Aceptó

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Cuando Poli acabó su café, se acercó a mí para despedirse muy sonriente.
-Buena elección, veo que si tienes gustos—. En un tono medio bromista.
-No sé porqué cada que me hablaba me quedaba medio tonto—. Me alegra que te haya gustado.
-Poli respondió–. Sí, bueno, me tengo que ir. Te deseo suerte y, ya nos estamos viendo.
Una vez más me invadió un mar de preguntas como, ¿Le pido su número? ¿La invito a salir? ¿Y sí me rechaza?. Me congele y, para cuando me animé a invitarla a salir ya era demasiado tarde, sé había ido. Sólo me grité—. ¡Cuando la vuelva a ver, la invitaré a salir!. Luego pensé bien... ¿A dónde la invito?. Nunca he tenido una cita.

Y para qué dije eso. Poli volvía a la cafetería 3 veces por semana, siempre venía sola(lo que me parecía raro). Pedía el mismo café, creó que le gustó mucho. Siempre teníamos ese juego de miradas. Una vez estaba sirviendo el café y de tanto mirarla, no medí la cantidad, fue un desastre porque todo se embarró. Sin embargo, volvería a derramar el café con tal de volver a mirar esos ojos café.
Con cada vez que Poli venía, las platicas fueron un poco más largas, me armé de valor y, le propuse.
-A todo esto, nunca hemos tenido una plática fuera de la cafetería. Te parece si quedamos en un restaurante o ya vemos cuando te recoja.
-Poli hizo unos gestos como si hubiera esperado esto por mucho tiempo—. Si, me parece bien.

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