Cáp. 10 "Santillana Del Mar 2/2"

1.4K 63 13
                                    

Anastasia.


Sus ojos grises reflejaban amor y dulzura.

Podía sentirlo, podía sentir aquel sentimiento, e incluso sabía que era mutuo. Lo sabía por sus besos, sus caricias y sus palabras, sus abrazos me hacían sentir una mujer completa, cómoda y segura...

Me hacían sentir de una manera que nunca antes nadie me había hecho sentir.

Lleve las palmas de mis manos hacia sus mejillas y las acaricié. El atardecer estaba en su punto y los rayos del sol comenzaban hacer acto de presciencia por el oeste, haciendo que la el color amarillo naranja traspasara por el cristal y pegara sobre el rostro de Raquel.

Sus ojos ahora eran miel, sus mejillas rosadas, sus labios del mismo color y su cabello aún más claro y rubio. Era la vista perfecta, ella era la mujer perfecta, era hermosa, era hermosa que dolía, sus rasgos eran finos y largos, habían sido hechos por las manos de los mismísimos Dioses.

Raquel Dumont había sido creada por la misma Afrodita...

Raquel era la mismísima Afrodita. Una mujer hermosa y perfecta, una mujer conocida por su inmensa belleza, por la seducción, deseo y por ser la Diosa del amor.

— Si me sigues viendo de esa manera, juro que te arrastraré hasta el dormitorio y no te dejaré salir de ahí por décadas — dijo con una voz ronca.

Sonreí.

— No me molestaría en nada — me acerque a ella y le plante un dulce dedo sobre los labios.

Me tomó de la cintura y me pega a su cuerpo, para después sonreír entre el beso haciéndome sonreír de la misma manera.

Raquel comenzó a acariciar sus labios con los míos, para después moverlos hacia mi mejilla derecha y dejar besos mojados sobre esta, para después volver a regresar a mis labios y sumergirlos en un largo y cálido beso.

— Tus ojos combinados con la luz del sol son demasiado lindos — susurro.

— Estaba pesando lo mismo sobre los tuyos — dije entre risas.

Negó lentamente con la cabeza y se separó de mi, para comenzar a caminar en dirección a la pequeña barra y servir vino tinto sobre dos copas, se volvió a acercar a mi y me entregó la copa.

— Quiero agradecerte — dijo una vez después de dar un trago a la copa. — agradecerte porque me has hecho salir de la realidad, me has ayudado a volver a vivir mi vida. Gracias a ti, he vuelto a salir de mi oficina y disfrutar de los placeres de la vida. Quiero agradecerte a mi vida, porque desde que llegaste me has hecho sentir...cosas.

— Te amo...— susurre sin pensarlo.

Abrí completamente los ojos al darme cuenta de lo que había dicho. Dirigí mi mirada en dirección a ella, la cual trataba de esconder una sonrisa, Raquel tomó la copa y volvió a llevar a sus labios para poder darle un sorbo al líquido rojo y después volver su mirada a mi.

— Muchas personas me han dicho eso, siempre por compromiso y claro que nunca lo siento, ni siquiera me molesta. — me encogió de hombros. — pero tú...wow, realmente lo he sentido, hiciste que mi corazón...explotara.

Sus ojos brillaban lo cual hizo mi corazón salir de mi pecho de un solo papito. Sentía mi corazón exprimirse y mi estómago flotar ante la el rostro de Raquel, sentía mis piernas temblar y mis manos sudar ante aquella sonrisa asomada en sus labios.

Sin decir nada más, me acerque a ella y la abracé tan fuerte que la escuche gemir del dolor, pero como si no le importase, Raquel rápidamente llevó sus manos a mi cintura y me abrazo de la misma forma.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 19, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Luchando por el poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora