capitulo final

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Samuel

La mire. Me miro. Nos miramos.

La besé.

No sé por qué, por qué cuando una chispa de sueño se presenta una lluvia de interrogantes pone intranquilo al panorama y todo se torna confuso e incierto. Todo se nubla impidiéndote ver con claridad, hay preguntas, pero no hay respuestas claras. Y cuando la lógica se guarda, los sentimientos salen a relucir, porque a veces tu corazón ya sabe, lo que tu mente se niega a aceptar.

Quitamos nuestras ropas, deprisa, sin pensar, sin ideas claras, solo dejándonos llevar por la pasión, el deseo, el amor. Sus manos recorrían todo mi cuerpo, ardientes, como dos bolas de fuego, quemándome por donde tocaba, mis labios no se despegaban de su piel, sedosa, fina y tierna, me provocaba querer cuidarla, pero también amarla.

La bese por donde podía y donde quería, mis labios no se estaban quietos y yo tampoco quería que lo estuvieran, la necesitaba, cuello, mandíbula, parpados, mejilla, labios, lóbulo, así de desordenados y necesitados eran mis besos por ella.

La recosté en su cama y pronto estuvimos los dos allí tumbados, juntos, enredados de brazos y piernas. La sensación del cuerpo suave de Andrea, con sus ángulos y sus superficies planas, tan distinta a la suavidad de sus curvas, le pareció maravillosa.

-Samuel si...-susurró ella, cerrando los ojos cuando atrape uno de sus pezones.

-Eres hermosa.-susurre yo mientras seguía acariciándola.

Nos acoplábamos perfectamente, como si estuviéramos hechos el uno para el otro. Sentía cómo la sangre le corría por las venas a toda velocidad mientras la besaba y acariciaba. Por dentro sentía un fuego líquido al tiempo que mi deseo por ella aumentaba.

Cuando empezamos a movernos al unísono, me rodeó la cintura con las piernas y nos dejamos llevar por las gloriosas sensaciones. Unión, cuerpo a cuerpo, alma con alma.

Y después del arrebato de pasión, de amarnos, ambos nos quedamos en un silencio incomodo, sin nada que decir, la culpa carcomiéndome mientras la imagen de Emily llegaba a mi mente como una avalancha de recuerdos.

Cerré los ojos y maldije en silencio.

-Andrea...

-No digas que esto fue un error.-susurro interrumpiéndome y alzo la vista dejándome ver lo destrozada que esta.-No me digas que esto no debió pasar, porque acaba de pasar.

-Yo no...-implore con los ojos llenos de lagrimas.

-Tampoco me digas que no me amas, porque lo haces.-dijo y su voz se cortó mientras sus lágrimas se caían de sus ojos conforme estos se llenaban.-Simplemente eres muy cobarde para reconocerlo.

Me acerque a ella, incandome a su lado, tomando su cara entre mis manos y mirándola a los ojos.

-Yo no soy un hombre para ti.

-Dime que me amas, dime que quieres intentarlo, y hare que seas un hombre para mí.

-Aun la amo.

-Yo no te estoy pidiendo que no lo hagas. Pero esta muerta y tienes todo el derecho del mundo a rehacer tu vida. ¿A que le tienes miedo?!-grito enojada.

-A nada.

-¿¡A que le tienes miedo Samuel!?-insistió.

-¡A nada!

-¡Dime! ¡¿Por qué no puedes darte cuenta que me amas?!

-¡Tengo miedo de olvidarme de ella!-grite perdiendo la paciencia mientras mis lágrimas caían.-¡Despues de Emily yo no quería volver a enamorarme! ¡Ni siquiera lo consideré! ¡Pero llego aquí y te conozco y me haces sentir como si todo fuera posible de nuevo, me haces dormir lo más rápido, y esperar con ansias a que amanezca para verte otra vez y no quiero eso! Lo siento.-susurre mirándola derrotado.

Por siempre. Te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora