Detestabas cuando los pensamiento de tanta gente se metían en tu mente.
La sensación era horrible.
—Sir Reginald—sollozaste — No puedomás — dijiste al mismo momento que te tirabas al suelo y ponías tus manos en tus oídos.
—Una horamás, númerocero—contestó y se fué dejándote ahí dentro.
Os encontrabais en un centro comercial; un lugar infestado de personas.
Oías sus pensamientos todo el rato.
"Me gusta este vestido".
"Quiero este juguete".
"Ayer fuí a cenar a casa de sus abuelos".
"El otrodíaconocí a sufamília".
Te sentaste en una esquina mientras te tapabas la cara con las rodillas.
Intentabas relajarte, pero los pensamientos te inundaban.
Hasta que escuchaste uno en especial.
"Tranquila"
Reconocerias esa voz en cualquier parte. Te giraste buscando al dueño de la voz, mirabas a todos lados por si lo encontrabas, hasta que alguién se sentó a tu lado.
—¿Cómoestás?— te preguntó Cinco, el cuál te sonreía.
—Mal— respondiste simplemente.
No ibas a mentirle, te encontrabas con el corazón a mil por hora y con los nervios a flor de piel.
Cinco miró hacía los lados, como si buscara ha alguién.
—¿Dóndeestá Reginald? — preguntó mirandote.
—Por ahi — respondiste.
Cinco se levantó de golpe, te cogió de la mano y te llevó a una parte con menos gente.
—Agárratefuerte —
Hiciste caso y le agarraste de la mano.
Al momento de sentir tu tacto, Cinco empezó a correr contigo y de un momento a otro os encontrabais en la mansión.
—T/N... —
Ignorandole, te dirigiste directamente a tu habitación y cerraste la puerta con pestillo.
Necesitabas relajarte, símplemente eso.
Todavía tu corazón iba a cien por hora.
Tu cuerpo vibraba.
Era una sensación de los más horrible... Pero tenías que aguantar.
Te echaste en la cama y cogiste la piramide de cuarzo que te regaló Reginald, te la pusiste en el Plexo y empezaste a inhalar y exhalar. Poco a poco te ibas relajando.
El sonido de las gotas de lluvia golpeaba tu ventana.
Hacía unos meses que no llovía y te alegraste de escuchar el típico sonido de las gotas.
Tres golpes sonaron en la puerta, quitaste la pirámide del Plexo y te levantaste para abrir la puerta.
Cinco se encontraba con la espalda apoyada en la misma, por lo qué al abrirla cayó de golpe.
—Auch— se quejó desde el suelo.
—¡Cinco! — exclamaste mientras te sentabas de rodillas para ayudarle — ¿Estás bien? — preguntaste mientras le incorporabas poco a poco.
—No ha sido nada— sonrió adolorido mientras se rascaba un punto en la cabeza— ¿Teencuentrasmejor? —
Asentiste con una pequeña sonrisa mientras te levantabas y le ofrecias la mano, la cuál, cogió gustoso y se levanto.
La lluvia empezaba a incrementar y una tormenta afloraba.
Solo hicieron falta un par de truenos para que ya estuvieras sujeta al brazo de Cinco.
—Ey, tranquila— dijó envolviendote en un abrazo— solo son truenos — rió.
— Puedesdeciresode todo — contestaste mirando hacía la ventana— Es solo un par detrunos, es solo ungato, es solo un portal al inframundo—
Rió de forma más exagerada.
Le miraste entrecerrando los ojos y le diste un pequeño golpe en el brazo, haciéndole poner una cara que más de dolor parecía decir "¿Solo puedes hacer eso?".
Bufaste y te dirigiste directamente a la cama, al tumbarte palmeaste el lado que quedaba libre mientras le mirabas.
—¿Tequedasestá noche? — preguntarte tímidamente.
Cinco sonrió dulcemente mientras asentía con la cabeza, se quitó los zapatos y se acomodó contigo.
—Buenas noches— dijiste en medio de un bostezo.
—Igualmente— contesto mientras te ponía sobre su pecho.
A la hora, mientras ellos dormían, un enfadado y empapado Reginald entraba por la puerta de la mansión.
—¿Dóndeestaráesainsoportablecria?— se preguntaba mentalmente mientras se dirigía a su cuarto.
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Ӏօ ɑʍé ×ժ
Han pasado 84 años.
Sinceramente, se me fué en éste último tiempo la inspiración...
