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Katsuki se encontraba caminando en silencio en dirección a su carpa, en una mano llevaba la ropa que tuvo que lavar debido a la sangre y en la otra llevaba sus botas blancas. Tenía la vista fija en el piso mientras sentía su pelo gotear sobre lo que era su cuerpo.

- ¿e-está segura de que no se molestará? -escuchó una voz algo aguda venir de su tienda, Bakugou alzó su vista y frunció su entrecejo, reconociendo que esa era la voz del chico que había sacado del campo de batalla.

- ah, claro que no, Alfa es muy inteligente y todo, pero nunca se da cuenta cuando desaparece ropa de él -escuchó la voz de su madre con un tono cómico, el oji rubí caminó con molestia hasta la entrada de su carpa y abrió la solapa de un solo movimiento, viendo como adentro el chico de pelo rizado saltaba un poco cohibido, en lo que la madre de Katsuki revolvía un cajón de madera donde el rubio cenizo tenía su ropa, regalo de su padre hace un par de años.

- ¿se puede saber que estás haciendo, viena bruja? -gruñó con molestia, alzando levemente su labio superior y mostrando así sus dientes. Izuku los observó con atención y sintió levemente sus piernas temblar al notar lo filosos que eran, no tanto como el mitad dragón que anduvo con él, pero notó que tal vez los tenía así para poder desgarrar carne.

- cállate, Alfa -dijo la mujer con una gran sonrisa, justo se levantó con unas prendas en sus manos, Midoriya miró y pudo distinguir que era una camisa blanca un tanto gastada y unos pantalones verdes igual de gastados, debían tener unos buenos años- le daré esto al cachorro, luego irás con él y lo cuidarás en lo que se saca la sangre -dijo ella, caminó donde Izuku y le entregó la ropa justo antes de que este viera como el hombre de la capa roja colocaba su mano sobre el hombro de su madre.

- detente, es en serio -le gruñó, enseñando más sus dientes, Izuku se alejó un paso para atrás y apretó la ropa entre sus manos. Pensó en darle un empujón y arriesgar su vida, ya que su madre le había enseñado que había que respetar a todo el mundo y tenía pequeños recuerdos de su padre diciéndole que él debía cuidar y respetar a su madre, pero vió como la mujer alzó su mano y le dió un manotazo en la sien al rubio, quien luego del golpe se quedó con la vista fija en donde había quedado, ya que su rostro se había movido en dirección al piso.

- si te metes conmigo, te responderé -dijo ella con voz pacífica, la misma mano con la que golpeó a su hijo la puso sobre el hombro izquierdo de este y lo apretó. Izuku miró y en ese momento se dió cuenta que en ese hombro el chico tenía un tatuaje, un 1 romano encasillado en un tipo de trébol de tres hojas invertido.

Ignorando la enorme discusión que estaban montando los rubios dentro de la tienda, volando zarpazos, mordiscos, golpes e insultos, Izuku estaba metido en su cabeza, murmurando a un volumen bajo lo que recordaba acerca de números, estaba casi seguro que había visto una lista de números y letras con su nombre en algún libro, pero no lograba recordar si era uno de la pequeña colección que habían armado sus padres cuando él aún no nacía y durante la primera parte de su primera infancia, si era unas hojas más en la enorme biblioteca que pertenecía al palacio y por tanto al uso exclusivo de los Todoroki o si lo había leído alguna vez de curioso en los libros que traían viajeros que vendían chucherías u objetos para tener dinero y largarse de ese pueblo.

- oye, cabeza de césped -escuchó un gruñido, Midoriya agitó su cabeza con confusión al sentir como le llamaban y miró al chico que tenía en frente, aparte de tener 4 lineas marcadas en su mejilla en lo que les brotaba lo mínimo de sangre, este lo miraba con un toque de odio- muévete, no tengo todo el día.

Aunque fue una pequeña travesía llegar al río y fue toda una locura meterse a las congeladas aguas que corrían por este, Izuku se encontraba finalmente bañándose en este, había procurado tener por lo menos hasta su cintura con agua en lo que frotaba con su pantalón sucio el resto de su cuerpo, con el fin de sacar la sangre de su piel. Aunque le ponía empeño a esa tarea, algo más ocupaba su cabeza, mientras trataba de concentrarse en frotar la tela en movimientos circulares para no dejar rastro alguno, los recuerdos de su familia le inundaban la cabeza.

El como una chica huérfana de 15 años y un simple e indispensable caballero logradon formar una familia. Ella, una chica que había vivido sola toda su vida y tuvo que subsistir toda su vida de su rápido aprendizaje y su "as bajo la manga" que era saber leer y escribir en varios idiomas; mientras que él, un chico que ingresó al ejército real porque era la mejor opción, no quería ser un carpintero como su padre ni tenía habilidades para ese oficio.

Izuku sentía en su oído la voz de su madre, contándole siempre la misma historia: "nos conocimos porque la Reina quería entregar una carta, pero debido a su embarazo se encontraba en muy mal estado de salud y no podía salir de la cama, entonces me llamaron para que la escribiera y tu padre hizo guardia todo ese tiempo, finalmente cuando terminamos y Hisashi tuvo que ir a dejarme a la entrada del palacio, a pesar de que levaba la mano enguantada pude sentir una corriente eléctrica cuando toqué su mano, supe en ese momento que él era el hombre ideal para mi".

Katsuki miraba desde arriba de un árbol como el humano frotaba de manera distraída la tela sobre si mismo en lo que lágrimas se resbalaban por sus mejillas, aunque a Alfa le molestó esa débil actitud prefirió observar en silencio, desviando su mirada al notar como el chico ya dejaba de mover el brazo y se largaba a llorar con ganas.

Al fin y al cabo, ese chico por más niño que parecía, había estado en un campo de batalla bañado en vísceras ajenas y a punto de morir, Bakugou no era nadie para juzgarlo si lloraba por ello.

Domador de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora