Los pelos del cuerpo se erizaban mientras el aire se volvía denso debido a la tensión sexual, sus respiraciones se aceleraban y se mezclaban de forma pesada a los pocos milímetros que tenían de distancia entre sus labios y sus cuerpos. Para ambos fue un placer extraño recorrerse nuevamente con las manos, tanto por sobre la tela como por debajo de ella. Pasar las manos trabajadas y secas del jefe de clan por encima de la ropa de seda hasta poder llegar a la piel del pecoso, escuchan como este suspiraba y le gimoteaba ante ciertos movimientos, ciertos besos que le llevaban a apretar la lana cruda que llevaba la capa blanca en su parte superior mientras se dejaba recorrer por el mestizo. El rubio lo recostó suavemente sobre los cueros que había usado él para dormir en los últimos dos años y medio, mientras que el pecoso se llevaba una mano a su boca, cubriendo esta con un poco de fuerza al sentir sus piernas temblar ante las sensaciones contenidas en todo esos años.- déjame tomarte -le susurró el ojirubí de forma suave mientras descendía con su boca por el pecho algo quemado del rizado, viendo como este se retorcía levemente debajo de él- déjame hacerte mío denuevo -susurró, siguiendo con su recorrido sin esperar respuesta al escuchar como el peliverde peleaba contra el impulso de hacerse escuchar.
Volver a tenerlo debajo suyo, escucharlo gemir de forma ahogada, sentir como sus uñas se enterraban en su espalda y tiraban un poco, raspando su piel, mordiendo su clavícula, apretando sus piernas alrededor de sus caderas, apretando de vez en cuando su brazo entre sus manos. Así ambos alcanzaron el clímax más veces de las que habían logrado tener en sus cinco largos años, en distintas posiciones y con distinto propósitos, cumpliendo con sus fines carnales de forma rápida, satisfaciendo sus necesidades de cercanía y unión de la forma más lenta y tortuosa para ambos. Habían pasado tal vez unas horas, donde los cuerpos de ambos estaban cansados, sus músculos temblaban un poco, Midoriya se sentía fatigado ante el escozor que sentía en sus pulmones y su dolor de huesos, pero la necesidad de unirse una y otra vez con Katsuki lo hacía omitir su dolor, haciendo así que se dejara empalar en él. En ese momento, Omega se encontraba enganchado de forma floja a las caderas de su esposo, mientras que este estaba en una postura relajada y de rodillas, dejando besos en el hombro de su esposo mientras que sus manos se paseaban por la maltratada piel sellada con los años. Aunque era extraño tocar las cicatrices que poseía el pecoso en su espalda, veía que no presentaba resistencia mientras este tenía su frente apoyada en su cuello, respirando de forma pesada mientras se movía muy levemente.
- creo que ya debo limpiarte -le dijo de forma un poco cómica, para separarse y ver el rostro del oji esmeralda, quien clavó su verde mirada en la del contrario. Aunque sea veía fatigado y desgastado, el hombre le sonrió antes de asentir con su cabeza, volviendo a reposar su cuerpo contra el de su esposo.
En solo esas horas, el pecoso había logrado despertar todas las alarmas en el jefe de clan, quien en ese momento se limitó a salir de su interior y a abrazarlo unos momentos, inhalando hondo de su piel mientras trataba de aferrarse a su cuerpo, sintiendo su temblorosa y algo trabajosa respiración. Con sumo cuidado, limpió el cuerpo de su marido con los aceites que le había entregado la abuela, restregando los trapos aceitosos por su cuerpo con cautela, encargándose de revisar cada centímetro con detenimiento, viendo que las cicatrices de su espalda siguieran igual, viendo de forma distraída las pecas que adornaban su cuerpo, reconociendo nuevas marcas, pasando de forma cautelosa las yemas de su dedo por la piel, por sus cabellos, por sus extremidades y por todo lugar donde pudo tocar. En un momento, el peliverde estaba sentado mientras el rubio sumergía la tela en uno de los aceites que esperaban que mejoraran su condición.
- ¿Extrañabas volver? -le dijo con una leve sonrisa el rubio, mientras estrujaba el paño y lo colocaba sobre el pecho de su esposo, frotando un poco.
- no lo pensé mucho, quería volver, pero no fue decisión mía regresar -le murmuró de forma distraída, haciendo así que el ojirubí alzara una ceja, sin desconcentrarse en su tarea- Shouto tomó la decisión de volver cuando murió uno de sus hijos por mi culpa -susurró, frunciendo un poco su entrecejo, reproduciendo las escenas en su mente- me enfermé muchas veces allá, Kacchan, demasiadas, en una ocasión se contagiaron a ambos y uno de ellos murió, era muy pequeño, Kazuhiko era solo un bebé -le dijo en un susurro- un doctor me vio y dijo que no sabe que tengo, que moriré, por eso hemos vuelto, Akihiro murió en el barco y todos pensaron que moriría con él, hasta yo lo esperé, pero no -susurró, cerrando sus ojos con pesar. Katsuki alzó su vista y contuvo la respiración cuando vio el rostro de su esposo. Estaba pálido, ojeroso y con ciertos huecos marcados debido a la delgadez- esperé morir, quise morir, dolía mucho y aún duele, no solo el haber provocado su muerte, todo mi cuerpo duele -gruñó de forma suave, mordiendo un poco su labio- duele y sigue doliendo, nunca para de doler -le lloriqueó, llevando una mano a su pecho, posándola suavemente.
- ¿morirás? -le susurró en un hilo de voz el rubio haciendo así que el peliverde abriera sus ojos, arrugando un poco su rostro antes de sorber su nariz, asintiendo con su cabeza antes de sentir como por sus mejillas se comenzaban a deslizar unas pequeñas lágrimas, que luego fueron abundantes. Se abrazaron con dulzura y se acurrucaron uno contra el otro, buscando consuelo para la inexplicable molestia que sentían en sus pechos. Mientras que Izuku trataba de no llorar debido al dolor que le provocaba, Katsuki trataba de reprimir ese dolor en su interior, sabiendo que levantaría sospechas en Kirishima si el malestar proseguía.
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Domador de Dragones
FanfictionIzuku Midoriya es un chico que desde su niñez había sido sirviente personal del príncipe Shouto Todoroki, cumpliendo su rol como defensor y mejor amigo del heterocromático a cambio de que se le pagara a su madre, una mujer viuda que no tenía suficie...