Capítulo XI: Veritas post "Detrás de la verdad"

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Cuartel General del FBI
Washington DC
8:43 pm

Por la noches, las atestadas oficinas y los infinitos pasillos de la agencia federal de investigación, parecían aún más frías, desoladas y desconsoladas que de costumbre. Otra día más, que implacablemente se diluía con velocidad abrumadora y mantenía cautivos a varios agentes enfrascados en casos complejos y mentalmente agotadores, no solo para ellos sino también para aquellos que los esperaban en casa.

Mulder era uno de ellos, quien repentinamente había pasado de ser "Mulder el espeluznante" para convertirse nuevamente en aquel brillante y respetado profesional que era capaz de crear, maquinar y descubrir los más entramados casos, a través de sus perfiles de personalidades que los delineaba casi a la perfección.

Por cuatro días habían permanecido totalmente ensimismados y concentrados en encontrar a este nuevo perpetrador y su modus operandi y aunque habían logrado finalmente hallar más de una prueba para su condena aún no todos los procedimientos estaban listos para terminar el caso.

Sentado en la esquina de una de las grandes mesas de conferencia del salón, yacía Mulder completamente abstraído y concentrado en los papeles, fotografías y pruebas que se desplegaban entre las carpetas desperdigadas en su delante. Su cerebro repasaba una y otra vez los puntos necesarios para conectar todos los cabos sueltos que parecían calzar, sus ojos no perdían de vista ni un solo detalle y su mente armaba y desarmaba esquemas plausibles de solución.

Como un acto reflejo cerró repentinamente sus ojos desconectando finalmente sus ideas permitiéndose despejar un poco su mente. Visiblemente cansado, se desmotó sus lentes y con su mano izquierda tomó el puente de su nariz de entre sus ojos con su dedo medio y pulgar tratando de mitigar en vano el inicio de una leve jaqueca producto de las largas y extenuantes horas de trabajo.

Fijando nuevamente su mirada sobre su reloj notó que marcaban casi las 9 de la noche y lo único que deseaba realmente en estos momentos era poder regresar a casa desesperadamente. Las necesitaba, casi no las había visto en el transcurso de la semana, en las noches al llegar a casa solo se limitaba a tomar un baño y recostarse a lado de aquella mujer que le proporcionaba tanta paz y tranquilidad. Pero debía parar, esto no era más una opción, además ya no era el de antes, no después de ellas.

Al otro lado de la mesa varios agentes seguían al igual que él recabando procedimientos y perdidos en sus propios problemas tratando como todos de terminar de una vez por todas las largas horas de trabajo. Entre ellos, uno de tez clara, alto, de cabello castaño claro y corpulento observó con detalle al enigmático Mulder notando su evidente desgaste y agotamiento.

~ ¿Agente Mulder? ~ dijo el agente Craig Willmore acercándose a este para llamar su atención.

Craig Willmore había sido asignado como su nuevo compañero ahora que lo reinstalaron en el departamento de crímenes violentos y había ganado nuevamente la confianza y el respeto de muchos a su alrededor. Extrañamente parecía poder confiar en él, lo suficiente para trabajar y hacer efectivas sus investigaciones, pero sobre todo para poder contar con un respaldo cuando fuera necesario.

~ Valla a casa creo que ya ha hecho más que suficiente

Mulder lo observó y sin tomarle mucho tiempo decidió escuchar su consejo y seguirlo.

~ ¿Seguro que terminarás con todo solo?

~ Tranquilo yo me encargo, al menos a mi no me están esperando en casa

Mulder lo miró consternado, quien diría que hasta hace poco era él quien estaba en esa misma posición y que podía utilizar la misma frase para describir su vida. Con un leve movimiento de cabeza que podía identificarse como una especie de agradecimiento tomó sus lentes y su saco que reposaba sobre el respaldar de la silla en la que había permanecido por horas y se dirigió hasta la salida.

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