XI

42 7 2
                                    

Emma

Al llegar a la estantería que me ha señalado la agradable mujer empiezo a buscar algo interesante que no haya leído encontrándome con varios clásicos de la buena poesía que se notaba que no se habían sacado de ahí en mucho tiempo, es una pena.

Estaba tan concentrada observando los diferentes libros que solo reacciono cuando todos los libros de la estantería de arriba caen en mi cabeza aunque si lo hubiera visto antes, o creo que los hubiera podido detener.

Haciendo que de mi garganta salga un chillido y caiga de trasero al frío suelo.

—Auch —dije bajito mientras sobaba mi cabeza, la verdad había dolido mucho.

—Oh, lo siento mucho —dijo un chico acercándose a mí para ayudar a levantarme.

—No te preocupes, ya me ha pasado —dije mientras sacudía un poco mi ropa y ayudaba al chico a recoger los libros causantes de mi dolor.

— ¿Es normal que te golpeen con libros? —solté una pequeña risa y lo mire por primera vez en lo que llevamos "hablando", claro está, si el golpe con los libros cuenta como el inicio de la conversación.

Lo que menos me esperaba era encontrarme con el chico que me había tratado de ayudar en el indeseado encuentro con lo que parecían ser una pandilla el día de ayer.

— ¿Alex? —pregunte al identificar a mi casi salvador.

—Wow, ¿Recuerdas mi nombre? Aunque recuerdo habértelo dicho —pregunto algo extrañado al ver que recuerdo su nombre o más bien porque lo sé, lo que me parece de verdad gracioso.

—La verdad lo escuche el día del pequeño... altercado además, ¿Cómo olvidaría el nombre de mi casi salvador? y por cierto, nunca he olvidado un nombre en mi vida —dejo de hacer contacto visual con él para seguir recogiendo el montón de libros que aún se encontraban en el suelo.

—Oh, me halagas —volví a reír por lo tonto que sonó eso, teniendo en cuenta que nunca olvidó algo.

—Yo no diría que es un halago en sí pero si quieres verlo así...—dije recogiendo los últimos libros y acomodándolos en la estantería.

Al notar que Alex está acomodando los libros de manera aleatoria sin seguir el orden de los números algo me incomoda hasta el punto de detenerlo y empezar a organizarlos de manera correcta y de fondo escucho como Alex ríe fuerte, lo que me desconcierta un poco ya que solo es sentido común.

— ¿Qué? —hablo con un notorio tono de desconcierto porque la verdad no entiendo nada.

—Eres una de esas chicas obsesionadas con el orden, lo que me causa risa porque todos los libros de la biblioteca están desordenados —dice ya más calmado después de su risa escandalosa.

La verdad empecé a ver cada estantería y note que si, efectivamente todos los libros estaban en desorden.

Repite hondo y empecé a maquinar una solución para esto y sin decir nada me encamine a donde se encontraba la secretaria.

—Hola, soy yo otra vez, quisiera preguntar si necesita un ayudante para la biblioteca, ya sabe para organizar los libros y limpiar —solo quería que me dijera que sí y que me dejara ordenar este desastre rápido.

—La verdad sí, pero como nadie está interesado en ayudar en la biblioteca o no había nadie hasta ahora —dijo mientras me miraba y se notaba que estaba a gusto con que yo fuera su ayudante. —La paga es muy buena y los horarios son de después de la salida de tu jornada hasta las seis de la tardecita —esto era perfecto hasta que en mi lista que hacerles del día estaba el cumplir con mi castigo.

Puse mala cara.

—Lo siento por esto, tengo que cumplir un castigo a esa hora, gracias de todos modos —agaché la cabeza con intención de irme hasta que volvió a hablar.

—Si quieres puedo hablar con tu director para que cumplas tu castigo trabajando aquí pero creo que ya no tendrías paga —dijo sonriente al igual que yo.

—Eso sería fantástico —dije con mi mejor sonrisa, la verdad que me encantaba la idea de esto en vez de los niños.

—Entonces empiezas hoy al terminar la jornada —sonrío y de encaminó a lo que parece el despacho del director.

En el momento en el que la mujer abandono la sala un pequeño grito salió de mis labios y empecé a saltar de felicidad.

—Eres la primera chica que conozco que se emociona tanto por trabajar en una biblioteca —hablo una voz que ya podía reconocer fácilmente

Gire mi cuerpo lentamente al caer en cuenta que es posible que fuera testigo de mi arrebato de felicidad.

Aclaro mi garganta antes de hablar.

—Emmm —es lo único de sale de mi boca y me siento la persona más estúpida de planeta.

Escucho como ríe de nuevo y estoy casi segura que es por mi ahora rojo rostro.

Niega con la cabeza, desordena un poco mi cabello y se va dejándome sola con mi vergüenza.

*Capitulo editado*

A different warDonde viven las historias. Descúbrelo ahora