19. Una semana.

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Ahora que no estás me cuesta más luchar.
Ya no te veo, no te escucho, no me río, y nunca me imaginé que costaría tanto acostumbrarse a eso.
Hay días en los que sigo esperando un consejo, un abrazo o cualquier tontería que me alegre un poco la tarde.
Cuando se hacen las dos de la madrugada y no puedo hablar con nadie es cuando más lo noto, era nuestro rato, ya no lo es.
Y me muero por contarte que han cambiado muchas cosas, que cada vez estoy más segura de que es ella, de que en casa todo va mejor, que yo estoy mejor. Pero no puedo.
Si te pienso empiezo a echarte de menos, tanto que a veces creo que voy a reventar y que me voy a quedar vacía, aunque ahora que no estás muchas veces ya me siento así.
Es difícil intentar explicar cómo soy sin tu ayuda, sobraban las palabras entre los dos, y creo que eso era lo que más brillaba en nuestra amistad. Nunca me ha hecho falta explicarte mucho, siempre lo has entendido a la primera, todo.
Quiero que vuelvas a ser mi mejor amigo.

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