Capitulo 3

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Andrea

Llegaba tarde, de nuevo.

Estaba pasando el medio día y Charles me había pedido que fuera antes ya que no tenía tiempo de enseñarme a navegar después del medio día por su trabajo, esta seria ya la cuarta vez que le quedaba en mal y seguro estaría furioso de nuevo.

Muchos decían que era un atrevido, y un grosero, pues bien, yo lo consideraba un segundo padre, el que me enseñó a pescar, y el que me enseño lo maravilloso que es estar en el mar, el fue mi mejor amigo después de que mis padres se divorciaran, y aunque a veces me regaña como regaña a sus trabajadores, eso está bien para mí, se que me quiere.

-Bueno, ¿esperame aquí mientras hablo con Charles vale?-le digo a Diablo, mi caballo y sonrió cuando relincha. A lo lejos observo como un auto se detiene y un hombre mayor se baja y se dirige a la tienda de alimentos. Forasteros.

"Bien pensado" digo para mí, mientras camino ha donde seguro estará Charles, no había lugar más que la tienda para encontrar alimentos, así que si seguía de largo o se metía por el sendero no conseguiría nada.

Estoy crusando la calle cuando observo que otro hombre baja del auto, este es un hombre más joven, alto, cabello negro, piel morena, no pude distinguirlo muy bien a distancia, pero llevaba una playera color vino pegada al cuerpo que, hacia resaltar sus músculos, y unos vaqueros negros.

-Nada mal. -susurre sonriendo y entre a la tienda.

-¡Tu! Niña malcriada, malagradecida!.-exclamo Charles apenas me vio y reviré los ojos.

-¿Puedes dejar que te explique?-pregunte cruzada de brazos al ver que se acercaba a mí.

-¿No fui claro cuando hablamos ayer? Y que me prometiste he?-pregunto enojado.

-Oye, te juro que iba a llegar temprano, pero...

-¡Dejate de escusas estúpidas!-grito.

-¡Charles! No quiero escándalo en mi cafetería, largo de aquí.-grito Tom desde la cocina. Y charles comenzó a caminar hacia la salida.

-¡Charles!.-grite siguiéndolo.-Charles espera...

-¡¿Por qué nunca haces lo que se te pide?!-le preguntó sujetándome del brazo con un poco de fuerza, pero no tanta como para lastimarme.

-¿Por qué debería seguir tus ordenes? Te estoy pagando por enseñarme, eres tú el que debería seguir las mías. Ahora quita tu sucia mano de mi brazo. –dije ya un poco molesta por no ser escuchada. No tenia derecho a hablarme así.

-No eres la dueña del mundo. -dijo entre dientes, notablemente furioso pero antes de que pudiera contestar una voz interrumpió.

-La señorita te pidió que la soltaras. –dijo, no podía ser del pueblo, si fuera alguien del pueblo no intervendrían, saben cómo nos llevamos, y sobre todo como peleamos Charles y yo.

-No te metas, no es asunto tuyo.-dije sin mirarlo y sin darle importancia.-Y a ti, más te vale quitarme las manos de encima sino quieres tener problemas.

-No me das miedo niña estúpida. -dijo Charles, sin embargo, me soltó. Jamás me haría daño.

-No deberías hablarle así a una mujer.-dijo aquel hombre de nuevo y suspiré fastidiada volteándome para verlo.

-Te dije que no te...-corté cuando sus ojos se encontraron con los míos. Oh por Dios, era Samuel, Samuel Gallardo, no lo había visto desde la muerte de Vanessa, su madre, y estaba guapísimo, más de lo que recordaba, me quedé sorprendida por unos segundos, tratando de procesar que él estaba aquí, y que no era un tipo de espejismo, pero al ver que me miraba confundido me recompuse. -Metieras. –completé como pude y me aclaré la garganta al sentirla seca.

Por siempre. Te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora