Por siempre. Te amaré

Capitulo 8

Andrea

Toco sus labios con los míos, los muevo en un ritmo pausado pero profundo, no tengo prisas, sin embargo, estoy desesperada, quiero que dure para siempre y al mismo tiempo lo quiero todo, rápido, de inmediato, mis manos se adueñan de su cuello, y las suyas de mi cintura, dulce y ardiente, suave y profundo.

Es complicado hacer la descripción de un beso, de mí beso, porque a todos nos toca besar de forma diferente, y nos besan de forma distinta, pero se puede afirmar, que si esa persona es la correcta, es como tocar el cielo, como subirte a una montaña rusa, o llegar a lo más alto de la rueda de la fortuna, como aventarte de un avión, no sabes exactamente lo que sientes, solo quieres que nunca pare, recorre todo tu ser e invade cada parte, es ese tipo de beso que nunca compartirías con nadie más, que se queda contigo, en el fondo de tus pensamientos y en lo profundo de tu corazón, el tipo de beso que me hizo saber que nunca había sido tan feliz en la vida.

-No.-dijo separándose de mi con algo de brusquedad.

-¿No?-pregunte confundida. Me tomo unos segundos asimilar que se refería al beso.

-No.-volvió a repetir y se alejó unos pasos de mi.

-Samuel...

-¿Por qué lo has hecho?-pregunto en un tomo de incredulidad y enfado.

-¿Por qué lo he hecho?

-¡¿Por qué me besaste?!-grito desesperado, llevándose las manos a la cara, pasándolas por su cabello y suspiro frustrado.

-¿Por qué te bese? ¡No solo fui yo! ¡Tu lo hiciste también! ¡Tú también me has besado!-grité molesta también.

-Tienes razón, es culpa mía, perdoname.

-¡No quiero que te disculpes, quiero que me expliques que está pasando!

Esta vez no respondió, solo se dio la vuelta y se dirigió a la casa, empecé a caminar en su dirección preocupada por saber lo que estaba pasando pero después la ira me invadió, no tenía por qué molestarse, él también me beso, él había correspondido ¿Y luego se había hecho el ofendido? Que fácil. Y después la ira dio paso al dolor, suspire y parpadee varias veces para evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, yo no le importe cuando éramos adolescentes, tal vez tampoco le importa ahora, y tal vez no le importa nunca y lo peor era que él a mi si me importaba, a pesar de que él no siente lo mismo por mí yo seguía ilusionada esperando que algún día pudiera corresponderme.

Y de repente así es como lo que parecía ser un buen día, se convierte en un muy mal día, así es como una acción equivocada puede cambiar la noción de las cosas y arruinarlo todo de forma desastrosa.

Entre al auto reposando la cabeza sobre el respaldo del asiento y cerré los ojos, aun tratando de asimilar que había ocurrido exactamente, pero sin encontrar una respuesta, y en lugar de entender todo, todo parecía más sin sentido que antes, ¿Por qué se enfadó tanto? Al final de cuentas era solo un beso, ningún hombre se enfada por eso, es muy de nosotras pero no de ellos. ¿Por qué se comportó de esa forma tan rara y luego me ofreció disculpas como si de pronto él se sintiera culpable de todo?

Llegue a mi casa exhausta, y me alegraba que mi padre no estuviera, no hubiera podido aguantar a contarle todo sin demostrarle cuanto me afectaba y no quería que se preocupara por mí, fui directamente a mi habitación y me cambie de ropa por una más cómoda, me recosté, y después de una larga batalla, me dormí.

Al día siguiente, cuando desperté y di mi recorrido rutinario no apareció, no me sorprendía, aunque una parte de mi esperaba que se presentara como lo había estado venido haciendo y hablara conmigo. Que aclaráramos las cosas. Sin embargo, cuando regrese a casa, si apareció su padre, iba con su bata blanca del hospital y traía consigo una bolsa con panquecitos y café.