AYUDA.

53 8 7
                                    

CAPITULO CUATRO.

Al cruzar la puerta y poder observar la sala, comprobé que esta no se encontraba en el mismo estado que antes de irnos hacia El Centro, la mesa del comedor no estaba vacía, sino que estaba llena, de comida.

¿Cómo han entrado aquí si la puerta estaba cerrada? Esto comprobaba mi teoría, en la habitación de arriba había  gente, estaban con nosotros, no estábamos seguros, dudo que en algún momento de nuestras vidas volvamos a estarlo.

La gente se empezaba  a acercar hacía la mesa, yo también me dispuse a hacerlo, temerosa, ese era mi estado la mayoría del tiempo desde que estaba aquí, comencé a hacer lo mismo, en la mesa se encontraban ocho platos, evidentemente, no llegaban para todos nosotros, solo para un grupo. Los platos eran de color rojo, nuestro color, todos los platos se encontraban formando una flecha que apuntaba a lo que parecía el norte, ¿Los platos eran para nuestro grupo? Parecía que sí, ese era nuestro color, mi color.

Cerca del último plato, el que se encontraba formando la última parte de la flecha,  se encontraba un papel, rojo, como nadie lo había cogido aun lo hice yo. Delicadamente desdoblé el papel, ni si quiera me sorprendí de lo que allí ponía, después de todo me lo esperaba.

Estimado grupo uno:

Habéis sido los ganadores de esta difícil prueba, esta es vuestra recompensa, comida, suficiente para vosotros, para los ocho, el premio solo lo puede disfrutar el grupo ganador, el uno.

No tiréis los fragmentos de cuerda, dentro de poco sabréis para que sirven.

Ahora, disfrutad de la comida.

Cualquier incumplimiento de lo que aquí se encuentra escrito será severamente castigado.

         PSDH

-¿Qué pone?- Exclamó alguien.

-Léelo tú mismo.-Dijo Tyler mientras se sentaba en la mesa dispuesto a comerse todo lo que allí se encontraba.

Cansada, caminé hacia las escaleras, dispuesta a acabar con este horrible día.

Cuando llegué a la habitación simplemente escogí un colchón de los ocho que allí se encontraban y me tumbé en él.

Solo quería dormirme y cuando despertase hacerlo en mi cama, en mi casa, con mi familia, y cuando lo hiciese bajar corriendo y contarle a mi madre el interesante, pero a la vez aterrador sueño que había tenido, porque eso es lo que me gustaría que fuese, un sueño, donde no importaba lo que sueñases, porque no eran real, no podían afectarte, solo te puede hacer reflexionar, porque los sueños, sueños eran  y no había ninguna otra explicación, pero muy a mi pesar esto no lo era, estábamos en un juego, desde hace ya varios años pertenecíamos a esto, en mi caso desde los quince, desde ese día en el cual me hicieron el examen, incluso antes.

-Por favor túmbate.- Se dio la vuelta para coger una carpeta, desde lejos solo podía observar que era blanca, con unas letras escritas en ella, las mismas letras que se encontraban en la puerta de esta sala, en la cual no habían dejado entrar a mi madre, en la que ahora me encontraba, con una especie de diadema con numerosos tubos saliendo de ella, los cuales no sabían para que servían, ni si quiera conocía la finalidad de este “examen” el cual estaba obligada a realizar.

Rápidamente me senté en la silla que anteriormente había señalado, la doctora encargada de hacer mi examen se acercó a una especie de control, en el cual pulsó varios botones durante uno segundos para producir así que mi silla se moviese dejándome completamente tumbada.

SÁLVATE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora