NUEVE 😱😱

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Cuando Simón salió de la habitación comencé a llorar como una idiota, estaba muy sensible, estaba al borde de la desesperación, quería salir de la habitación y tratar de escapar como fuera.
Pero vi al otro hombre que casi me violó el primer día que estuve aquí, y el miedo me paralizó de nuevo, tengo que guardar mi propuesta si las cosas se ponen peores, si por algún motivo el dinero que consiguen por mí no es suficiente, si por alguna razón deciden matarme, tengo que guardar ese as bajo la manga.
Después de otro rato escuchaba voces justo afuera de la habitacion en la que estaba, después la puerta se abrió, estaba Simón con aquel hombre robusto. Entonces vi sus manos, el hombre llevaba en sus manos unas pinzas y Simon tenía cosas para curacion.
Mi cuerpo comenzó a temblar como nunca antes, estaba a mi límite, no lo iba a poder soportar, traté de rogarle a Simón que no lo hiciera pero no me escuchó, así que tenía que pelear, no tenía otra opción, me puse de pie y quise correr hacia la entrada, pero el hombre robusto alcanzó a tomarme por el brazo y me jaló, cuando vio mi cara no lo dudó, me golpeó en la quijada derecha y caí al suelo boca arriba, traté de levantarme otra vez pero mi cuerpo no me respondía, veía puntos negros en mi visión y comencé a toser, entonces me di cuenta que me estaba ahogando con mi propia sangre, se sentía caliente dentro de mi boca, así que la escupí como pude, pero seguía en el limbo de la inconsciencia.
Unas manos frías me levantaron del suelo y sentí como me ponían violentamente en la silla de madera, después de otros momentos ese tipo y Simón se encontraban amarrándome con todas sus fuerzas para que no pudiera moverme, traté de hacerlo pero no podía si quiera mover mis manos y pies ni un milímetro, mis brazos estaban comenzando a dolerme, ya que las manos estaban amarradas a mis espaldas.

Por favor Simón, no me hagas esto por favor, te lo suplic.- Decía entre sollozos con mis lágrimas calientes y espesas cayendo incontrolablemente de mis ojos, todo se volvió borroso, entonces me di cuenta que tenía que ser fuerte, que así les suplicara hasta el cansancio, no iban a dar resultados.

"No tengas miedo" decía una voz dentro de mi cabeza, " Pronto pasará" Así que dejé de llorar aunque temblaba, mi cuerpo estaba lleno de emociones que estaba tratando de controlar, sabía que esto no tendría fin pronto, así que tomé aire para tratar de tranquilizarme un poco, tenia que ser fuerte.

iMira nada más que tenemos aquí! -la voz del hombre robusto me hizo saber que se encontraba a mis espaldas-. Qué bonito anillo, debe valer una fortuna. Sentí sus manos frías en la mano donde llevaba puesto el anillo de rubí de mi madre, tocó mi dedo índice, que era donde lo llevaba puesto y lo deslizó hacia abajo para poder quitármelo. -Será un perfecto adorno para el regalo que le enviaremos a tu padre-pronunció esas palabras y mis lágrimas comenzaron a salir de nuevo, mi cuerpo volvió a perder el control.

Bien terminemos con esto-acató Simón.

Bien- entonces el hombre robusto tomó las pinzas del suelo y comenzó a caminar a mis espaldas.

Simón por favor te lo suplico, no me hagas esto-decía con una voz a penas entendible, sentía que me desmayaría en cualquier momento. No me dejaba respirar, ya no podia.
Simón se puso de cuclillas frente a mí y mi rostro quedó frente al suyo mientras me miraba. Ahuecó mi rostro con sus manos mientras limpiaba algunas de tantas lágrimas que lloraba.

Perdóname Alay, no sabes cuanto lo siento, perdóname-entonces puso su frente contra la mía y logré calmarme por unos instantes.
Fue cuando sentí el metal frío de las pinzas alrededor de mi dedo índice, yo solo podía negar con la cabeza preparándome para lo peor. Comenzó a apretarse alrededor de mi piel y el dolor comenzó.

BASTA! iPOR FAVOR TE LO SUPLICO! iPARAA!
Sentia el dolor en mi mano, no podía para de llorar a los gritos.
Mi garganta dolía, jamás había gritado de esa manera, pero era inútil, no me escuchaban, ese tipo solo apretaba y desapretaba las pinzas alrededo insoportable de mi dedo y el dolor era enorme.
Comencé a sentir mi sangre caliente deslizándose por el dorso de mi mano derecha. Hasta que llegó al hueso de mi dedo mutilado, yo seguia gritando sin parar.

Tranquila, ya casi termina -susurró Simón tomando mi cabeza apretándola para que dejara de moverme, ya que parecía que estaba en medio de una convulsión.
Entonces ocurrió, escuché el crujir de mi dedo y las pinzas se retiraron. Mi respiración estaba acelerada y mi corazón latía tan rápido que lo sentía palpitar en la parte detras de mis oidos y de mi cabeza, mis lágrimas seguían saliendo y el dolor era terrible. Pero ya había dejado de gritar, por el esfuerzo sentía que mis náuseas apenas y las podría controlar, me dolía todo mi cuerpo, los brazos en especial.
También pude sentir sangre en mis pies y en mis muñecas, pues el esfuerzo que hice para liberarme, hizo que me lastimara la piel en esas zonas. Levanté mi mirada como pude y vi como el hombre robusto me sonreía, después me mostró mi dedo índice ensangrentado, tomó el anillo de rubí y se lo puso de nuevo.
Salió de la habitación y me dejó sola con Simón, él no me miró después de lo que acababa de pasar.

"Lo lamento tanto" "Perdóname Alay", era lo que le escuchaba decir mientras me desataba y en cuanto soltó mis brazos mi cuerpo cayó hacia delante, sentía mi cuerpo desfallecer, pero Simón logró atraparme antes de que mi cara golpeara contra el piso, metió su brazo en la parte trasera de mis rodillas, me levanto como si fuera una princesa y me llevó al colchón. Después comenzó a curarme cuidadosamente, el ardor del alcohol en mi piel mutilada hizo que gritara pero callé mi alarido mordiendo mi lengua, mi boca no podía estar más ensangrentada.
Después puso una gaza encima y cubrió mi mano con ella mientras le ponía cinta, noté que la venda que me puso estaba un poco apretada para disminuir el sangrado. También comenzó a curarme de mis extremidades por el daño hecho por las cuerdas.
En cuanto terminó, tomó un frasco de pastillas, saco dos píldoras y me las ofreció.

Tómalas, ayudaran a disminuir un poco el dolor.

Nada puede disminuir el dolor en mi pecho, al verte no hacer nada para ayudarme- respondí en apenas un susurro.

Lo lamento mucho.
Se levantó y salió de la habitación no sin antes dejarme en la silla un vaso de agua y las pastillas, así que como pude me levanté tomé las píldoras junto con el agua.
También enjuagué mi boca y escupí la sangre a un lado de la habitación. Aunque la escena de eso no se comparaba con la sangre aún líquida que manchaba el piso justo en frente del colchón.
Me recosté y comencé a llorar de nuevo desconsoladamente.
La traición, la cobardía, el dolor, todo se apoderaba de mi como un remolino que me quitaba el aire.
De repente el sueño estaba tomando posesión de mi cuerpo, supuse que era un efecto de las patillas que tomé, así que me dejé ir, tenía que olvidar de alguna manera el dolor punzante de mi mano.

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2019 ⏰

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