Capítulo 1: Edad De Amar

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Es sorprendete lo feliz que puedo llegar a estar últimamente, tengo al esposo de mis sueños, tengo a mi pequeña familia y unos grandiosos amigos.

Me resulta interesante recordar hace años cuando Andrew quedó en coma y creí que sería el final de mi vida, estaba sola y con un bebé en camino pero entonces la vida me recompensó mandándome pequeños milagros para hacerme más fuerte.

Primero me mandó quizá al más grande de todos ellos, me mostró a Tomás en su faceta más genuina y sincera, sé del armazón que usaba para protegerse y lo patán que podía llegar a ser con una mujer pero al conocerlo después de una tragedia me permitió ver al verdadero Tomás que se ocultaba debajo de esa armadura de acero.

Lindo, coqueto y sumamente amable son las mejores características de él, vamos, sé que es un algodón de azúcar pero  también reconozco que es un bombón caliente que echa fuego cuando se lo propone y esa personalidad coqueta es lo que le otorga la característica picardía que lo diferencia del resto de sus amigos.

El podría estar coqueteando contigo y manteniendo una gran sonrisa que a ojos de todos daría la impresión de que el tema de conversación es otro y en ocasiones es completamente sínico pero no me imagino mi vida sin mi apuesto marido.

Y creer que esta aventura empezó cuando a Antoine se le fue la lengua y le contó de mi embarazo en una gran celebración y lo confundido que él se encontraba, también recuerdo cuando papá me golpeó y cuando creí que estaría sola él entró y lo enfrentó, sería un lapso de cinco minutos el tiempo que tardó supongo que probablemente estaba tomando la decisión más importante de su vida y me alegra que nos haya escogido.

Tanto Ocean como yo no seríamos los mismo sin el huracán Tomás Velmort.

—Mamá date prisa o llegaré tarde al colegio —vaya tantas divagaciones han hecho que pierda el sentido del tiempo.

—Todo listo —digo tomando las llaves del auto y las loncheras de mis hijos más pequeños —. Sí simplemente tomaran el autobus en el pueblo no tendría que hacer el papel de recorrido particular —digo verificando que la puerta principal queda totalmente cerrada.

—Es que es tan cansado —dice mi pequeña princesa Hebe desde dentro del auto.

—Vale, lo pillo, que mamá se canse entonces —me agrada pasar estos  momentos con mis hijos, ya que es triste como en un abrir y cerrar de ojos ya no son más tus pequeños y se convierten en un adolescente de dieciocho años como Ocean.

—Si me dejas sacar el permiso  para conducir no tendrías que hacer de recorrido, querida madre —me muestra esa infantil sonrisa que ocupa todos sus dientes y esos ojos manipuladores que usa desde niño.

—Y perderme la oportunidad de darte un sonoro beso cuando te dejo en el colegio, jamás —digo encendiendo el auto, cuando arranca lo miro por el retrovisor —. Por cierto Ocean —el dirige su vista a mí —. Ese gesto no funciona conmigo, trata con tu padre pero entre nosotros digamos que yo tengo más talento de convencimiento.

Simplemente ríe al igual que yo.

—Tengo a la mejor madre para el mejor padre —dice arreglando el saco de Héctor, algo que agradezco de mi hijo mayor es que siempre está pendiente de sus hermanos.

—Mamá, Joie me arregló muy bonito hoy —choca cinco con mi hija mayor y les extiendo una de mis manos en palma hacia atrás para acompañar el gesto el cual es correspondido.

—Si siguen así las señoritas Velmort tendrán una gran fila de pretendientes —si de algo estoy segura es que Joie es muy femenina siempre ha estado fascinada por las compras, el maquillaje, eso hizo que esa cualidad despertara en mí, antes siempre prefería unos jeas, botas  de cuero con cordones y grandes sacos de lana ahora uso vestidos, faldas, cosas un poco más atrevidas pero elegantes.

¿Me Amas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora