Como si todo el dolor pudiera ser mitigado

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SAKURA

El movimiento repetitivo de sus dedos en mi cabello, combinado con el arrullo de su voz.

Seguía aturdida, sí. Pero después de haber vaciado mi estómago por completo me quedé en un estado de somnolencia, perdida entre las caricias tranquilas que me daba Yukio y la canción dulce que cantaba siempre para mí.

Había escuchado tantas veces esa letra, pero jamás había comprendido sus palabras hasta esa noche que había dicho que realmente le gustaba. Me sentía apenada por la forma en que había actuado, como una completa demente y él, siempre tan dulce.

—¿Te sientes mejor? —preguntó entre la letra de la canción.

Moví mi cabeza de manera afirmativa, rozando contra la tela de su pantalón ya que yacía recostada sobre sus piernas, envuelta en la manta, con motita aferrado en mis brazos como siempre lo hacía, siendo nuevamente una niña.

—Lo siento —musité con la voz un poco ronca.

—No pasa nada —dijo con suavidad continuando en su cometido de desenredar mi cabello —. Soy yo el que debería de pedir disculpas.

Moví ligeramente la cabeza para poder verlo a los ojos, la manera en que me miraba no mostraba para nada molestia. Eran los mismos ojos cálidos, aquellos que me llevaban hasta el lago de mi antiguo hogar.

—Tú no te pusiste como loco —aseguré dándole a entender que no tenía de qué disculparse.

—Me refiero —pausó —. Lamento no haberte dicho la verdad. Que fui yo quien te llevó al hospital aquella noche.

Me levanté ligeramente, sosteniendo el peso de mi cuerpo con mis brazos extendidos sobre la cama; un dolor punzante atravesó mi cabeza, tanto que tuve que llevarme una de mis manos a la frente.

—¿Te sientes mal? —preguntó Yukio agachando el rostro, buscando de manera insistente mi mirada.

—Tengo cefalea —hablé torpemente.

Yukio-senpai me dirigió una sonrisa dulce y sin dejar de mirarme agregó:

—Voy a traerte una aspirina, espera aquí.

Asentí sintiendo como su peso abandonaba la cama.

No era tanto el dolor de cabeza realmente, para ser sincera seguía bastante mareada como si el efecto del alcohol no se hubiera desvanecido en su totalidad, aún me sentía algo desinhibida. El sonido de los pasos de Yukio poco a poco se acercaron.

Me recargué en el respaldo de la cama y abracé una almohada.

—Ten —dijo dándome una aspirina y extendiendome la otra mano con un vaso de agua.

Introduje la pequeña pastilla en mi boca tomando agua enseguida, y como si así fuera a tener un mejor efecto extendí mi cuello, dejando que mi rostro quedara hacia el techo, cerrando los ojos por un momento.

Nuevamente mi cama se hundió, pero ninguno de los dos dijo nada.

Nos quedamos en silencio por un momento, en la soledad de un apartamento. En el encierro de una habitación lúgubre.

—¿Es verdad lo que dijiste? —pregunté aún con los ojos cerrados, aunque sabía que mi pregunta había estado bastante vacía —. Me refiero a que de verdad te gusto.

Realmente no era una chica que hablara sobre esos temas pero aprovechando que seguía bajo los efectos del alcohol dejaría a un lado los miedos, porque sabía que seguramente el día de mañana no recordaría la mayor parte de las cosas que estaban sucediendo en ese momento mi cabeza.

Love in silence |Libro 2| (FanficSS COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora