Maltratada

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Emma
Eran las seis de la mañana, cuando Alonso, mi padrastro, entró a mi habitación.
¡¡Levántate maldita escuincla del demonio!! -gritó lanzándome al suelo agarrándome del pelo.
Yo ni siquiera me quejé, estaba acostumbrada a cosas mucho peores por parte de él...
A mis 14 años solo he conocido los golpes y maltratos de Alonso, nunca hubo una palabra de cariño ni nada por el estilo...
En cuanto a mi madre... bueno... ella con tener para beber es feliz, ya que es alcohólica.
Cuando me recogió en el orfanato a los 5 años,era una mujer normal cariñosa y dulce, pero cuando Roberto ,su marido, la dejó encontró consuelo en la bebida...y en Alonso... un proxeneta...
Adela, así se llama mi "madre", es prostituta.
¡Vamos, tienes trabajo mocosa! -gritó empujandome hacia fuera, desde que empecé a desarrollarme, dormía vestida ya que las miradas de Alonso lo decían todo...
Empecé a preparar el desayuno para ellos y la comida para después, mientras ellos se sentaban cómodamente en el mohoso sofá.
Cuando termines arreglate, toma-dijo Adela lanzándome una bolsa, dentro había un vestido de cuero rojo y unos horribles tacones de leopardo.
¿Que es esto? -pregunté sacandolo de la bolsa.
¿Tu que crees mocosa? ¡Tienes que empezar a ganarte la comida y el techo que te cubre! -dijo Alonso -Don Juan Carlos y yo hemos acordado una buena suma por tí...
La imagen de aquel viejo barrigudo asqueroso se vino a mi mente y sentí como el terror y el asco llenaba mis ojos de lágrimas.
Corrí hacia mi madre.
Mamá no quiero, por favor...-Supliqué pero ella me miró de reojo y me empujó.
¡Tú harás lo que se te diga! -gritó abofeteandome -y no vuelvas a llamarme así, a partir de ahora soy Doña Adela¡¿entendido?!.
Ah! Y otra cosa... A Don Juan Carlos le gustan las niñas de pelo corto-dijo agarrando mi larga coleta que me llegaba a la cintura y cortandola de un solo tajo con un cuchillo, mientras yo gritaba y lloraba.
Ví mi coleta en el suelo con goma y todo, llevé la manos a mi nuca y lloré con más fuerza.
Vamos ahora irás con Don Juan Carlos-dijo.
Retrocedí presa del pánico hasta que sentí que algo cambiaba dentro de mí.
Mi propia madre dejando que me vendieran como una cualquiera...
La ira reemplazó al miedo y el dolor al asco.
Alonso puso su mano en mi brazo.
Vamos vistete-dijo pero no me moví del sitio -¿que no oíste? Que te vis....
Las palabras se le atragantaron cuando le pegué con la sartén en el lateral de la cabeza.
Salí huyendo, pero en mi huida choqué contra alguien, el cual me agarró.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora