Aquella mañana Hailie fue a visitarme. Había encontrado un hueco en su agenda para saber cómo estaba. Sinceramente, tenía la esperanza de que al hablar, yo fuera capaz de contestarle. Decir algo. Lo que fuera.
Comprendí que durante el tiempo que estuve allí, me había comportado como una gilipollas cuando Marshall solo quería ayudar.
Me cegaba el dolor y la agonía que sentí tras la muerte de mi hija, y la de mi hijo nonato. Pero él tenía razón, también era su hijo.
Lloré todas las noches; siempre tras escuchar la puerta de la habitación cerrándose. Caían lágrimas sin cesar. Una vez más, echaba de menos el roce de su piel. El escalofrío que sentía cuando se acercaba y me besaba la mejilla, cada vez con más ternura que la anterior.
Como de costumbre, yo estaba acostada de cara a la ventana. Hailie mientras sostenía un café tibio, del que daba varios sorbos cada cierto tiempo.
-¿Neel? -miró al suelo cabizbaja-. Por favor, háblame. Di algo, lo que sea.
Dándose por vencida, se levantó de la silla y posó su mano sobre el pomo de la puerta.
-No me lo merezco -Hailie se dio la vuelta y volvió a sentarse en la silla-. Solo quería ayudarme y yo le traté como un trozo de mierda.
Yo seguía mirando hacia la ventana. Hablaba con ella sin tener ningún tipo de contacto visual.
-Papá te quiere. Él siempre cuida de su familia. Como hizo conmigo y con mis hermanas. A pesar de que mi madre casi siempre estaba en problemas, hacía todo lo posible para que lleváramos una vida diferente a la que él tuvo.
-Es una buena persona. Jamás me lo perdonaría si le pasara algo.
Hailie se mostraba dudosa al intentar cambiar de tema.
-¿Crees que... os plantearéis formar una familia?
Me giré y mi mirada penetró en sus ojos. Unas marcadas ojeras se deslizaban por mis párpados inferiores, como maquillaje escurrido tras una ducha.
-Ayúdame a levantarme.
Hailie me ayudó a incorporarme en la cama y luego rodeó mi cintura con su brazo. Cuando ya por fin estaba de pie, tambaleándome, me condujo hasta un taca taca que la enfermera había dejado por allí.
-Tu padre y yo no tenemos edad para esas cosas. Además, ya tenemos una familia; está Paul, tú y tus hermanas... Por cierto, ¿cómo están?
-A Whitney le van bien las cosas, y Alaina es una mujer de carácter. Yo creo que les irá bien.
-Yo también lo creo.
-Pero volviendo al tema de...
Una figura conocida interrumpió la conversación. Era Marshall. Caminada por el pasillo arrastrando los pies, con las manos metidas en los bolsillos y la cabeza baja. La alzó y su rostro se iluminó de sorpresa.
-Creo que... mejor os dejo solos. Te veré después.
Hailie fue a saludar a su padre y luego se marchó.
-No me creo que te hayas levantado. Estaba empezando a...
-¿Perder la esperanza? No te creía tan pesimista -esbocé una gran sonrisa.
Al borde de las lágrimas, Marshall fue corriendo para darme un fuerte abrazo, que he de admitir que necesitaba. Si hubiera sabido que esto pasaría, lo habría intentado desde el principio. Hablar. Desahogarme. Haber empezado de nuevo.
-Lo siento... Siento todo lo que te he hecho pasar. Debí de haberlo intentado. Utilicé la excusa de la muerte de Elise y la de nuestro hijo para distanciarme.
-No fue ninguna excusa. Tienes derecho de llorar por la muerte de tus seres queridos.
Mantuve mi cara hundida en el hombro de Marshall, humedeciéndolo con pequeñas lágrimas que brotaban de mis ojos una tras otra. Él puso la mano sobre mi cabeza, y comenzó a acariciarme el pelo.
-Ahora todo saldrá bien. Pasaremos esto como veces anteriores y seguiremos adelante.
-¿No te preocupa la posibilidad de que no haya un futuro? Es decir... lo conseguí una vez, pero ahora no me siento con fuerzas. Estoy cansada Marshall.
Despegué la cara de su hombro y le miré. Él se inclinó y me dio un beso. Pero este era diferente. Esta vez notaba sensaciones diferentes. Indescriptibles.
-Podríamos retomar la planificación de la boda, vender la casa y buscar otra. Y tal vez dentro de unos meses escuchar unos piececitos correteando por el parqué.
Yo reí.
-Nada me gustaría más.
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Bullshit · Eminem
FanfictionMackenzy "Bullshit" Mitman, una mujer de 31 años y madre de Elise, una pequeña niña de 4 años, decide aceptar una repentina propuesta de trabajo que le ofrece Eminem. La rapera, famosa por su anonimato, parece ser el único salvavidas de las clases b...