No quería moverme, sentía que perdería el control de mi cuerpo y podría aparecer abrazada de sus rodillas como un niño desesperado de tener atención y amor de quien le importa.
Tragué pesado y llevé una mano al cuello, mi respiración ya estaba exaltada pero no podría demostrar lo ansiosa que estaba de volver a brincar a sus brazos.
Se acercó con un par de pasos, y desconté nuestra cercanía dando un par de pasos hacia atrás, pero me encontré con el duro y frío metal de la puerta de entrada y un golpe sonoro y lleno de eco lo hizo aún más notorio.
Llena de vergüenza, de añoranzas, de emociones bajé la cabeza y me centré en la punta de mis botitas militares para no romper en llanto. ¿Qué me sucedía? Estaba esperando este encuentro desde que él se marchó, pero era quizás el hecho de que se fue de forma tan abrupta que mi ser aún esperaba la despedida y después, quizás el reencuentro.
Levanté la mirada, estaba mucho más cerca de mí, y casi podía sentir el calor que desprendía. Inhalé profundamente con los ojos cerrados, y descubrí que era tal cual lo recordaba, el aroma del shampoo de almendras, su perfume con ese tono fresco de pino y tabaco impregnado, probablemente, en sus labios.
No, no mires sus labios, caerás rendida, no puedes correr a él, no mires sus labios, él es sólo un humano, nada más.
— Hola — ¿No podías quedarte callado? Levanté la mirada, la voz de D me había hecho perder la razón y una expresión lastimera de añoranza llenó mis ojos en conjunto al brillo y destellos que los cargaron.
No necesitaba eso, me estaba torturando intencionalmente al estar cerca de la persona que me había hecho entrar en depresión al partir sin decir adiós.
— Dara, no me odies por irme. Era necesario. He regresado.
— No te odio, no te odio — me mantuve de una pieza y levanté la mirada — lindo atuendo — saludé y pese a no estar al borde del llanto, estaba con la voz algo quebrada.
En su expresión facial, podía ver las constelaciones de estrellas que marcaban una a una las secuencias de sus sonrisas y las estelas de los cometas que habían pasado en sus manos. Exploré las texturas de su piel que no habían cambiado ni un poco y reí suavemente cuando él lo hizo ante mi halago.
Ya con mi aura un poco mejor alineada, decidí sentir nuevamente el rush de tenerlo entre mis brazos, y sin aviso alguno me abalancé hacia él para darle un abrazo/golpe con toda la efusividad de mi espíritu.
Y ahí estaba esa risa.
Su risa, al igual que muchos otros sonidos que él solía emanar, era tan propio y característico que podría haberlo soñado, haberlo escuchado a un kilómetro de distancia, haberlo recordado pasajeramente en una idea sin hilar, pero ahí lo iba a reconocer igual.
Sentí que me rodeaba tan protectoramente, tan suavemente, como si yo estuviera a riesgo de quebrarme físicamente en trozos irreparables, y empecé a reír junto a él. En lugar del llanto, nuestras risas coreografiaron un suave baile rítmico de conexión interestelar que dejaban más emociones que cualquier otra expresión.
Sentía mi dolor en mi propia risa, sentía mi dolor en SU risa, y entonces nos fuimos deteniendo, apagando las expresiones auditivas para pasar a otro tipo de comunicación.
Separamos nuestros cuerpos del abrazo que nos conectaba de una forma tan terrenal, y ya con ese perfecto saludo, nos separamos a un par de centímetros. Estaba con la mirada fija en él, y él hacía lo mismo. Las cosas que pasaban por mi cabeza en ese momento podrían haber sido transmitidas sólo en esa mirada.
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L-Inked
FanfictionLas energías de los universos de encuentran plagadas de historias. Las historias, plagadas de protagonistas, los protagonistas deberán encontrar su tiempo de colisión.