Carta desde el Hades.

6 0 0
                                    

Si supieras cuánto te extraño. Sabe que yo no planeé que nada de esto pasara. Pero tenía que irme, no tuve opción. ¿Quién la tiene, una vez que ha llegado el momento?

Sé que no leerás esto, no tengo cómo hacer que lo recibas, pero he oído rumores entre los lamentos, según los cuales se supone que al al escribir en una carta, sin nombres ni firmas, aquello que queremos decirle a alguien con quien ya no estamos, de alguna manera el mensaje llega al corazón de la persona a la que escribimos. No conozco a nadie que lo haya intentado, mucho menos sé de alguien que haya tenido éxito, pero de nuevo no tengo opción, no puedo quedarme como si nada, por lo que deposito la poca esperanza de mi alma en pena en este papel maldito.

Sabe que ocupaste un lugar gigantesco en mi corazón, antes de que este me fuera arrancado. Jamás pude dimensionar lo grande que era ese sitio sino hasta que palpé el agujero que ha dejado en la silueta de mi alma doliente.

Sabe que, de algún modo, es a través de ese agujero que aún logro quererte, casi con la misma intensidad que lo hice cuando podía sentir tu calor junto al mío. Sé que jamás saldré de aquí, y no espero volver a verte pronto. No sólo porque espero que te demores lo más posible en llegar aquí, sino que sé que, aún cuando llegues, será prácticamente imposible distinguir tu sombra entre todas las demás. Una vez aquí, la separación es eterna.

Y hablando de reencuentros imposibles, por favor, no permitas que nadie me encuentre. Especialmente aquel que tú y yo queremos tanto, aquel cuyo nombre no puedo escribir porque las indicaciones del rumor que me llevó a esta tinta de azufre lo prohíben. Sé que él tal vez él quiera venir a buscarme, aunque no lo sé con certeza porque ahí las aguas siempre se vuelven turbias, pero no se lo permitas. Su alma es demasiado buena, no vendrá para acá. Le espera a su alma mejor destino que a la mía, lo sé, siempre lo he sabido. Mi alma se pudría ya mucho antes de venir acá, ni siquiera puedo recordar cuándo es que comenzó a destrozarse, sellando el final de mi viaje.

Cuídalo. Cuídalo mucho, por favor, no lo desampares. Sé que te dañé, sé que no estoy y que a ambos los dañé, y entiendo si el orgullo y la rabia de tu corazón despiertan en ti recelo suficiente como para ignorarme, pero por favor entiéndeme, no pude evitar nada de esto. Me arrojaron al Estigia mucho antes de ser consciente de dónde estaba. Te ruego que busques en tu interior y te des cuenta de que, aunque mi partida te puede doler, no me puedes odiar por eso, no una vez que ya me fui, y que tampoco puedes dejar de cuidarlo a él, mucho menos ahora que más te necesita. Te ruego que lo trates como merece, y que sepas comportarte pensando en su bienestar, que seas para con él aquella que necesita que seas. Ambas lo queremos demasiado como para dejar que nada le pase. Te pido que, en mi ausencia, lo reconfortes y acompañes por las dos. Sé que ambos pasan por momentos difíciles, y te juro que nada me gustaría más que estar ahí con ustedes, pero no puedo ir contra fuerzas que son mucho más grandes que yo. Las corrientes del Estigia son mucho más rápidas, tortuosas y compactas de lo que nos hacen creer antes de caer en ellas.

Sé que pasan por uno de los terremotos más fuertes que han pasado en sus vidas, y no sabes cómo me duele no poder evitar que lo sorteen solos. Lo único que te pido es que no dejes que se divida la tierra y los separe, porque entonces caerían rocas sobre estas aguas, que podrían aplastarme y hundirme hasta un lugar donde jamás vuelva a enterarme de ustedes. Sé que te dejé sola demasiado pronto, sé que me necesitas y me extrañas tanto como yo a ti, y no tienes una idea de cómo me gustaría estar ahí para ti y para él. Por lo mismo es que confío la poca esperanza que estas aguas no me han arrebatado al único rumor que me lleva a creer que puedo hacerles saber que, a pesar de no estar con ustedes y de encontrarme donde me encuentro, la sangre que está estancada en mi cuerpo sigue siendo la misma que corre por sus venas, que de algún modo los sigo amando a ambos, aunque ustedes tal vez no se den cuenta y no pueda hacérselos saber ya nunca, porque desde aquí soy incapaz. Te prometo que escribo esta carta con más miedo de que el rumor sólo sea un rumor que con esperanza, pero no puedo no intentar decirte a ti y a él cuánto los amo y cuánto lamento ya no estar a su lado.

Hay tanto que quisiera poder decirte, pero temo que esta sombra que ahora soy no logre encontrar las palabras. A estas alturas, ni siquiera estoy segura de si esas palabras existen siquiera. Pero las aguas del Estigia deshacen el papel en el que escribo, y necesito terminar la carta antes de que la corriente se lleve los pedazos al Leteo, porque con uno solo que las alcance antes de que yo deje esta escritura, todo mi intento, el único que poseo, habrá sido en vano. Así que dedicaré las últimas líneas de esta carta a ambos.

Sepan que ambos iluminaron mi vida y hubiera deseado poder compartirla por más tiempo con ustedes. Sepan que a ambos los amo y los extraño mucho, y que no logro dimensionar muy bien el dolor que les ha de producir mi ausencia. Pero sepan que un corazón roto es un corazón que fue amado, y a los suyos ninguno los amó ni nunca los amará más que el mío.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 30, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora