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Es martes por la tarde, mi mejor amiga Lucy me invitó a su casa para estudiar

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Es martes por la tarde, mi mejor amiga Lucy me invitó a su casa para estudiar. Los exámenes están próximos y siempre es más divertido estudiar juntas. Su casa es una de las más antiguas del pueblo, su familia ha vivido aquí por generaciones, aunque con el transcurso de los años le hicieron varias remodelaciones sigue conservando gran parte de su estructura original como: la entrada con forma de arco, los arcos del pasillo junto el jardín y las rejillas de hierro del balcón.

― ¡Ya no puedo más!, si tengo que aprender una fórmula más mi cerebro va explotar ―exclama Lucy.

―Creo que ya lo hizo desde hace tiempo ―bromeo.

―Jaja que graciosa ―ambas reímos.

―Entonces... ¿qué quieres hacer? ―pregunto mientras cierro el libro de álgebra. Ella parece meditarlo durante unos momentos y después con un brillo especial en los ojos dice:

―Hay algo que quiero mostrarte.

Subimos las escaleras y entramos al ático su lugar favorito de toda la casa. A Lucy siempre le han gustado los objetos antiguos y las historias que hay detrás de ellos. Por eso el ático es su lugar preferido aquí están guardadas un sinfín de historias de su familia y de nosotras ―sonrío ―este lugar siempre tiene una historia nueva que contarte. Aun recuerdo cuando éramos niñas y veníamos a escondidas aquí, nos disfrazábamos con la ropa vieja que había y jugábamos a que ella era la damisela en peligro y yo el príncipe que venía a rescatarla.

―Nada ha cambiado ―comento. Hacía años que no entraba a este lugar sin embargo los viejos cuadros, el baúl con la ropa vieja, la máquina de coser, los muebles antiguos, los libros y otras cosas más siguen aquí tal y como las recordaba. Las únicas que hemos cambiado somos nosotras.

―Este sigue siendo mi lugar preferido ―afirma Lucy con alegría mientras se sienta en un sillón viejo con un tapizado de flores vintage que esta junto a la ventana ―no es la mejor vista de la casa pero al menos se puede ver el lago ―sonríe. La casa de Lucy se encuentra en la cima de una colina por lo que tienen una vista privilegiada del pueblo.

― ¿Qué es esto? ―pregunto al sentir algo en el respaldo del sillón.

―Es un diario, es lo que quería mostrarte.

―Parece antiguo ―señalo.

―Sí, es del año 1840 aproximadamente ―la emoción de Lucy al observar el diario es casi palpable.

―Debí haber traído palomitas.

―Sí, esa hubiera sido una buena idea.

―Entonces ¿me vas a contar o no? ―Lucy se muestra satisfecha con mi interés por la historia, se acomoda mejor en el sillón, entona su voz y comienza a narrar lo que promete ser una gran historia.

―Hace más de un siglo vivió en esta casa una chica llamada Hermelinda, ella se enamoró de Emanuel un soldado que venía de la capital. Fue amor a primera vista, ambos se conocieron en una fiesta que dio el alcalde. Ella vestía un hermoso vestido color rosa regalo de su padre y él su uniforme militar de color azul. No era su primer baile pero se sentía nerviosa, ese tipo de eventos siempre la hacían sentir incómoda.

Cuando su madre se distrajo ella se escabulló a los jardines. Estaba sentada en los escalones del kiosco contemplando las estrellas cuando escucho una voz masculina:

―Son hermosas ¿no es así? ―sorprendida volteo, no había escuchado que alguien se acercara. Parado junto a uno de los pilares del quiosco se encuentra un hombre alto, de tez morena y músculos pronunciados, que por su uniforme asumo se trata de un soldado. Su rostro es apenas iluminado por la tenue luz de la luna pero puedo ver lo atractivo que es.

―Lo siento, no quise incomodarla. Hay mucho ruido adentro así que decidí salir y tomar un poco de aire fresco. Me dirigía a la fuente cuando la vi... ―sus ojos cafes transmiten añoranza, lo sé porque es así como mi hermano observa a su esposa.

―No tiene porque disculparse simplemente me tomó desprevenida ―nerviosa desvío la mirada de su atractivo rostro. Sin despegar la vista del suelo espero a que se marche pero en lugar de eso se queda ahí parado jugando nervioso con sus manos.

―Bueno. Verá. Yo. Esto ha sido una coincidencia pero... la verdad es que... desde hace rato he estado pensando en cuál sería la forma más adecuada para acercarme a usted. Perdone mi atrevimiento pero es usted muy hermosa.

Siento mis mejillas arder ―e-es usted muy atrevido ―mi voz se escucha entrecortada a causa de los nervios.

―Aunque no lo parezca soy un hombre bastante tímido con las mujeres, en especial si son tan hermosas como usted ―nuestras miradas se encuentran por unos segundos y puedo ver la sinceridad de sus palabras reflejada en sus ojos.

― ¿Me permite acompañarla?

―Dudo que acepte un no como respuesta.

―Es verdad ―sonríe y unos hoyuelos se forman en sus mejillas, una sensación desconocida recorre mi pecho―. Es una hermosa noche ―afirma.

―Sí, lo es―. Ambos nos quedamos en silencio observando el hermoso cielo que se extiende ante nosotros mientras los suaves ritmos de la música del salón envuelven la silenciosa noche.

― ¿Le importaría bailar conmigo esta pieza? ―dice de repente al escucharse una melodía más alegre.

― ¿Aquí? ―observo nerviosa a nuestro alrededor.

Con una sonrisa responde: ―No tiene de que preocuparse, nuestras únicas testigos serán las estrellas―. Me ofrece su mano y por razones más allá de mi entendimiento la acepto. El ritmo de la música es lento en comparación al de mi corazón. En los últimos meses a causa de la insistencia de mis padres he conocido a jóvenes herederos de importantes familias pero ninguno me había impresionado tanto como la persona que ahora sostiene mi mano. Quizás sea por la forma en que me mira, la seguridad con que sostiene mi mano o la calidez de su sonrisa, o una mezcla de todo pero hay algo en él que me tiene hipnotizada.

―Por cierto mi nombre es Emanuel, ¿puedo saber el suyo?

―Hermelinda.

―Hermelinda... Hermelinda es un hermoso nombre.

Después de esa noche fue sólo cuestión de tiempo para que ambos se enamoraran perdidamente. Ella sabía que sus padres nunca iban a estar de acuerdo con su relación, porque un soldado no era lo que ellos consideraban un buen partido, por lo que decidieron mantener su relación en secreto. Sin embargo el destino les tenía preparada una prueba que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.

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Hay sentimientos que nacen desde una mirada, una sonrisa o un deseo, el que hacer con ellos es nuestra decisión. Aunque el camino a veces puede ser difícil y estar lleno de cicatrices y el final no sea lo que esperábamos no debemos olvidar que esa fue nuestra decisión, después de todo la vida es asi, un mar de posibilidades que se resume en saber apreciar y valorar cada momento.

¿Qué destino les espera a Hermelinda y Emanuel...? Acompáñenme a descubrirlo en el siguiente capítulo.

Gracias por leer Recuerdos al amanecer, esta es la primer historia que decidi terminar y estoy muy feliz de haberlo hecho y poder compartirla con ustedes. Siempre me ha gustado leer pero nunca imagine estar del otro lado. Se que me falta mucho por aprender puesto que apenas estoy iniciando es por eso que me encantaría leer sus comentarios y saber que les ha parecido hasta ahora la historia. De nuevo muchas gracias y, ¡hasta el próximo ^o^ !

Recuerdos al amanecer✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora