O9. ᴇxᴘʟɪᴄᴀᴄɪóɴ

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- ¿Está cómodo, señor Bucciarati? -preguntó amablemente la enfermera, mientras cuidadosamente estiraba el cubrecama.

- Sí... gracias. Solo necesito dormir un poco.

- Entiendo. Buenas noches -la señorita se despidió con una amplia sonrisa, apagando las luces antes de cerrar la puerta.

La enfermera tras haber abandonado la habitación, Bruno se vió sumergido en el vacío de la oscuridad que le brindaba la soledad de la noche, una oportunidad para pensar.

- Haa... -suspiró-. Pobre de mi Abbacchio, debe estar preocupado... -sin ganas, observó por la ventana el paisaje de una estrellada Venecia, pensando en su pobre can y deseando tenerlo acurrucado junto a sus pies, ya que, desde pequeño, Bucciarati nunca acostumbró a dormir sólo.

Un pequeño golpe en el cristal de la ventana le sacó repentinamente de sus pensamientos, sonido que provenía del otro lado de la ventana.
Pensó en que posiblemente era alguna rata o tal vez una paloma que había chocado contra el panel, pero al observar la silueta de una mano tratando de abrir el seguro, sus ideas se derrumbaron; aterrado, saltó de la cama.

Tras un impulso, agarró el florero de la mesita de noche, derramando el agua y las flores que yacían dentro y así tener algo con que defenderse.

- ¡M-Más te vale darte la vuelta e irte de aquí! -gritó al ver que la extremidad había logrado dar con el seguro y entrar.

No había recibido una respuesta y la silueta continuaba aproximándose, por lo que Bruno no tuvo más opción que acercarse y darle con el florero.

- ¡Te lo advertí...! -dijo tras elevar el adorno, dispuesto en golpear al sujeto.

- ¡Alto, alto, alto, alto! ¡B-Bucci, soy yo! -se justificó a tiempo una suave voz familiar.

- ¿Gio... Giorno...? -preguntó en clara sorpresa.

- S-Sí... -afirmó con alivio, luego se lanzó a sus brazos, como de costumbre- Me alegro que estés bien, me preocupaste demasi–

- ¡Maldito idiota! ¡¿Como se te ocurre asustarme de esta manera?! -Bruno le regañó empujandolo y golpeándole suave y reiteradamente en la cabeza- ¡No vuelvas a hacerlo!

- ¡Auch! -se quejó el rubio tras recibir los golpes- ¡Okay, lo siento, lo siento! ¡Auu!

Bucciarati se compadeció de sus chillidos y se detuvo, miró a un costado aún enfadado y caminó hacía la cama, indicándole a Giorno que se sentase a su lado.

- ¿Por que lo hiciste...? -preguntó tan pronto el chico se acomodó.

- ¿Hacer que? ¿Te refieres a por qué me escabullo? Lo hago todo el tiemp–

- Hablo de por qué enfrentaste a ese sujeto, Giorno, esa no era tu pelea. Mírate, tienes la cara morada y vendas por todas partes, incluso cojeas.

- Ah... -desvió su vista hacia la ventana, moviendo sus pulgares con inquietud, como si estuviese pensando en una excusa creíble-. Pfft, bueno, ese sujeto me estaba irritando y como soy fuerte e inteligente, lo coloqué en su lugar -dijo antes de soltar unas claras risas fingidas.

Por supuesto Bucciarati no le creyó nada, y estaba dispuesto en averiguar por qué su amigo se metió en semejante lío al punto de salir herido él mismo.

Con un semblante indiferente, se aproximó poco a poco al espacio de Giorno, específicamente su rostro. Giorno al principio rió pensando en que era una broma, pero luego su expresión cambió bruscamente a una de inquietud.

- ¿Bucciarati?

Posterior a que el chico hablase, Bruno acercó sus labios al pómulo ajeno y saboreó con su lengua una gota de sudor que corría libremente por allí.

- Este sabor... ¡es el sabor de un mentiroso! ¡Giorno Giovanna!

- ¿¡Ahh!? ¿¡Qué haces!? ¡Eugh! -lo alejó con una mueca de asco-. Esperaba un beso o algo, no esto.

- Sabes a mentiroso. Quiero la verdad. Ahora.

Giorno observó en silencio el rostro molesto de su amigo. Lo había atrapado, obviamente. Bucciarati no era tan ingenuo después de todo.

- Bueno, bueno, entiendo, no era mi pelea. ¡Pe-Pero tú también te metiste! Incluso terminaste peor que yo...

- ¡¡Ya basta, Giorno!! -alzó la voz, irritado- Mista es mi amigo desde que tengo memoria, obviamente arriesgaría cualquier cosa con tal de que esté bien, ¡daría todo por mis amigos!

- ¿Que insinuas? ¿Crees que yo no? -interrogó a la par que se levantaba ofendido de su lugar.

- Pero Mista no es alguien cercano a tí, ¿o sí?

- N-No mucho... pero...

- ¿Pero? ¿Pero qué, Giorno?

- ¡Idiota! ¡Eso lo hice por tí! -escupió sin más.

El azabache abrió sorprendido ambos ojos, sin una sola palabra que formular, es más, un largo silencio fué lo único que supo aportar a la conversación, aquella respuesta le había dejado no sin voz, sino sin palabras.

Posterior a unos incómodos minutos entre el mutismo, Bruno ocultó su rostro entre sus palmas y suspiró pesadamente, estaba cansado.

- ¿Podría saber el por qué...? -preguntó luego de alejar las manos de su semblante.

- No.

- ¿Eh? ¿Por qué no? -ladeó la cabeza confundido.

- No quiero dar detalles.

- ¡Vamos! Si supuestamente "lo hiciste por mí", deberías al menos dar el porqué, ¿no?

- Hm...

Un suspiro desganado escapó por sus labios, realmente no tenía ganas de revelar información.

- Está bien, te lo diré -Bruno elevó ambas cejas-, pero antes, Bucciarati... tienes que saber una parte de mí.

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2020 ⏰

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Caro ragazzo d'oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora