O4. ᴇɴᴄᴀɴᴛᴀᴅᴏʀ

702 103 102
                                    


- ¿Trabajarás en Passione?

Estaba sorprendido con la noticia de Bucciarati, con lo difícil que es conseguir empleo a mitad de año, en especial en una ciudad como Venecia, se alegró bastante al saber que su amigo consiguiera un trabajo pocos días después de mudarse.

- ¡Sí! ¡De mesero! Fugo fué muy considerado y habló con el supervisor de éste local, Polpo creo que es su nombre. Luego el Señor Polpo habló con el Jefe y me consiguieron un empleo en pocas horas. ¡Fuí muy afortunado!

- ¡Genial! Así podré verte todos los días después de la escuela y quizás comer juntos.

- ¿Que? ¿Sigues llendo a la escuela?

- Bucci, tengo quince.

Bucciarati abrió los ojos demostrando obvia sorpresa, por como lucía el colegial deducía que tenía a lo menos veinte o veinticuatro, luego se echó a reír.

- Verdad que aún eres un bebé -dijo el ojiazul con dulzura, pero a Giorno no pareció gustarle para nada el comentario.

- Dime bebé una vez más y te aseguro que te golpeare tantas veces que saldrás volando y probablemente caigas en un camión de basura.

- Inténtalo, bambino.

- ... ¿Quieres alguna canción en específico para tu funeral?

Giorno dejando su mochila de lado, saltó de la silla, empezando una persecución para atrapar a Bucciarati. Bruno corría con todo lo que su delgado cuerpo podía brindarle, pero aquello era en vano, Giorno le superaba por mucho en velocidad, no se esperaba que el chico fuera tan ágil.

Volaron como balas hasta la sala de descanso de los trabajadores.
Era simple, había un sofá blanco impecable, un cuadro de quién se asumía era el jefe, un calendario con un minino adormilado y un ventilador nuevo que, a pesar de estar recién comprado, hacía mucho ruido cada vez que las cuchillas giraban.

Y ahí fué donde empezó la verdadera batalla, Bucciarati se encontraba en el lado derecho del sofá, mientras que Giovanna se encontraba al lado izquierdo, impidiéndole el paso por ambos costados, quitándole opciones.

Giorno a pesar de lo agitado que estaba su cuerpo, estaba determinado en amonestar a Bruno al insultarlo tan descaradamente.
Se decidió por saltar y atraparlo por los aires. Su plan resultó ser un éxito rotundo al lograr cazar a su penado.

Cayeron juntos al suelo, Giorno lo mantenía cautivo contra la alfombra sin posibilidad de que cambiara de opinión.
Bucciarati por otro lado, solo estába ahí, tirado. Apenado por la peligrosa posición en la que se encontraban.

El rubio con sus ojos patentizaba que no tendría piedad con el que se encontraba delante de él, Bruno sudaba como loco, no pensó que se lo tomaría tan en serio.
Rió de manera inquieta como último recurso.

- Muda muda, Bucciarati.

- ¡GioGio, vamos! So-Solo bromeaba...

- Tarde, muuuy tarde.

El sudor recorría la morena frente de Bucciarati, la sombría aura que emanaban los ojos del rubio se lo comían por dentro, no hacían falta las palabras para intimidar a tal magnitud.

El victimario elevó las manos, Bruno cerró con fuerza los párpados y luego, el chico dirigió sus manos hacía las axilas ajenas, dónde empezó a toquetear, causándole unas cosquillas terribles.
Que te hicieran cosquillas justo en tu punto débil era peor que cuatro balas en el pecho, cinco, mejor cinco.

- ¡Gi-Giorno! ¡Detente! -decía tras risa y súplica- ¡Por favor!

El recién nombrado no oyó, mejor dicho, no quiso hacerlo. Seguía tocando la zona sensible de Bucciarati como venganza por su anterior cometido.
Mientras Bucciarati se ahogaba en risas con Giovanna encima de él, se escuchó el chirrido de la puerta, sonido que hacía al abrirse.

Caro ragazzo d'oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora