- ¿Quién es ella? -inquirió Hermione.
- ¿Ella? -el viejo hombre miró el cuadro con valentía-. Una víctima más de las malas decisiones de mi hermano; se llamaba Aurora Rosier, era mi mejor amiga, pero Gellert Grinderwald la mató antes de que pudiéram...
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Finales del verano de 1899
– Gellert, por favor.
Pidió Aurora, acercándosele lentamente. Una vez se aproximó al muchacho no titubeó en acariciarle la mejilla mientras conectaba sus miradas; él no se inmutó bajo su tacto.
– No es la manera correcta de hacer esto, no sería diferente a gobernar de forma tiránica. Por favor, recapacita solo por un instante. Por favor...
– Esto es entre Gellert y yo. –interrumpió Albus–. Apártate, Aurora. Tú no lo entiendes.
– ¡Sí que lo entiendo! –vociferó ella, girándose a mirarlo–. La sangre pura corre por nuestras venas, él y yo hemos crecido experimentando con las artes oscuras, descendemos de familias totalmente distintas a la tuya. Sabemos lo que es ser repudiados por los muggles, tú también deberías saberlo, porque fueron ellos quienes lastimaron a Ariana.
Se retiró un cabello del rostro
– Estos tres meses han sido una locura para todos, hemos aprendido muchas cosas, pero aun así, tras una alta reflexión, no creo que gobernar a los muggles sea tan diferente a como los británicos en la india.
– El accidente de Ariana fue nuestra culpa. –dictó Albus.
– ¡Tu maldita incompetencia no es el punto! –chilló Gellert, furioso–. Ariana encontró odio y miedo por parte de los asquerosos muggles, yo solo quiero un mundo mejor para tu hermana: un mundo en donde Ariana pueda vivir sin miedo a mostrar su magia. Aspiro a disipar ese recelo por parte de los que son inferiores a nosotros.
– Quieres decir controlando a ese mundo, no tendrás éxito a tal extremo, Gellert. –interrumpió Aberforth, uniéndose a la conversación y flaqueando a su hermano con ímpetu. También observaba a la muchacha que permanecía junto al mago oscuro–. No me lo esperaba de ti, Rosier. Me decepcionas. Después del cariño que le tienes a Ariana, le haces esto.
