Amor bonito

23 6 0
                                    

-Me gusta esa palabra: catarsis. 

Era amor bonito, gente. Había dicho esas palabras antes de que el atardecer terminase. Estábamos en aquel mirador que siempre me había gustado. Ese en el que me había sentado tantas veces en el pasado para fumar, llorar, pensar. 

Lo interesante de aquel mirador (y lo que lo hacía tan jodidamente especial), era la vista tan hermosa que tenía. Si te sentabas de frente, en la banquita que estaba puesta de manera estratégica en el centro del mirador, podías ver perfectamente cómo los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl abrazaban a la ciudad. Veías, en un solo plano, la zona rica y turística de la ciudad, el centro y los barrios aledaños. Y, conforme iba anocheciendo, observabas cómo, poco a poco, cada casa, cada edificio y cada coche, prendía sus luces para sobrevivir en la oscuridad. 

En aquel momento había un poco de viento y hacía frío. Estábamos tapados, mas no lo suficiente para haber entrado en calor. No recuerdo bien si estábamos abrazados o tomados de la mano. Sea como fuere, había contacto físico y, habiendo poco o mucho, me sentía flotando en el espacio. Era ese amor primerizo, tan intenso, tan jodidamente limpio y perfecto que te rebosa cada nervio y cada vena. Las mariposas se sentían en todo el cuerpo y el corazón latía con tanta calma que parecía irreal el estar allí. Era, vaya, el primer amor. 

-¿Ah, sí? -pregunté-. ¿Qué te gusta de ella?

-No sé bien -respondió-. Es de esas palabras que te gustan por su sonido. Suena interesante, suena poética, ¿no lo crees?

-Creo que sí -. Pegué mi chamarra más a mi cuerpo y solté un suspiro al aire. Una leve neblina salió de mi boca-. Pero, ¿siquiera sabes qué significa?

-Sí -. Se acurrucó junto a mí-. Significa purificación, transformación. Y, eso, le da todavía un toque más poético a la palabra, ¿o no?

Reí. 

Era amor bonito, gente. De ese que te hace sacar a tu poeta interior. De repente buscas la profundidad en todo aquello que sale de tu boca. Que si la catarsis es una palabra bonita por su sonido, que si es bonita por su significado. Podríamos haber hablado de croquetas y, seguramente, habría sacado algo profundo y poético de ello. ¡Era amor bonito, gente!

Se sentía tan bien. Se sentía tan natural. Podía ser yo completamente. Es curioso cómo, en una sola noche o en unas cuantas horas, una persona puede llegar a conocer más de ti que tus padres o tus amigos. Me abrí totalmente, demostré quién era y, al sentirme amado por haberlo hecho, la alegría y el amor que sentía por dentro era inefable. 

Pienso ahora en la letra de "Rosas", la canción tan famosa de La Oreja de Van Gogh. "Y es que, empiezo a pensar, que el amor verdadero es tan solo el primero". ¿Será realmente así? ¿Será realmente que sí porque vives tanto y sufres tanto en el primer amor que en los demás no te permites sentir tanto por un mecanismo de defensa propio? ¿Será que nos damos cuenta de cuánto duele salir de aquel primer amor y no queremos vivirlo de nuevo nunca más? ¡Justo hoy un amigo me dijo que tuvo que tomar antidepresivos e irse de viaje para poder superar lo que vivió con su primer amor!

Sin embargo, es tan bello aquel sentimiento. Es tan auténtico. Mas... creo que me estoy desviando del tema principal. 

La noche se había asentado totalmente. Algunos insectos caminaban cerca de nosotros y, con pequeñas patadas, los alejaba de sus piernas. Podía haber matado a un oso si se le acercaba en esos momentos.  (Ahora que lo pienso, creo que estaba verdaderamente perdido, ¿eh?). 

En fin, la noche siguió como tenía que seguir. Seguimos hablando de palabras bonitas con sonidos bonitos; contamos las luces que habían prendidas en un edificio y tratamos de adivinar si habría o no nieve en las faldas del Popo. Hablamos de cómo vivirían las personas allí y si el frío sería realmente penetrante como para no quitarte la chamarra en ningún momento. Creo que en algún momento pusimos música, mas no recuerdo qué canciones eran (seguramente alguna de Alex Ubago o de Camila). 

Y, curiosamente, lo que sucedió después no lo tengo claro en absoluto. No sé en qué momento cada quién tomó caminos distintos para nuestras respectivas casas; no sé siquiera si hubo beso de despedida o si hablamos por teléfono o mensaje al día siguiente. No recuerdo cuánto tiempo pasó antes de terminar ni tampoco las palabras exactas que nos dijimos aquel día. Es más, creo que no podría decir a ciencia cierta cómo lucía su rostro aquella noche. Sólo recuerdo el sentimiento, el cariño, el revoltijo de mariposas que había en mi interior. 

Probablemente el primer amor sea tan desastroso y haya tantas anécdotas tan intensas en torno a él porque es el primer (y quizá único) momento de nuestras vidas en que nos entregamos con tanta fuerza y tanta intensidad a una persona. Nos permitimos experimentarlo todo, conocerlo todo. Nos permitimos pensarlo todo con esa persona e imaginar el futuro próximo y lejano con ella. Incluso tiempo después, cuando todo termina y cuando ya no son más que conocidos forzados, volver a ver a esa persona o volver a tocarla puede suponer un regreso a ese sentimiento tan intenso. (Vaya, no me ha pasado realmente, pero supongo que sería así). 

¿Habrán personas que se hayan permitido amar, realmente, con tanta fuerza, a otra persona que no haya sido aquella a quien catalogaron como su primer amor? 

Con amor. 

Yo. 


WhateverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora