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ృ ꒰❝¿Puedes sentir dónde está el viento? ¿Puedes sentirlo a través de las ventanas de esta habitación? Porque quiero tocarte, bebé y sentirte también. Quiero ver el amanecer con nada más que nuestros pecados, solo tú y yo.❞꒱ ృ
Seis días. Eso no es suficiente tiempo para recaudar tres mil dólares, conseguir regalos para cada persona que conozco y ayudar a los niños a organizar su propia fiesta navideña el día veinticinco. Soy pequeña, lenta y ligeramente estúpida; la multitarea definitivamente no es lo mío.
—Tal vez deberías dejárselo todo a Bailey y Josh.— me había dicho Ashley. Estábamos sentadas en el columpio del porche, meciéndolo con movimientos ligeros mientras yo trataba desesperadamente de no quejarme por todo detalle a cada minuto con respecto a la recaudación de fondos.
Sólo agité la cabeza y suspiré, deseando haber elegido otra cosa que no fuera trabajar en la guardería durante el resto de las vacaciones de Navidad. Entonces no estaría atascada en ambos factores, fuerza de voluntad y 180.66 dólares, todo en un mismo instante.
Me froto los ojos, reprimiendo un gemido de sueño que sé que se me escapará de todas formas.
La luz brillante fluye a través de las cortinas separadas ubicadas en la ventana de Shawn, por lo que procedo a levantarme para cerrarlas, sólo para que el propio chico adormecido tiré de mí de regreso.
—No me dejes.— murmura. Suena más como una demanda, pero él está demasiado cansado que parece cualquier cosa menos intimidante.
—Voy a cerrar las cortinas.— Me río, alejándome lentamente de su mano. Sin siquiera pensarlo, me inclino para plantar un beso rápido en su frente, teniendo como reacción instantánea que él abra uno de sus ojos, acompañado de una sonrisa suave.
Después de deshacerme de la intersección de luz en las persianas, (y la "lucha" que implicó llegar a mi objetivo) me doy la vuelta para enfrentarme a Shawn. Lo primero que pienso antes de voltear es que lo encontraré profundamente dormido, pero prontamente me doy cuenta de mi errónea predicción cuando lo veo observándome fijamente mientras muerde su labio inferior apaciblemente.
—¿Qué?— pregunto, incapaz de controlar mi sonrisa, igualmente incapaz de no sentirme consciente de mí misma.
Su sonrisa perezosa es encantadora, incluso en las primeras horas del día cuando no me puedo molestar en observar o ver a nadie más.
—Te ves perfecta.—es lo que dice Shawn, en un tono suave y silencioso, haciendo que mi mirada baje a través de la ropa que llevo puesta.
Sus pantalones de pijama cubren mis piernas, los cuales tuve que atar dos veces para evitar que estos cayeran. Llevo conmigo una camiseta sin mangas y sin sujetador. Mi cabello es un desastre, mis mechones constantes luchan contra mi cara, y las bolsas bajo mis ojos deben estar más claras que nunca.
