III

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Regresar a casa después de dos años siempre da un sentimiento de alegría y nostalgia, ese cuarto al que ahora regresaba lo había visto cuando su rostro era más similar al de un niño, ahora a los dieciséis años comenzaba a verse más como un adulto. La primera semana de clases había llegado a su fin, sus viejos amigos eran muy atentos y se mostraban curiosos por saber que había sido de su vida cuando estuvo lejos, el viernes de esta semana, Chloé le haría una fiesta de bienvenida, una fiesta sorpresa aunque él ya lo sabía, sus antiguos compañeros de curso no sabían cómo guardar un secreto, la fiesta se había retrasado porque (Y Chloé se había quejado mucho de esto) nadie sabía que regresarían, la razón fue porque ni él mismo sabía que regresarían, estaba disfrutando de las vacaciones y de sus amigos que le invitaban a pequeñas fiestas, campings, reuniones, a jugar videojeuego, entra tantas otras cosas en las vacaciones que no escucho a su padre cuando les informo que su contrato en New York había terminado y regresarían a París, Félix, más preocupado que Adrien por esas cosas, le pregunto si tenía pensado un cambio tan brusco, a lo que Gabriel respondió que prefería regresar a París, todos los compromisos que requerían de su presencia habían pasado ya así que nada los retenía en esa ciudad. Cuando Adrien se enteró se opuso rotundamente.

-¡No abandonare mi vida aquí en New York! Si ya no es estrictamente necesaria tu presencia aquí, seguro que en París tampoco lo es – le había retado Adrien, haciendo que su padre se moleste y les exiga sin opción a protesta, arreglar sus cosas para el regreso a Francia.

Para sorpresa de Adrien, Félix también parecía decaído aunque no protesto, por lo que sabía no había nada en New York que lo atara, muy pocos amigos había hecho así que ¿Por qué no le gusto la noticia de volver?

Ahora Adrien estaba examinando los objetos de su viejo cuarto, todo le causaba mucho interés, muchas cosas las redescubría porque había olvidado que existían.

- ¿Qué tienen de interesantes todas tus viejas pertenencias? – pregunto Plagg mientras devoraba un trozo de queso.

- No las he visto en mucho tiempo... este libro ¿Recuerdas cuando me lo devolvió mi hermano?

- Si, entro y te aviso que te lo dejaba sobre el escritorio pero estabas concentrado en tus videojuegos.

- ¿En serio? No lo recuerdo.

- ¿Alguna vez lo terminaste de leer?

- No... no me resulto muy interesante, sabes como soy con los libros –dijo Adrien mientras pasaba las páginas, entonces se detuvo al encontrar una carta rosa en forma de corazón -. ¡La carta que me dieron en San Valentín cuando tenía catorce!

- Se mas especifico te dieron muchas – dijo Plaga atacando otro queso y comiéndoselo de un bocado.

- Esa de corazón, recuerdo que creí que me la había enviado Ladybug... ¡Qué tonto! ¿Cómo iba a ser ella?

- Creíste lo que querías creer.

- Exacto, al menos ya la he superado – dijo Adrien sonriendo -. ¿Quién me habrá mandado esta carta?

En otro lugar de París, Marinette observaba todas las cartas que Adrien le había enviado, ya eran una colección bastante grande, en estos dos años ninguno de los dos había dejado nunca de responder a ninguna de las cartas que el otro le enviaba, así es como se acumularon cincuenta y cuatro cartas dentro de una caja que ella misma había decorado.

Recordó la tercera carta que le había enviado a Adrien, mientras desdoblaba la respuesta de esta.

Querido Adrien:

¿Qué tal estas adaptándote a New York? ¿Ya has hecho amigos?

A veces no sé si te molesta que te envíe cartas, después de todo no sabes quién soy.

Confidencias por cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora