguíneo, provocando que una vez más me encontrara al borde de la muerte.

En aquella pequeña habitación, Marshall descubrió que mi anillo de compromiso estaba sobre la mesilla, al lado de la bandeja de comida que yo me negaba a comer.

-La enfermera ha dicho que tienes que comer. No has probado bocado.

-... -suspiró.

-¿Cuánto tiempo vas a seguir ignorándome? Soy yo el que tiene motivos para enfadarse. Me ocultaste lo del bebé durante 4 meses. Él también era mi hijo ¿sabes?

-...

-Hazme el favor y come algo. Esto no tiene por qué ir a peor.

Después de decir esto, cogió la bandeja y trató de obligarme a comer. Yo aparté la bandeja de un empujón y cayó al suelo, esparciendo toda la comida por las baldosas moteadas.

-¡Déjame en paz! ¡Márchate! ¡Solo quiero a mi hija!

Una enfermera entró apresuradamente es la habitación con una dosis de tranquilizante.

-Señor Mathers debo de pedirle que se vaya. Le avisaremos cuando se haya calmado -la mujer se acercó y me inyectó la dosis. Entonces mis pulsaciones se ralentizaron, y al cabo de unos minutos me había dormido.

La enfermera acompañó a Marshall fuera de la habitación.

-Debo de informarle de que el estado de la señorita Vashti no es estable. He tenido muchos pacientes como ella; y el tiempo es la clave. Al principio se mostrará arisca con todos, pero finalmente agradecerá que estuviera a su lado.

Marshall se tapó la boca con la mano, angustiado. Comenzaron a sudarle las manos, e iba de un lado para otro dando pasos cortos.

-¿Y cuánto tiempo tendrá que pasar?

-Nadie puede saberlo. Cada persona es diferente. Podrían pasar semanas, meses, e incluso años hasta que vuelva a entablar una conversación -la enfermera estudió su expresión facial-. Señor Mathers, debe de tener paciencia. Por el bien de los dos.

Después de eso, Marshall salió del hospital. ¿Sería para anunciar definitivamente su retirada?

Bullshit · EminemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora