Parte 3: Nosotros.

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Decidí no responder aquella noche, me hice un ovillo encima de las seis almohadas de mi cama y esperé a que el celular perdiera toda la carga de la batería, por lo menos sabía que la energía que desprendía nuestra colisión no llenaría la batería de ion Litio.

No dejó de sonar, la risa que tenía como tono personalizado estresó a quienes vivían conmigo, pero más allá de los desbarajustes que causarían en la psique de mis allegados, me preocupaba demasiado que alguna de mis interrogantes fuera respondida.

Nuevamente, dejé que mis recuerdos llenasen los vacíos pasillos de mis cavilaciones, y me dirigí hacia un par de años antes de mi momento actual. Un suspiro suave brotó de mis emociones para hacerse presente a tiempo que su foto salía de mi billetera

— No me mires así — le dije a la imagen estática como esperando que me respondiera.

Su rostro, serio e inexpresivo, me devolvía la mirada desde su fotografía tamaño carnet con fondo azul.

Lastimosamente, yo tenía muy buena memoria respecto a los eventos ocurridos en mi vida, y sobre todo cuando se trataba de mis relaciones amorosas, pero es que ésta era una relación amorosa demasiado difícil de evadir o quitar de la mente de quien quiera que la conociera.

Pensaba en mi vida a los seis, siete, ocho años. Allá cuando poco me interesaban las relaciones amorosas, cuando si alguien me gustaba era porque simplemente sentía una atracción hacia las cosas bonitas. Bien podría haber sido un muchacho guapo que me regalaba una sonrisa o un hermoso coche color rosa perfecto para que una de mis muñecas cupiera en él.

En ese entonces, ya hay personas que interiorizan en las demás y es cuando te das cuenta que las cosas pueden surgir en los momentos menos esperados, en los lugares menos esperados.

En ese entonces, sin que yo lo estuviera esperando, había alguien ya guiando mis pasos y caminando junto a mí. No me malinterpretes, sé que eso normalmente es parte del trabajo de una entidad religiosa o algo así, pero en serio... Tener a alguien que estaba a mi lado todo el tiempo me hizo sentir bien.

Sufrí de acoso escolar y tener un cuerpo fuera de estándar con unas notas siempre sobresalientes era como un boleto seguro para que las personas que se sentían inseguras pudieran molestarme a gusto. Como respuesta, yo no hice nada en mis primeros catorce años de vida, y este personaje estuvo ahí. No estuvo para abusar a los abusadores o darles su merecido, estuvo ahí engalanando mi autoestima, apoyándome cuando más lo necesitaba, sosteniendo mis lágrimas y bebiendo mis demonios para que yo pudiera ser libre de ellos.

El intento de detener mis palabras fue inútil, y ya con las estrellas de compañía el discurso de mis labios salió y fluyó como una cascada: fuerte y con poder.

— No te conocí en una sala de chat, en la escuela o en la universidad. Te conocí porque eras parte del círculo familiar del que pretendía alejarme. Pero las personas que hemos sido hechas la una para la otra nos encontraremos igual, estemos donde estemos. — el hálito de mis lágrimas salía por mi boca en forma de pequeños suspiros y decidí encender la televisión por mi bienestar mental. — Tú y yo nos íbamos a encontrar igual... no importa cuánto hubiera intentado huir de ti. Y lo evité. Por todos los medios lo hice, pero aquí estamos.

— <<...por lo que la celebridad ahora sale de rehabilitación... >>

— Celebridad suertuda, tu adicción sí tiene rehabilitación — con las mejillas infladas, me deshice de mi posición apretujada y me dirigí hacia la ventana. Mire a la luna y ella me devolvió la mirada — No me mires así, de cosas más simples he llorado, y ni me recrimines... que hasta tú tienes una cara que escondes. ¡Y ustedes, estrellas mañosas! ¿Acaso tienen algo que decir? Estáticas, ahí siguen, en lugar de buscar una mejor vida... Yo sólo quiero paz y si es a su lado será mucho mejor. ¡Será que viene?

L-InkedWhere stories live. Discover now