Su imagen se reflejaba en el espejo. Primero se miraba a los ojos con seguridad, luego dirigió la mirada hacia el pañuelo que cubría la parte superior de su cabeza, a la cual no le quedaba ni un solo pelo debido a la quimioterapia. Después bajó la mirada hasta ver una sudadera desaliñada, y unos vaqueros desgastados que vestía en ese momento.
Se despegó del espejo y miró al armario. Volvió a mirar su vestimenta. Suspiró.
-Que le den. Voy perfecta -dijo para sí en voz alta.
Mackenzy había estado chateando los últimos meses con un hombre al que todavía no ha visto en persona. Debía de estar nerviosa, pero por algún extraño motivo no lo estaba.
Respiró hondo y salió del apartamento para encontrarse con su cita en una de las cafeterías de Detroit.
Una vez que llegó allí, entró haciendo sonar la campanita que había en la parte superior de la puerta. Miró a su alrededor: habían familias, parejas, y aprendices de escritoras que escribían cualquier idea que se les ocurría en su portátil, mientras bebían una taza de café. Finalmente pudo localizarle aunque no le fue fácil, ya que estaba de espaldas a la entrada, y portaba una gorra que cubría su cabellera castaña. Se acercó.
-¿Hola? ¿Eres...? -miró con más detalle al hombre-. ¿¡Marshall!?
-¿Kenz? ¿Qué haces aquí? -se levantó.
-Creo que... Eres mi cita.
-Oh mierda -ella abrió los ojos.
-¿Mierda? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
-Lo que pretendía decir era que ya que estamos aquí, y he sacado un hueco de mi agenda, podríamos... hablar.
-Me parece bien.
Los dos se sentaron uno en frente del otro, y dieron pie a una conversación que duró toda la mañana y gran parte de la tarde. Salieron del establecimiento por la noche, riéndose. De alguna forma, ella sentía una plena confianza en Marshall. Estar a su lado simplemente le hacía recobrar la esperanza en que todo saldría bien.
-¿Te cuento un secreto?
-¿Debería asustarme?
-Depende -hizo una breve pausa-. Pues resulta que cuando era adolescente las paredes de mi cuarto estaban repletas con fotografías tuyas.
-Venga ya.
-Lo que oyes. Las sacaba siempre que asistía a alguna de tus peleas de gallos o te veía por la calle.
-Nunca pensé que fueras una acosadora.
-Bah, era una cría.
Se percataron de la hora. Así que pagaron la cuenta y se fueron caminando. No tenían prisa, así que fueron conversando aprovechando que la calle estaba desierta.
-¿Cómo era el padre de Elise?
-¿A qué te refieres?
-¿Era un buen hombre?
Ella ralentizó el paso.
-Cuando le conocí, era un caso perdido: faltaba a clases y traficaba con drogas. Pero cuando nos conocimos, de alguna manera cambió.
-Era todo un encanto -comentó Marshall con sarcasmo.
Ella se rió.
Una gota cayó del cielo. Luego otra. Y otra más. Comenzó a diluviar en cuestión de segundos. Corrieron con las manos sobre la cabeza hasta refugiarse bajo el toldo de una floristería. Mackenzy se frotó los brazos por el frío. Los dientes le tiritaban.
Marshall se sacó la chaqueta y se la puso sobre sus hombros.
-¿No tienes frío?
-Estoy hecho de metal -dijo golpeándose el pecho.
-Ten cuidado no te rompas una costilla.
Un taxi que estaba libre pasaba por ahí. Marshall levantó la mano y éste se detuvo frente a la acera.
Una vez en el apartamento, Mackenzy le devolvió la chaqueta a Marshall. Pero por algún motivo había tensión. Ninguno de los dos soltaron la chaqueta.
-Creo que... debería irme a dormir.
Él le cogió de la muñeca.
-Hoy solo podía pensar en qué hubiera pasado si te hubiera conocido hace 20 años. Lo único que sé es que todo sería diferente ahora.
-Tienes razón, todo habría cambiado. Puede que Hailie nunca hubiera nacido, y tú no estarías en esta mansión que te has comprado gracias a aquellas personas que te trataban como una mierda -suspiró-. Puede que lo hayas pasado mal pero no me puedes negar que imaginarte sin Hailie es lo peor que te puede pasar.
-Lo peor es no haberme dado cuenta desde el principio lo maravillosa que eres.
-Esto es demasiado cursi para Eminem. Pero igualmente, yo no soy maravillosa. Si supieras la verdad que se esconde tras Bullshit, no querrías saber nasa de mí.
Se acercó.
-Ponme a prueba.
Se encontraban peligrosamente cerca. Entonces, una Elise desvelada habló desde el segundo piso frotándose los ojos.
-Mami... No puedo dormir, ¿me lees un cuento?
Ella se separó de Marshall para atender a su hija. La detuvo.
-Ya voy yo. Vete a descansar.
Antes de subir las escaleras, acarició su mejilla y le dio un beso en la frente. Mackenzy sonrió una vez que se aseguró de que Marshall ya había subido las escaleras.
Su sonrisa desapareció. Cerró los ojos y meditó como iba a contarle la verdad sobre la auténtica Bullshit.
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Bullshit · Eminem
FanficMackenzy "Bullshit" Mitman, una mujer de 31 años y madre de Elise, una pequeña niña de 4 años, decide aceptar una repentina propuesta de trabajo que le ofrece Eminem. La rapera, famosa por su anonimato, parece ser el único salvavidas de las clases b...