Odio madrugar, detesto madrugar, ¿Alguna vez mencione que no me gusta madrugar?, ¡Aaaaaag! ¿Por qué no todas las personas del mundo nos unimos para decretar una hora de despertar más tarde? créeme, si a todos se nos permitiera dormir hasta las nueve, la paz mundial sería más fácil de conseguir, está bien, quizás no. Peleando con el reloj no conseguiré nada, decido afrontar la triste realidad y mover mi perezoso trasero al baño.
Después de lo que se sintió una eternidad en el baño, ya estoy buscando ropa para el día de hoy. Mi elección es un poco simple, una camiseta negra ajustada que tiene un corte en “V” no muy profundo, unos jeans azules muy ceñidos al cuerpo, y unas Vans. Lo importante es la actitud, ya tendré otros días para verme fashion. Aplico el mínimo de maquillaje en mi rostro, peino mi largo cabello y tomo el bolso, ¡hoy es un gran día! Esa es la actitud.
Salgo de mi habitación con un ánimo diferente al de ayer, hoy tengo un objetivo. Bajo las escalera y me siento en el comedor, espero uno, dos, ¿tres minutos?, ¿Dónde está mamá? –Mamá ya baje- Digo con voz suave y aguardo un momento por su respuesta, al ver que no llega intento nuevamente -¿Mamá?- Digo en un tono más alto. Me doy por vencida, ahí quedo el poco buen genio con el que desperté. Voy a la cocina y noto que está vacía. ¡Genial! ¿Notan el sarcasmo? En la nevera hay una pequeña nota: “Cariño tuve que salir temprano de casa, un cliente necesita una actualización de sus cuentas, desayuna, pórtate juiciosa en el instituto. Te ama, mamá”.
Mamá es contadora publica independiente, su buen servicio ha hecho que tenga clientes por distintos lugares del país, algunos solo vieron su primer y único publicado en el periódico hace algunos años, otros han llegado por recomendación. Es la mejor en su campo, me enorgullezco por ella, pero detesto que se tenga que ir, sé que sueno súper infantil, en mi defensa diré que ella es mi todo, me estreso cuando no está. En fin, ella volverá mañana o el día después de ese, o el día después del día después de ese. Jamás se ha ausentado por más de una semana.
Sirvo un poco de cereales con yogurt, prácticamente los trago sin masticar, como cosa rara ¡Voy tarde al instituto! ¡Mierda! tiro del plato vacío en el grifo de la cocina, tomo las llaves del carro y salgo corriendo. Cuando estoy conduciendo ordeno a mi mente no enfocarse en ningún pensamiento que no sea conducir y rápido. Luego de un tiempo record en llegar al instituto (no se lo digas a mamá, me mataría si sabe que conduzco así), aparco el carro ágilmente y corro por el parqueadero visiblemente desolado, ¡Doble mierda!, cuando atravieso la puerta siento un poco de decepción al no encontrarme con el idiota número uno. ¿Puedo ser la única persona que se siente mal porque no es lanzada al piso un segundo después de cruzar la puerta? Estoy actuando de forma patética y eso me enfurece, corro a todo lo que mis piernas dan, y agradezco internamente a Dios por haberme iluminado para ponerme hoy las Vans. Espero que mi clase no haya empezado hace mucho, no quiero terminar castigada en la tarde. Cuando la puerta del salón 104 está a unos metros de mí, reduzco mi corrido a una caminata suave, no quiero que piensen que alguien me venía persiguiendo, seria vergonzoso tener que explicar mis jadeos y cabello despeinado a toda la clase.
Tomo el pomo de la puerta, planeo abrirla suavemente y caminar directamente a los asientos de atrás, ¿Es que este año no conseguiré un asiento decente?, va no importa un día a la vez. Giro el pomo, entro sin saludar y camino rápidamente al final, mientras hago una inspección de los asientos libres, me detengo abruptamente en medio de la clase, no estaba preparada para la visión que tengo en frente.
Sentado justo al lado del único asiento vacío que puedo divisar, está el idiota número uno. Esta sonriendo a algo que Amanda, una alumna de último año, sentada solo un puesto por delante de él, le dijo. Viendo esos labios totalmente besables sonreír, no parece que fuera el idiota que me empujo ayer. Cuando su vista se arrastra hasta donde sigo parada la sonrisa desaparece, siento como si me hubiera encontrado espiándole o algo así, noto un calor subir por mi cuello ¡Dios! ¡Esto es humillante! Solo sigo parada viéndole como una estúpida, ¡Kat! ¡Reacciona! –Señorita Diamod ¿Tiene algo que agregar a la clase?- Dice el señor Garret –No señor- Digo con la voz tan clara como puedo, esto está pasando de negro a oscuro –Entonces, tenga la amabilidad de sentarse- Responde el señalando el puesto junto al mayor idiota de todos los tiempos, escucho ciertas risas a mi alrededor y solo porque puedo me doy el lujo de asesinar con la vista a cada alumno de esta clase, las risas paran abruptamente luego de eso. Camino los pocos metros hasta el asiento, tiro mi bolso al piso, me siento como si esta fuera mi casa y por ultimo enfoco mi mirada hacia al frente, haciendo un gran esfuerzo por impedirles a mis ojos dirigir una mirada en dirección al idiota.

ESTÁS LEYENDO
Imprevisto - Lia Martinez
Fiksi RemajaHay imprevistos que no podemos manejar, esta historia habla de aquello que tratamos de controlar pero nos supera en poder. De aquello que creemos dejar en el pasado pero vuelve, porque todo en esta vida se nos devuelve ¿Karma? No lo se. Léela para a...