Varias verdades, un secreto

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Era el atardecer en San Francisco, en una casa donde aparente todo era normal, una mujer estaba terminando de hacer la cena para ella y su familia, su esposo aun no llegaba del trabajo y su pequeño hijo miraba la televisión. Aquel niño miraba con emoción una de las tantas aventuras de He-man y los guardianes del universo, su caricatura favorita. De repente un fuerte estruendo sonó desde afuera tanto aquel niño como la mujer se asustaron de lo sucedido, la mujer de cabellos castaños se dirigió a ver por la ventana, una exclamación salió de sus boca y directamente fue abrir la puerta observando como unos segundos después su madre entraba a la casa agarrando a su padre y con esfuerzo ambos pasaban el umbral del hogar.

— Hijo espérame aquí, llevaré a tu padre a la habitación para que duerma, la cena casi esta lista. — Eso dijo la mujer con una pequeña sonrisa, aquel niño solo se quedó mirando y escuchando los quejidos de su padre y la molestia de su madre. Los minutos pasaron y los pequeños ojos azules del niño se concentraron en la caricatura, los gritos aumentaban en la parte de arriba, y fue de repente que se empezó a escuchar una serie de golpes, los gritos de su madre se escuchaban con dolor y susto.

— ¡Suéltame Albert! ¡No me pegues! — Se escuchaba el grito desgarrador mientras se escuchaban los distintos golpes. Aquel pequeño niño se moría de susto y lo único que pudo hacer fue salir corriendo de ese lugar con lágrimas de los ojos, no se detuvo hasta que chocó con una mujer que iba a caminando.

Aquella mujer la señora FitzGerald, trató de calmar al pobre niño, este le contó todo y la señora preocupada tomó su mano y lo llevo a su pastelería. Donde después de unas llamadas, y varias horas aquella señora lo llamó y los ojos del niño de nuevo se llenaron de lágrimas al ver la imagen de su madre herida.

*

— ¡Connor! — Los ojos azules del empresario de repente se abrieron con una respiración agitada y mirando la imagen de Max a su lado quien preocupado lo observaba. — ¿Pero qué...? —

— Tuviste una pesadilla, fui por un vaso de agua y cuando volví estabas quejándote y comenzaste a llorar. — Dijo mientras el empresario se sentaba sobre la cama extrañado de lo escuchaba.

— ¿Llorando? — Fue en ese momento que sintió sus mejillas húmedas, en verdad estaba llorando, y todo fue por los recuerdos que recurrían sus sueños. — Pensé que ya lo había superado.

— ¿Está todo bien? —

— Si, solo que... Esta casa me remueve tantos recuerdos de mi infancia. No pensé que volvería a recordar aquella primera vez que mi padre... — La voz de mayor se empezó a cortar al tratar de decir aquello, Max no lo pudo soportar, abrazó a su pareja lo más fuerte que sus brazos podían abrazar, acariciando el cabello de su nuca y su espalda.

— Tranquilo Connor, todo está bien. Estoy aquí, todo eso ya quedo en el pasado. —

— Lo siento... —

— No te preocupes, sé que es difícil hablar acerca de esto. No es sencillo hablar acerca del alcoholismo de tu padre y como este golpeaba a tu madre. Tu infancia, nunca me imaginé si quiera que hubiera sido así... –

— Recuerdo que durante mucho tiempo tuve miedo de ver televisión debido a ese día, no quería verla porque temía que en algún momento él llegara de nuevo borracho. —

— Connor, basta. Ya no recuerdes esos momentos amargos. — El chico tomó el rostro del empresario mirándolo con triste pero enseguida poniéndole una pequeña sonrisa. — Mejor recuerda momentos felices, importantes, aquellos momentos que realmente te sacaron una sonrisa. — Connor, miró a Max unos segundos, suficientes para poner él también una sonrisa mientras con su pulgar acariciaba el labio inferior del chico.

Una vida a tu lado (Historia LGBTI) (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora