Capítulo 1: Londres

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- Señorita Ángela, ¿Me está escuchando? -me llamo la atención mi secretario.

- Claro - respondí rápidamente.

- Bueno, pues en este punto es donde atacó por última vez, y si unimos todos los lugares donde ha atacado el asesino se puede formar - hizo una pausa para unir todos los puntos marcados en nuestro plano - una "M", lo que significa que el nombre o el apellido del asesino comienza por esa letra. Y esto nos deja con diez principales sospechosos, ¿Está de acuerdo conmigo?

- Estoy de acuerdo contigo, pero deberíamos descartar a Médéric Manson teniendo en cuenta que no tenía relación con la última victima, la señora Rouse.

- Me parece una buena idea, pero aún así le tendremos vigilado por si acaso - dijo el señor Nestor.

Asentí.

El señor Nestor siguió hablando.

Miré mi reloj, las diez de la noche.

- Nestor, - le corté - pienso que deberíamos seguir otro día, ya es tarde.

- Pues nos vemos mañana - se despidió.

- Buenas noches, señor Nestor - dije levantándome de mi silla.

Recogí mis cosas y me dirigí a la entrada principal a oscuras con cuidado de no tropezarme con nada.

Cuando ya estuve fuera del edificio saqué mi celular y marqué el número de Elliot, mi novio.

- ¡Ángela! - dijo al otro lado de la línea - Ya te echaba en falta.

- Hola Elliot - dije riendo - ¿Te importaría venir a buscarme? No me apetece caminar.

- Acabo de salir del trabajo, tardaré unos minutos.

Después de esto colgó.

Guardé mi celular y me senté en los escalones a esperar a Elliot.

Al rato me percaté que un coche se acercaba, Elliot.

Despegué mi tarsero de los escalones y entré en el coche.

- Hola Elliot - dije con voz cansada.

- Ya te echaba de menos - dijo sonriente.

- Yo también - dije sonriendo vagamente.

- ¿Y mi beso? - se quejó.

Besé su mejilla.

- Sabes que no me refiero a eso.

- No has especificado - me justifiqué.

- Me lo darás, sino no te llevo a casa.

- Elliot, estoy cansada llévame a casa, por favor.

Arrancó el coche a regañadientes y condujo hasta mi casa, la cual no se encontraba muy lejos.

- ¿Te vas a quedar a dormir? - pregunté.

- Sííí - gritó entusiasmado.

Bajó del coche, y yo tras él, y se dirigió a la puerta de mi casa.

- Elliot, no te emociones, es dormir y ya - dije dejándole pasar delante de mí.

- Jooo - dijo haciendo un puchero.

- No te pongas así, he dicho que estoy cansada y solo a dormir.

- Vaaaleee - terminó aceptando.

- Ahora voy yo, si quieres vete acostando - dije mientras me dirigía a la cocina a por algo para cenar.

Mi celular comenzó a sonar.

- ¿Sí? - dije descolgando la llamada.

- Buenas noches Ángela.

- ¡Paula! - dije contenta.

- Sí, soy yo, ¿Qué tal?

- Acabo de llegar a casa, el señor Nestor y yo hemos avanzado mucho en el caso, solo nos queda interrogar a unos pocos vecinos de los alrededores de la última víctima. Esos datos deberían dejarnos con dos o tres sospechosos.

- Me alegro mucho por ti, te llamo para invitarte a cenar el domingo con nosotros, si quieres traete a Elliot también.

- Allí estaré, bueno, pues hasta el domingo - me despedí.

- Que duermas bien, Ángela.

Colgó.

Cogí el brick de leche de la nevera y me la serví en un vaso recién sacado del lavavajillas, lo bebí de un trago y me fui a mi habitación.

Cuando llegué Elliot dormía como un ángelito, así que me puse el pijama, que se componía de una camiseta de tirantes y un pantalón largo, y me metí en la cama.

Mi despertador sonó a las seis, como lo había programado para a correr.

Me puse unos short de sport y una camiseta de tirantes ajustada. Me puse la deportivas y salí de allí sin despertar a Elliot.

Salí de mi casa y comencé a correr en dirección al río.

Por allí no habí mucha gente sola, solían estar con sus perros o sus novios, aunque como solía frecuentar por allí ya me conocían todos y no me libraba de pararme a hablar durante unos minutos.

Llegué al parque que se encontraba a las orillas del río y no tarde ni cinco minutos en encontrarme con alguien.

- Buenos días Rosie - saludé a la chica joven que paseaba con su bulldog.

- Hola Ángela - dijo animada parandose.

Paré yo también.

- ¿Cómo has estado? Hacía tiempo que no te veía por aquí - comentó.

- Bien, gracias, solo he estado un poco liada con el trabajo...

- Me alegro de que te vaya bien. Bueno, yo tengo seguir, nos vemos pronto.

Cuando comenzó a andar yo corrí en la otra dirección.

Fijé mi vista en la orilla del río concentrandome en una bolsa de basura bastante grande. Allí tenía que haber algo.....¡Un cádaver! Tengo que llamar al señor Nestor.

Saqué mi celular de mi "bolsillo" improvisado y busqué al señor Nestor en mi lista de contactos. Marqué y esperé, tardaría un poco, eran las seis y media de la mañana....

- Señorita Ángela, no le han emseñado que a las seis y media de la mañana la gente está durmiendo.

- Siento haberle despertado pero hay un cádver al lado del río, otra vez, como los otros cuerpos está en una bolsa de basura.

- Estaré en quince minutos, la patruya no tardará.

Colgó.

Vale, ahora a esperar.

Cuando llegó la patrulla precintaron una parte del parque y al rato llegó el señor Nestor.

- Bien hecho - dijo poniendose los guantes para acercarse al terreno precintado.

Me acerqué al cuerpo.

- ¿Hay marcas de resistencia? - pregunté.

- No, no las hay - dijo uno de los criminólogos.

- ¿Disparo? - seguí preguntando.

- Ángela, - dijo el señor Nestor antes de que me pudieran responder - tengo que hablar contigo.

Esto pintaba mal, muy mal. El señor Nestor solo omitía el señorita cuando era algo importante, era como nuestra contraseña.

Me alejé un poco de los demás con él.

Le miré esperando una explicación.

- Tienes que irte a Londres, nos obligan a trasladarte.

No dije nada, estaba en shock.

- Pero no pueden hacer eso - dije después de un rato.

- Sí que pueden.

¿Caso cerrado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora