Giorno caminaba resplandeciente por las calles que adornaban su Venecia querida. Miraba de vez en cuando su reloj, ya que contaba con buen tiempo, se dispuso a dar una vuelta para simplemente perder el tiempo.Al ya ser las seís con cincuenta de la tarde, se puso nuevamente en camino hacía tal dichosa heladería.
Y ahí estaba, un adulto veinteañero de corta cabellera sentado en una banca mirando impaciente hacía todas partes con un rostro que denotaba nerviosismo, Giorno sonrió y corrió en su dirección buscando "sorprenderlo".
- ¡Bucciarati! ¡Buon pomeriggio!
El otro tan pronto escuchó su apellido se levantó de golpe de la banca donde se encontraba y miró hacía todos lados confundido.
Casí se le para el corazón al sentir tras suyo unos brazos rodeandoles con fuerza el pecho.
- ¡AAAH! ... Ah... Solo eres tú...
Tras girarse y verlo, rió con inquietud y se dió vuelta para darle un abrazo más apropiado.
Al no saber que hacer ni que decir, palmeó su espalda suavemente como si de un padre abrazando a su querido hijo se tratase. Aquella acción definitivamente volvió ese cercano tacto algo incómodo.
Al separarse, Bucciarati pudo ver al menor con más detalle.
Traía una camisa holgada, pantalones oscuros y ajustados, finalizando con botas que adornaban sus pies con brillantes broches de mariquitas. En sus brazos yacía un abrigo azul.
Lo que más llamaba su atención era su peinado, desordenado pero increíblemente sensual, mechones rubios adornaban su rostro y esos ojos, aquellos malditos zafiros que habitaban bajo sus finas cejas. No le alcanzaban las palabras.
- ¿Tengo algo en la cara?
La repentina pregunta de GioGio espabiló de inmediato a Bruno, dándose cuenta de que nuevamente miraba estafermo al menor.
- ¿Huh? No, solo... eeeh... -después de un milisegundo de silencio y una incomodidad terrible, Bucciarati levantó la vista y se dió vuelta dirigiéndose hacía la heladería-. ¡Vayamos por nuestros helados GioGio~! ¡Acompañame!
El extraño cambio de volúmen en su voz exaltó a las personas cerca de ellos e incluso al mismísimo niño. Tras su repentino cambio de humor, solo rió bajo y siguió al pelinegro con calma, mirando con atención su blancuzco outfit.
Ya en esa tarde, Giorno disfrutaba de su helado de chocolate con pistacho, mientras que Bruno moría del dulzor tras comer su helado de vainilla con arándanos.
Caminaban con lentitud bajo un cálido cielo, observando el paisaje que les brindaba Venecia.
Ya eran las siete con cuarenta y la húmedad lentamente recaía sobre nuestra pareja. Bruno al sentir el pequeño rocío caer sobre sus hombros, tembló a causa del frío, maldiciendose a sí mismo por no haber traído consigo algo con que abrigarse.
Al haber caminado lo suficiente, se sentaron en silencio sobre un banco de madera frente a un bello atardecer cerca del río.
- Si que hace frío, ¿eh? -dijo Bucciarati tras un largo silencio frotando constantemente sus brazos con sus manos para entibiarse- Creo que me fué una mala idea la de comer helado con éste clima...
- Sujeta esto, por favor.
Giorno colocó su helado en la mano del mayor para que lo sujetase, mientras se quitaba su abrigo y lo colocaba encima de sus hombros.
- Giorno... no tienes por que...
- ¿Te sienes más a gusto?
- ...Sí, gracias. -respondió casí en un susurro el de blanco.
Giorno sonrió radiante tras escucharlo y quitó de las manos de Bucciarati su helado, agradeciendo en el proceso, por supuesto.
El mayor estaba un poco avergonzado, horas atrás cuando compraban los helados olvidó su billetera y se puso tan rojo que ni el frígido de la máquina expendedora pudo calmarlo, claramente Giorno pagó por ellas, pidiéndole a su compañero que se calmara y que no había problema alguno con ello.
Mientras caminaban, el azabache tropezó con una grieta en el pavimento, casí cae de no ser por GioGio quién lo agarró del brazo justo a tiempo, salvando a la vez el helado en sus manos.
Y ahora, Bucciarati moría de frío tras no llevar con él su abrigo y Giorno nuevamente lo "salvaba" ofreciéndole el de él.
Sentía la necesidad de agradecerle las molestias siendo que él le dijo que pagaría todo lo que hicieran esa tarde. Pensó que un simple gracias no sería suficiente, pero era todo lo que tenía en ese momento, solo sus palabras.
- Giorno, se que dije que yo pagaría todo y que no tenías nada de que molestarte, lo siento por todo esto, no era la... "cita" que estaba planeando.
El rubio le miró de reojo sonriendo.
- Bucciarati... ya te dije que todo está bien, me la pasé muy bien contigo, eres la primera persona que me hace pasar un muy buen rato antes de decirme que sus intenciones son llevarme a la cama.
- Giorno, en serio me... Espera, ¿q-que?
- Tranquilo solo bromeo -Giorno rió con ganas al ver al mayor tan rojo.
Bucciarati se tomaba las cosas muy literalmente, tras pensar un poco, se relajó y rió junto a su contrario debido a lo ingenuo que és.
- Pero, dejando de lado las bromas, muchas gracias Bucciarati, eres el primer amigo que tengo aquí en Venecia, ya me sentía bastante sólo.
- ¿También eres nuevo aquí?
GioGio miró hacía el ya estrellado cielo, suspirando pesadamente.
- No. Llevo casi toda mi vida aquí -tomó una breve pausa mirando ahora al pelinegro-, simplemente nunca logré hacer amigos, yo asustaba a los demás niños, yo les provocaba miedo... todo por ser hijo de Dio Brando.
- ¿Tu padre es famoso por algo?
- Mi padre es el alcalde de esta ciudad desde que tengo memoria. Él es conciso, siempre mantiene una postura fría y logra manipular a la gente con sus encantos. Tampoco mantiene una buena relación con sus familiares o novias, por eso mi madre se divorció de él.
- Sabes... nisiquiera conozco a tu padre y ya me pone de nervios el hecho de estar en su ciudad.
Giovanna rió nuevamente y palmeó el hombro de Bruno.
- Tranquilo, mientras yo esté aquí él no te hará nada, de sus cuatro hijos, yo soy su favorito -dijo guiñandole un ojo mientras levantaba el pulgar.
La noche se hizo presente en el ambiente, el cielo era dominado por las estrellas y la luna era la única fuente de luz en aquel lugar. Bruno observaba al chico mirar hacía el cielo y luego él hizo lo mismo.
- Me alegra ser tu primer amigo, GioGio...
Sin apartar la vista del cielo, tomó torpemente la mano de Giorno, sonriendo al lograrlo.
Los ojos del rubio brillaron al sentir el tacto en sus manos y sin apartar la vista tampoco del paisaje nocturno, entrelazó sus dedos.
- Grazie Bucciarati.
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Caro ragazzo d'oro
Romance"Querido niño de oro." • BruGio / GioBru • AU; donde los personajes tienen vidas cotidianas y Abbacchio es un perrito, sí, un perrito. JoJo's Bizarre Adventure © Araki Hirohiko