Capítulo 1. Un día a la vez. -Segunda parte

770 20 4
                                    

Cuando estoy conduciendo, nuevamente mi mente divaga sobre los pensamientos que tuve en la mañana, sobre el cómo llegue a tener a mi mejor amigo Caleb, y la forma en la que le rompí el corazón a mi amigo de infancia ¿Cuál era su nombre? ¡Puuuuufff! Me esforcé tanto en olvidarlo que ya no puedo recordar ni siquiera como era, si recuerdo los juegos, las risas, las visitas que hacia continuamente a mi casa cuando solo éramos niños, principalmente recuerdo las últimas palabras que me dirigió: “No me hables nunca más, olvídate de mí, no puedo creer que me dejaras pensar que sería tu novio cuando no tuviste esa intención” Intente corregirle, decirle que siempre había sido solo mi amigo, y que por supuesto el único y primer beso que nos dimos fue producto de la curiosidad que ambos sentíamos. Tenía once años en aquel entonces y en medio de juegos en el patio trasero de mi casa terminamos besándonos, no creo siquiera que se pueda llamar beso, yo le diría pico directamente en los labios, aunque ciertamente muy prolongado. El recuerdo me hace sonreír e inmediatamente borro la sonrisa de mi rostro, fue por ese beso que perdí a mi amigo,  al principio pensé que él me hablaría luego que se le pasase la rabia, no fue así. Me ignoro deliberadamente en la escuela y aunque Tara no tenía nada que ver en nuestra pelea también la ignoro a ella, y a todo lo que se relacionaba conmigo. Me llene de rabia por su actitud, lo ignore igualmente, no le di importancia, cada tanto tiempo lo recuerdo porque sus ojos me hicieron ver lo herido que estaba por mi respuesta hacia él, me esfuerzo por despachar el recuerdo. Sé que está en el instituto, jamás nos cruzamos luego de esa vez, o quizás sí pero logre ignorarlo y el a mí. ¿Cuál era su nombre? Vamos Kathy, tu puedes, ¡Recuérdalo! ¡JAMES! Y apellido, mmmm. No sobreesforzare tanto mi mente, el hace parte del pasado.

Finalmente llego al instituto, aparentemente voy algo tarde, lo sé por qué el parqueadero se encuentra desértico. Maldigo en voz baja por haberme distraído con pensamientos que no me llevan a ningún lugar, en vez de haber acelerado el auto para llegar a tiempo. Justo cuando estaba cerrando la puerta del coche una figura que reconocería en una distancia de mil kilómetros a la redonda (bueno exagero un poco) apareció en la entrada principal, y se dirigió directamente a mi auto corriendo. Sonreí, Tara había notado que no estaba en el aula de clases y salió a buscarme, por algo es mi mejor amiga.

La observo acercarse -Sabia que no podías vivir sin mí- Grito, tan alto como puedo para que ella me oiga en la distancia, cuando alza su vista, la sonrisa que tenía fue borrada de manera brusca de mis labios, salgo corriendo extendiendo mis brazos para que venga a ellos, nos encontramos unos metros más adelante, y la escucho sollozar. –Tara, estas por matarme, dime ¿Qué pasa? ¿Qué va mal? ¿Están tus padres bien?- No sé qué decir, mi mente divaga por distintos escenarios, es primer día de clases, esta hermosa,  siempre es hermosa, aun con los ojos hinchados y la cara roja de tanto llorar. Especialmente hoy ella se arregló de forma espectacular. –Tara estoy enloqueciendo, dime lo que paso.

Luego de unos segundos, su cara se levanta de mi hombro y sorbe por la nariz –Es Ben, peleamos ayer, estuvimos saliendo todo el receso de clases y cuando llego hoy, lo veo junto a la chica nueva, una tal Stella, están tan juntos que podrían estar haciéndolo en público, maldito estúpido- Rompe a llorar otra vez, pobre Tara ¿Cuánto más aguantara su sensible corazón?

La dirijo a la puerta del acompañante de mi auto, hago que entre en le y corro a la puerta del conductor, estoy tan aturdida, ¿Cómo ese imbécil no puede valorar a alguien como tara? Ella no solo es hermosa, es inteligente, simpática, gentil… No tendría tiempo para nombrar todas sus cualidades –Lo pagara- Le digo a Tara maniobrando el auto para que salga del parqueadero del instituto y acelero directamente hasta su casa, mamá va a matarme pero no hay manera en el mundo de que deje a mi mejor amiga sola en estos momentos.

Ella sorbe nuevamente, alza su vista a mí, está midiendo cada una de sus palabras, la conozco muy bien –Kat, por favor, apliquemos en modus operandi numero dos- Dirijo mi vista a ella, no puedo creer que haga esto. Hace mucho tiempo, cada vez que alguien nos hería, teníamos dos maneras de actuar. La primera es la venganza, dulce y fría. La segunda es hacerle creer a la persona que le hizo mal, que no fue importante.

Imprevisto - Lia MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora