Aguila

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En el reino águila, la reina estaba preocupada por su sucesora, ella no le importaba para nada su reino, ni conseguirse pareja, ni mucho menos tener descendencia, su hermano menor ya era un fastidio, no quería soportar con niños que gritan y rompen cosas, por donde vayan pasando.

Ni mucho menos pasar por un embarazo, no quería engordar, ni mucho menos le gustaba la idea de dar a luz, ni por cesaría, ni natural.

Miranda Eagle, era el nombre de aquella princesa, aparte de su negación por el matrimonio y los hijos, tampoco le gustaba relacionarse con otras personas, no tenía amigos, incluso despidió a sus damas de compañía, con la excusa de la presionaban mucho con salir del castillo.

Al estudiar en casa, se había acostumbrado a no relacionarse con personas, ella creía que no necesitaría de nadie más que no fuera ella, o al menos eso era lo que ella creía.

La reina sabía de la escuela, pero no había inscrito a su hija, con miedo que no sepa qué hacer sin su madre al lado, pero, ya había pasado el decimosexto cumpleaños de la princesa, pronto sería una adulta, y se comenzó a preocupar, así que a principio del invierno, inscribió a su hija a la escuela.

Miranda siempre era la primera en revisar el correo, en lo más profundo de ella aún que no lo aceptaría nunca, ella esperaba que alguna carta fuera hacia ella, y para su sorpresa, vio una a su nombre, sin siquiera leer el remitente, quedó atónita al leer que había sido aceptada en la famosa escuela para la realeza, sacudió su cabeza creyendo que había leído mal, y volvió a leer, su mente no la había engañado, era una carta de aceptación.

- ¡Mama! -Grito desesperada, sabía que su madre había tramado algo- ¿Que es esto? -Preguntó confundida, leyendo por tercera vez la carta.

La madre de la joven no tardo en entrar confundía por la pregunta de su hija, antes de poder preguntar, vio la carta en sus manos, para luego a su hija, se acercó para tomar la carta y leerla, se alegró al saber que su hija había sido aceptada, y ya tiene su cuarto de residencia con la heredera al trono de un reino vecino.

- Mi pichón -La miró con ternura- Te inscribí en el Instituto Internacional para la Realeza, necesitas saber como controlar a tu reino, cuando te seda mi corona -Le acaricio el pelo, sonriendo- Así harás nuevas amistades, llevas años que no sales del castillos con tus amigos -La miro preocupada.

- Mamá -Dijo sin mirarla y suspiró algo frustrada- No salgo con mis amigos, por qué no tengo -La volteo a ver seria.

- Pues mi pichón así podrás conocer a más personas y al mismo tiempo te preparan para gobernar este lugar, no sabes cuanto te envidio -Su hija al oír esto se sorprendió, su madre nunca le había dicho algo así- Hubiera deseado que cuanto tenía tu edad hubiera estado esta escuela, no sabes cuanto me preocupe al no saber como hacer las cosas -Rió al recordar.

- Pero madre -La miró con cara de cachorrito- No quiero ir a una escuela, ya se todo lo que debo saber -Dejo la carta en la mesa.

- Pichón -Trató de hablar su madre, pero fue interrumpida.

- ¡Madre! ¡No iré! -Grito y golpeó la mesa con su puño, molestando a la reina.

- ¡Miranda Eagle! Estás en mi reino, y lo que digo es ley, así que irás a la escuela ¿me oíste jovencita? -Alzo la voz la mayor, asustando a la chica, esta agacho la cabeza.

- Si madre -Respondió.

- Ahora vamos con la sastre, en un mes empiezan las clases -Camino a la salida, y la princesa le siguió.

- Pero madre -Dijo llamando su atención- ¿Para que iremos a con la sastre? ¿Usare uniforme en la escuela -Cuestionó algo confundida.

- Pues claro cariño -Rio por aquella pregunta tan absurda- Pero podrás usar tu ropa normal en tus tiempos libres, aún que no te haría nada de malo, ropa más decente -Vió el camisón y pantalón que su hija usaba- El primer día irás con una vestimenta formal, que representará a nuestro reino, en este caso un hermoso vestido con plumaje -Subieron al auto.

- Odio los vestidos -Dijo la chica entre dientes al subir al auto.

La chica no sabía mucho de la escuela, tenía miedo de ir, no quería estar sola, tampoco conoce a ninguna persona, y le daba miedo hacer amistades nuevas, la joven imploraba mentalmente que todo fuera parte de una muy mala broma de parte de su madre, esperaba que al llegar a la sastrería su madre le dijera que cayó en su broma, y que nunca la inscribiría a ese lugar.

Pero eso nunca pasó, estuvo todo el mes con la esperanza de que su madre le sorprendiera diciendo que lo de la escuela era una broma solamente.

Su pequeño hermano estaba emocionado, el también iría a la escuela, Miranda iría al bachillerato, y el pequeño a jardín de infantes, se notaba su emoción en todas partes, el pequeño tenía que juguetes llevaría para mostrarle a los amigo que haría en ese lugar, también comenzó a ver las series más populares, para "saber de lo último en moda" o eso decía el.

Antes de que ambos se dieran cuenta, faltaba un día para ir a clases, Miranda tenía que prepararse mentalmente por qué viviría todo el semestre en ese instituto, trato más de una vez en convencer a su madre en no ir al instituto, pero obviamente la reina negó, al punto de prohibirle volver a tratar semejante cosa.

- Mi pichón -La reina entró al cuarto de su hija- ¿Ya empezaste a empacar? -Preguntó viendo a su hija recostada en su cama.

- Aún no madre -Se levanto tan rápido vio a su madre entrar- No se que cosas me puedo llevar -Miro a su armario.

- ¿Quieres que te ayude? -La madre cuestionó.

- No no -Negó- Yo puedo madre, yo empaco mis cosas -Se acerco a su armario.

Tan pronto la mayor abandonó la habitación la menor dio un vistazo rápido a su armario, agarró las maletas que estaban en el suelo, y las comenzó a llenar de ropa, no le importaba doblarlas, o si quiera revisar que no tuvieran la percha al guardarlas, solo quería acabar de una vez.

Paro al ver unos vestidos muy escondidos en el armario, tomó uno, lo miro por unos segundos, y lo guardo en lo más profundo de sus maletas, tan pronto se llenaron, reviso mentalmente si no le faltaba guardar algo, lo que le faltaba empacar lo iba a ocupar durante el resto de su último día en el castillo, como sería su cepillo de dientes, perfume, y cosas así, entonces cerro las maletas y las junto todas en una esquina de su cuarto.

Miro a su armario casi vacío, y suspiro, no estaba acostumbrada a verlo así, se percató de un dibujo en el fondo del armario, se acercó, era un garabato que hizo de pequeña, donde dibujo a toda su familia, incluyendo a sus damas de compañía de ese tiempo, suspiro, para luego ver sus maletas, y sonreír levemente.

Tal vez ir a la escuela, no sería tan malo después de todo.

Escuela para la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora