Capítulo: 3

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- Mi madre me dijo que te diera esto- dijo él chico.

- Ya le dije a la mujer de antes que no esta mi madre, no molesten más- dije.

Me costaba hablar y respirar. Sus ojos me habían cautivado y me estaba descontrolando, mi cuerpo ahora tenía apariencia de flan, mis piernas temblaban. El chico llevaba una camisa de cuadros por fuera de unos jeans y ofrecía un bizcocho de chocolate, pude ver con mis ojos todas las calorías que tenía.

- Perdona, no quería molestar- dijo el chico.

- Si… si quieres puedes entrar y dejarlo.

Su voz dulce y un poco con miedo me hicieron que le tuviera como compasión. Además de que mi cuerpo ahora estaba extraño, me envolvía como una capa invisible y mi cabeza me dolía, me sentía como aturdida y a mí, dos cervezas no me hacen eso

- ¿Y…?- pregunte ya que él seguía quieto.

La situación se volvió un poco incomoda. Él me miraba de arriba a bajo. Mi vestimenta era un poco desastrosa y me di cuenta de que seguía con la segunda cerveza en la mano. ¿Quién quiere entrar a la casa de una chica como yo? Seguro que tiene una mala imagen de mi, viéndolo a él, que va perfecto.

- Mejor no- dijo sonriendo- Tengo que seguir ayudando con la mudanza.

Extendió sus brazos con el bizcocho, yo lo cogí con la mano que tenía libre y nuestras manos se rozaron. Hizo que tuviera una pequeña descarga eléctrica. Su piel era suave. ¿Qué me estaba pasando?

- Adiós- dijo el chico- Perdona por las molestias, sigue a lo tuyo…- dijo mirando mi cerveza.

Él se giro y se fue, me dieron ganas de correr y decirle que no era lo que le imaginaba, necesitaba darle una explicación pero, si era lo que se imaginaba y no tenía que darle a un chico que acababa de conocer explicaciones. Suspiré, cerré la puerta con el pie. Miré atentamente el bizcocho, era entero de chocolate y por encima chocolate blanco recién fundido, se me hizo la boca agua, pero pensé en mi figura y en lo que mi madre podría llegar a decirme si viera todo esas calorías. Fui finalmente a la basura y lo deposité en ella.

Terminé tirando lo que quedaba de cerveza, se me habían quitado las ganas de todo con el encuentro anterior. No me gustaba lo que sentía. Ahora tenía la necesidad de volver a verlo, quiero saber más cosas sobre él, quiero tocarle, besarle o tan solo aspirar su aroma. Removí mi cabello, esperando que así se fuera ese sentimiento, pero estaba nerviosa, no podía estar sentada, estaba apunto de salir corriendo a la casa vecina con cualquier excusa cuando la puerta se abrió, fui tonta y no me metí rápidamente en mi cuarto. Esperé a ver quien era, estaba mi madre con un abrigo de piel gordo y un vestido de cuero negro corto y pegado, medias de rejillas y tacones de aguja, enrollaba sus manos en el cuello de otro hombre. Ella me miró, oh no…

Se alejó del hombre tambaleando, yo me había quedado en shock. ____ reacciona, corre. Pero Johanna ya estaba delante de mi, con su palma levantada dispuesta a abofetearme.

- ¿Qué te digo siempre, inútil? Que no salgas de tu cuarto, zorra. ¿Es tan difícil? Así me espantas a los hombres. ¿Quién se querrá acostar con una mujer con una hija tan fea y gorda como tú?

Su mano pegó a mi mejilla, dejándola colorada. No iba a llorar, si no iba a ser peor.

- Entra en tu cuarto y no salgas hasta que no vuelva a salir el sol, zorra.

Y me pego un empujón, haciendo que entrara a mi cuarto y luego rápidamente cerro la puerta. Me quedé en el suelo, inmóvil, como había hecho cuando era pequeña. Me sentía indefensa, maltratada de todas las formas posibles. Sentía pura envidia por todos los demás adolescentes con una infancia de cuento. Era gorda, fea y tonta. Mi madre me lo había dicho y había que hacerle caso. Mi autoestima estaba por debajo de mis pies y Johanna era la culpable. 

Busque desesperada una vía de escape, una forma de liberar todo este dolor acumulado. Esta mañana me sirvió abrir la ventana, pero esto no es lo mismo, con abrir la ventana mis problemas no se van a ir volando. Entre lágrimas y mi rímel corrido busque en mi cajón. Saqué la cuchilla y me bajé el short, Víctor no me revisaría las piernas, las muñecas, si. Empecé a hacer cortes sin parar, cinco como mínimo en cada pierna gorda. Débilmente llegué a un rincón del cuarto y cogí un pañuelo con el que me limpie la sangre que mojaba mi pierna y no paraba. Mi cuarto rápidamente se lleno con olor a sangre, un olor ya habitual.

Decidí abrir la ventana de par en par, todavía hacía algo de calor pero ya empezaría el otoño y con el ya el frío. Una brisa caliente me azoto la cara, provocando que mis pelos se movieran y me entrara algo de calor. Miré enfrente, el chico del bizcocho estaba recogiendo su cuarto. Dice que si miras fijamente a alguien esa persona acaba notando la mirada… y eso pasó. El chico giro su cabeza hasta que nuestras miradas se conectaron y tuve que tragar mis palabras, al parecer si se podían ir mis problemas volando al abrir la ventana.

A los minutos caí ya sin fuerzas encima de la cama, con lo puesto y sin intención de levantarme a cambiarme más tarde. Mis muslos me escocían al rozar las heridas con el short.

---Mañana siguiente.

Me sentía más cansada que de costumbre, casi me duermo en el autobús, si no llega ser porque el movimiento de los cristales de los autobuses me molesta y hace que tiemble mi cabeza. El chico del bizcocho no salió de casa o por lo menos no lo vi, quizás no vaya a este colegio. Tuve que ponerme el doble de maquillaje, ya que la mano de Johana rozó demasiado fuerte mi mejilla y estaba morada… O como ella lo llama, que soy demasiado patosa. Esa es la excusa que tengo que poner siempre. Al parecer me quiere tanto que no quiere que me separen de ella, nótese mi ironía. 

Llegue corriendo a la esquina el parking lot, hasta Mad había llegado antes que yo.

- ¿Dónde mierda estabas? ¿Sabes lo preocupados que estábamos?- dijo Víctor subiendo un poco el volumen de su voz y acercándose a mi.

Tocó mi mejilla lastimada, haciendo que expulsara un gemido de dolor y me mordiera el labio. Él me miró extrañado y restregó la yema de su pulgar sobre mi mejilla, haciendo que se fuera el maquillaje. Mierda, me esperaban miles de preguntas que aunque él sabía la respuestas me las haría, me volvería a decir que me fuera de mi casa, que me fuera con él a su nave. No quería oir lo mismo de siempre.

- Ahórrate tus palabras- dije justo antes de que hablara y en un tono bastante serio.

- Es que ya no sé que hacer contigo- dijo Víctor tocando su frente con la mano.

- Nada, eso tienes que hacer, nada.

- ____, estamos aquí para ayudarnos- dijo Ruth.

- mierda son pesados, si un día no quiero contar como me siento o que me pasa, NO LO CUENTO- digo gritando- Parecen mis padres, necesito mi espacio joder. ustedes me tendrían que entender mejor que nadie.

Nadie habló. El timbre sonó. Víctor extendió su mano, suspirando para que la cogiera.

- Entremos.

- No quiero, quizás entre a la segunda- dije tranquilizada.

- Chicos vayanse, me quedaré con ella esta hora- dijo Víctor.

- Que no- dije sin ya poder contenerme- ¡DÉJAME!

Pegué un manotazo a su mano y mis ojos se inundaron de lágrimas.

- No hagas ninguna tontería- me dijo, mirándome con sus ojos azules, serio.

- Yo sé lo que hago.

Bring Me To Life (Zayn Malik y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora