Cáp. 4 "El comienzo de su final"

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Anastasia Velarde.


Camino por los fríos bloques, no es necesario detenerme al momento que la luz verde del semáforo se torna, las calles se encuentran desiertas y entonces cruzo lentamente la calle deteniéndome en el medio y acostándome sobre el cemento frío. Suspiro y veo los colores del semáforo cambiar a cada cuarenta segundos, los colores cambian una y otra vez, no siento el tiempo correr, todo mi mundo para y entonces cierro los ojos estirando los brazos a mis costados.

— ¡Anastasia! — escuchó la voz de Laura. — ¿Que crees qué haces?

La ignoró y siento el frío viento.

— Ven, solo necesitas relajarte — le digo.

— Estás loca si piensas que voy a ir allá — vuelve a decir.

— Elio, venir — gritó hacia gemelo. — Yo sé que tú eres alguien quien se sabe divertir.

Vuelvo a abrir los ojos y me encuentro con el cielo oscuro, lleno de estrellas, al momento siento a alguien acercándose y acostándose a mi lado, puedo oler su perfume, es Elio y entonces volteo la mirada en su dirección encontrándome con sus ojos verdes.

Él me sonríe y entonces lleva la palma de su mano a mi mejilla, la acaricia lentamente.

— ¿Por qué nunca me has aceptado? — pregunta indignado.

— Elio...— susurro. — Eres mi socio, mi amigo y mi hermano, no te quiero perder por algo que no vale la pena como una relación.

Elio rueda los ojos y entonces lleva su mirada hacia el semáforo. Me sostengo sobre mis codos y me acercó a él, lo observo por unos segundos y no puedo negar que es un hombre guapo y atractivo, entonces me inclino a él y le doy un beso sobre la comisura de sus labios.

— Te quiero, pero por favor entiende — vuelvo a susurrar y él asiente sin hablar.

Una persona se acerca a nosotros y se acuesta a mi lado, así quedando yo entre los dos gemelos, Laura suspira fuertemente. Los tres observamos los cambios del semáforo sintiendo el frío viento y teniendo el ruido de la ciudad desierta.

Laura y Elio Landers eran mi familia, las únicas personas que podía considerar como alguien de confianza y con las únicas con las que había compartido momentos inmemorables. Nuestra historia era larga, demasiado, llevamos cinco años conociéndonos y haciendo negocios (tranzas) juntos, y para ser sincera esperaba que nuestra amistad durara más, aún así después de nuestro retiro.

— Anastasia, ¿que sucede si un auto pasa? — susurra Laura y entonces me encojo de hombros sonriendo.

— Nada...— respondo. — Simplemente dejaríamos de existir.

— No seas tan creepy, por favor — se queja Elio echando una carcajada.

El silencio entre los tres nos invadió una vez más, permitiéndonos escuchar el ruido de la ciudad que comenzaba a andar. Paris había despertado y había llegado la hora de despertar de nuestro sueño también.

Suspire y hablé.

— Landers, la ciudad despertó y nosotros también, es mejor si nos levantamos ya — sin esperar respuesta por ambos, me levante de un brinco.

Los gemelos me siguieron y entonces dirigí mi mirada en dirección al reloj enganchado sobre mi muñeca, 5:45 am.

Indique a Elio y Laura que era hora de dirigirnos al café que se encontraba justamente enfrente de las empresas COMMSA Mantenimiento. Raquel era alguien puntual y por el tiempo que había estado trabajando sobre ella, había descubierto que la mujer hacía presencia en la empresa justamente a las 6:00 am.

Luchando por el poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora