Capítulo 2.

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Por medio del sirviente que había encomendado con la tarea de vigilar a la princesa humana y a su hijo híbrido, la noticia de otra muerte había llegado a sus oídos, sin embargo, al parecer dicha noticia no fue considerada tan apremiante como para haber sido llevada con urgencia al primogénito del general del clan del perro...Izayoi había tenido una muerte temprana.

-¿Inuyasha?- preguntó Sesshoumaru, pero no supo responderle fuera de que, desde la muerte de la mujer, poco más de una semana atrás, su paradero era desconocido. Maldito inútil.

Sesshoumaru aplicó un severo castigo, cercenando con su látigo un brazo del zorro sirviente, recordándole que cualquier noticia relacionada a aquellos del Palacio de la Luna tenía máxima prioridad. El sirviente con temor pidió el perdón del señor del Oeste, pero fue ignorado. Por lo menos su vida había sido perdonada.

Sesshoumaru tenía que pensar.

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