Una Gran Genio (Terminada)

Aparece mi sarcástico salvador

Nar. Keith

Los secuaces de Doom me habían atado y dejado en una esquina, como un saco de patatas.
Mientras veía cómo sufrían mi familia y de qué forma se reía Doctor Muerte yo intentaba llegar al reloj que me regaló mi padre. Cuando por fin lo logré, me puse como loca a configurarlo.
Nunca había configurado una máquina sin mirar, con las manos atadas y bajo presión, aunque fuera un aparato la mar de simple. A ciegas, le daba a los botones y tocaba la pantalla digital intentando acordarme de cómo ponía la información, para dar en el sitio correcto. Al final oí un pitido que me confirmaba que lo había hecho bien.
Se suponía que le había puesto el máximo alcance para que viniera a ayudarme quien fuera que estuviese disponible. Le di la botón y recé por que la llamada de auxilio llegara a alguna parte.
- Se te vé muy callada, querida.-
Dijo Muerte mientras usaba ese aparato.
Yo me fijé bien en los sitios donde daba y los números que marcaba para memorizarlos y por si los necesitaba.
- Dijiste que Peter estaría a salvo.-
Dije cambiando de tema.
- Deberías saber que soy un mentiroso compulsivo.-
- Ya lo veo...-
Cuando terminó, se giró hacia mí y me dijo:
- Voy a poner en marcha a esta preciosidad, -dijo mirando el aparato del techo- si quieres decirles algo, este es el momento.-
Todos los superhéroes tenían la cabeza en otro sitio, concretamente en cómo desatarse.
Yo, para tener su atención, dí un grito y todos se giraron a mirarme, la mayoría con cara de enfado y la otra parte con cara decepcionada.
- Chicos, sé que os he fallado, y lo siento mucho...-
- Confiábamos en tí, y tú nos has apuñalado por la espalda.-
Dijo Nat. Eso me dolió, ya que creía que éramos buenas amigas.
- Lo sé, pero si no hacía lo que me pedía haría daño a la tía May, y luego a tí, Peter...-
La expresión de mi amigo se suavizó por un momento, pero luego se tornó más dura que antes.
- ¿Quién es Tía May?-
Dijo por lo bajo Thor, a lo que su hermano, que estaba al lado, le mandó callar.
- Entiendo que no queráis perdonarme, pero tenía que decíroslo. Lo siento...-
En ese momento el Doctor Muerte hizo una pedorreta con la boca.
- Qué ñoñería. Es demasiado empalagoso. Bueno, ya os habéis dicho adiós, ahora voy a activar esto...-
Le dió a unos botones más y la maquinaria empezó a zumbar y a moverse.
- ...¡y voilà!-
El aparato empezó a brillar y de él, con un gran estruendo, salió un gran rayo brillante.
Era de color amarillo, blanco, morado, rojo, azul y negro. El rayo envolvió a mis amigos y casi no podía distinguir sus siluetas. Mientras miraba, horrorizada, la escena, el Doctor Muerte se reía y disfrutaba como un niño en navidad.

Después de un rato, Doom apagó el cacharro y allí donde había estado mi familia ya no había nada. Habían desaparecido.
- ¡¡QUÉ HAS HECHO CON ELLOS!!-
- Los he mandado a otra dimensión, de la que no volverán JAMÁS.-
- ¡¡ERES UN MONSTRUO!!-
- Gracias.-
Se acercó a mí y se puso delante. Con la mano hizo como si estuviera sosteniendo una pelota y en ella se empezó a formar una bola de energía morada.
- Ya me he encargado de esos payasos. Te toca a tí.-
Justo antes de que me lanzara un rayo láser con la mano, rodé por el suelo lejos de su alcance y me puse de pie como pude.
Doom se giró hacia mí y volvió a crear una bola de energía. Él tardaba su tiempo, pero cada vez parecía hacerlo más rápido. Me dirigí a una mesa con aperitivos y cogí un cuchillo. Intenté romper las cuerdas y, por suerte, no estaban hechas del mismo material que las de los superhéroes.
Volvió a dispararme y yo esta vez, y sin ataduras, lo esquivé más rápido. Cogí una silla cercana y me dirigí con ella hacia mi contrincante. Volvió a disparar y yo me pretegí con la silla, a la que hizo un agujero enorme en el respaldo.
Corrí hacia él mientras hacía otra bola láser y le estampé la silla con todas mis fuerzas en la cara. El mueble se hizo añicos, pero Doom seguía intacto y para mí desgracia, lo había puesto furioso.
Intenté seguir esquivando sus rayos, pero me empezaba a cansar y sus compinches estaban empezando a acercarse a ayudar a su amo.
Al final, me cogieron entré todos, me inmovilizaron y para que me parara de mover, uno me dió un fuerte puñetazo en la barbilla. El dolor era insoportable y por fin era un blanco fácil para mi rival.
- Se acabó el juego, Stark.-
En el momento en que iba a chamuscarme la cara, una especie de látigos chisporroteantes de color amarillo, naranja y rojo le sujetaron el brazo y le echaron hacia atrás.
Delante de una especie de portal que soltaba chispas había un hombre algo peculiar.
- ¿Quién me ha llamado?-