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21. Sol.

Fue en un segundo. La vi llegar y lo supe, iba a dejar huella en mí.
Luego escuché el sonido de su risa, su forma de hablar y sus gestos. Me fascinó el doble.
Me enamoré de ella por su fuerza, sus ganas de luchar contra todas las injusticias. Por su visión, por la ilusión que le pone cuando se propone cambiar el mundo, y aunque ella no lo crea así, el mío lo cambia cada día.
Por su empeño, por sus metas y su capacidad de hacer lo que se proponga, porque nunca conocí persona tan luchadora como ella.
Porque desde que me conoció nunca me ha dejado sentirme sola, nunca me ha dejado sentirme fría.
Porque me completa, me llena en los días que a mí me cuesta hasta abrir los ojos, y no me suelta, no me deja caer.
Por la libertad que siento estando a su lado, por las alas que me ayudó a coserme, y por reparar lo que llevaba roto años.
Me enamoré de ella porque nunca había visto un sol más bonito que el que se refleja en su espalda desnuda todas las mañanas, porque sabe tranformar un lunes en un sábado.
Me enamoré tanto de ella, que a día de hoy sigo amándola como el primer día, incluso más.
Me enamoré tanto de ella que a nadie más acariciaré de la misma forma.