Capítulo Ocho

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-Así que, ¿cuál es el punto de estudiar arte? Técnicamente, ¿no toman sólo los colores y ya? Que estúpido- comentó Jacob haciéndose para atrás mientras abría otra cerveza.

Reí- Técnicamente sí, pero no.

-¿Pero no?- preguntó Laura luego de tomar un sorbo del mismo líquido que tomaba Jacob.

-No, nos enseñan técnicas, diferencias entre tonos, etcétera- dije mirando el fuego de la fogata que estaba frente a nosotros. Estábamos sentados, a las afueras de las casitas, alrededor de una fogata mientras tomábamos cervezas.

-Me siento boba, he vivido engañada- comentó Laura dándose una palmada en la frente; todos reímos.

-Yo antes dibujaba, mi musa era Linn- dijo Jacob acariciando la mejilla del antes mencionado, algo que nos enternecio a todos.

-Yo pues, dibujo fatal. Reprobé arte como cinco veces cuando estudiaba- admitió Isaías a lo que, Natalia frunció el ceño.

-Reprobaste por que faltabas casi siempre por irte con Rebekah- todos gritamos ante la declaración de Natalia, Isaías se hizo el ofendido.

-¡Sacando trapitos al aire!- dijo Rebekah y todos reímos con ella.

-Tu te escapabas de casa para irte días con Linn y Jacob y nadie te decía nada- dijo Isaías haciendo una mueca de: ¿Querías jugar? Pues juguemos.

-Tenía siete años, no sabia lo que hacía. Tu tenías quince y aún sabiendo las consecuencias, te escapabas más llorabas si mamá te regañaba- volvimos a gritar tras las declaraciones de Natalia. Isaías miró a su hermana con los ojos entrecerrados y bufó.

-Bueno grupo, ya es tarde. Mañana será un día largo como sabrán, todos a descansar- ordenó Laura. Podría ser la menor pero, parecía nuestra mamá.

Todos acatamos sus ordenes y subimos a nuestras casas. Ni bien habíamos llegado y ya Natalia se había metido a bañar. Luego de lo de anoche, ya casi ni me dirigía la palabra. Cuándo desperté ella no estaba, ya había desayunado y ya estaba con el resto del grupo. Estaba triste, ella debía pensar que estaba molesto cuando en realidad, no. Quería confesarle que también me gustaba pero, ella no me dejaba. Luego de un rato ella salió del cuarto de baño con su ropa de dormir puesta.

-Natalia, tenemos que hablar- dije serio, sin pizca de broma. Ella suspiró y se sentó junto a mi más no me miró- sobre lo de anoche. Si crees que estoy molesto, la realidad es que no- ella me miró sorprendida- me gustas Natalia, mucho. ¿Nos conocemos hace cuanto? ¿Una semana? Pero quiero conocerte aún más. No sé cuanto tiempo esté aquí, pero quiero pasarlo a tu lado- confesé mirándola a los ojos.

-Pensé que estabas furioso conmigo, desapareciste y me asusté- admitió ella y la besé rápidamente. Ella suspiró y yo sonreí en el beso. Cuando fué necesario, nos separamos.

-Te amo- susurré.

-Yo más- susurró igualmente y ambos sonreimos- Mayden, mañana va a ser un día muy fuerte. Te necesito aquí conmigo, eres inmortal y eso nos ayuda. Quiero luchar contigo, no con otro soñador- confesó ella y la volví a besar.

Fué un beso lento, demostrando lo que sentíamos el uno por el otro. Ella se sentó a horcajadas sobre mí, poniendo ambas piernas a los lados de mis caderas. Cada vez que necesitábamos aire, nos separabamos, pero al momento nos volviamos a unir.

Desperté con una sonrisa boba en mi rostro. Rodé los ojos al sentir mi corazón palpitar fuertemente y recordé la razón para despertar tan temprano. Me fuí a duchar y luego me vestí. Comenzaba a sentir la ansiedad recorrer mi cuerpo. No pude probar bocado del desayuno por lo que, salí rápido de la casa para dirigirme a la Universidad. Solo pensaba en que no pasaría el examen y no me graduaría. El respirar comenzó a costarme y mi vista se nubló. Joder que estaba conduciendo, no podía perder la conciencia. Por más que traté de calmarme no pude, colisioné y perdí la conciencia.

-¡Joder! ¡Que no reacciona!- escuché que alguien gritó, probablemente algún paramédico.

-Va a despertar, confíen en mi- habló una voz segura.

Trataba de abrir los ojos más no podía. Con todas mis fuerzas, traté de mover mis manos pero, fué en vano.

-Bueno, tiene contusiones leves y una pequeña apertura en la cabeza. Aparentemente el auto dió una vuelta trescientos sesenta grados, logrando así chocar su cabeza con el manubrio. Él está bien, por lo menos nadie salió afectado más que él. No caerá en coma y tampoco tendrá lagunas mentales, es increíble- explicó un doctor y yo traté de abrir los ojos, no lo logré.

-Que bueno escuchar eso, estamos muy preocupados por él. Gracias doctor- reconocí la voz al instante, era Sonia Neisha.

Muchos intentos después, logré abrir los ojos. La claridad de la habitación del hospital impactó mis ojos instantáneamente.

-Mayden despertó- dijo Jose, quién se percató.

-¿Cómo te sientes?- preguntó el doctor acercándose a la camilla.

-Bien, no me duele nada. Logré escuchar mi diagnóstico, no hay nada malo, ¿no?- pregunté asustado.

-Eso es correcto. Usted se encuentra estable y las pruebas no revelaron nada fuera de lo común, su alta se dará esta tarde. Que tengan buen día- dijo el doctor, antes de retirarse de la sala.

Luego de que entre Sonia y Jose me llenaran de preguntas de como me encontraba, me dieron el alta esa misma tarde. Fuimos a mi casa y allí, Sonia comenzó a hablarme sobre los ataques de ansiedad. Era común que me dieran, pero no al nivel del de ayer, según lo que me dijeron. Fué el peor de todos, al nivel en el que terminé accidentandome. Por lo menos, según el doctor, no habría daño de ningún tipo. Ojalá eso hubiera sido cierto.

Lucid Dreams (#Maytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora