Capítulo 89

364 66 34
                                    


[Maratón 6/7]

[Maratón 6/7]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Una casa hecha de cartas, y nosotros dentro

Aún si dices que ves el final, aún si dices que colapsará pronto

Una casa hecha de cartas, y estúpidamente, nosotros

Aún si dices que es un sueño inútil,

solo quédate así un poco más


(BTS,

House of cards)


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


No importa cuánto Jongin se aleje, cuánto agote su cuerpo hasta que sus miembros se adormecen, cuánto intente pensar en otras cosas, no se puede calmar. Es definitivo: los bloqueadores no funcionan. No puede volver a casa así, su padre resaltó su mal humor y actitud impulsiva cuando pasó por allí por un baño y un cambio de ropa, señalando que no sería agradable encontrarlo en ese estado los pocos minutos que se encuentra despierta. Tampoco puede visitar a Luhan o regresar con WOLF; solo le queda una opción, la opción que estuvo evitando todo este tiempo y que lo arrincona entre la depresión y una solución meramente temporal.

Lo odia. Odia el hecho de tener que recurrir a eso. Odia el hecho de haber permitido que su instinto se desbordara. Está furioso y a cada paso fuerte que da sobre el pavimento de las calles carcomidas y descuidadas de Cloud 9 se siente más furioso por el eco que le devuelve el silencio nocturno, enfatizando su patética existencia. Las luces de neón le revuelven el estómago, pero ni esa sensación alivia su excitación.

La puerta del club golpea con la pared cuando la empuja. El bullicio de los clientes se apaga y solo resuenan la música y las pisadas de Jongin, que avanza por la pista crispado, devolviendo la mirada a todo el que se atreva a mirarlo. Unos tipos grandes lo miran desde el fondo y no se intimidan por sus ojos oscuros. Los reconoce como la pandilla que sostiene en pie ese antro, que no llega a ser un prostíbulo pero juega con los límites. Allí los sometihi no se venden, pero tampoco tienen mucha voz. Solo aquellos que saben defenderse son respetados, los demás son muñecos de exhibición o trofeos que sus dominantia, mal llamados "pareja", lucen frente a otros, hasta que uno se atreve a desafiarlos para apropiarse de su sometihi. Y eso es lo que Jongin hará con el líder de la pandilla: usurparle a su RV. Es la única manera de no sentirse tan sucio por usarlo luego, liberándolo de ese criminal.

Red VelvetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora