Nota de Autora: Así que, pensaba actualizar la semana pasada, pero tenía un examen de japonés qué presentar, por lo que me dediqué a estudiar. ¡Aquí tienen dos capítulos en uno como compensación! ¡Muchas gracias por su apoyo!
El primogénito del general del Oeste buscó cualquier rastro, por débil que fuera, en una zona considerable por horas, hasta que un aroma, mezcla de humano y shiroinu llegó a su nariz. Siguiéndolo, ya con el sol poniéndose, Sesshoumaru llegó a un valle con flores silvestres, y, en la colina que daba a éste, se encontraba una tumba reciente con una piedra por lápida sobre ésta. Era la tumba de Izayoi.
Inuyasha debía venir seguido a este lugar, pues, además de la gran cantidad de flores frescas sobre la tumba, su aroma se percibía con claridad aquí, a pesar de que el último rastro tenía ya varias horas. Quizás fuera de la mañana. Por lo menos ahora conocía el aroma de su pequeño hermano, y por tanto, el rastro que debía buscar, así que Sesshoumaru se dio a la tarea de seguirlo.
Conforme se alejó de la tumba, el rastro se volvió débil, y al cruzar un arroyo, casi lo perdió, pero Sesshoumaru no se inmutó por ello. Al saber que Inuyasha volvía seguido a visitar la tumba de su madre significaba que el muchacho había encontrado refugio cerca de aquí. Seguramente había estado sobreviviendo estos días gracias a su instinto. Sesshoumaru vagamente se preguntó si, como él, tendría un lado youkai al cual escuchar, pero lo creía poco probable.
Su búsqueda en el bosque se alargó hasta el anochecer, pero finalmente encontró un rastro fresco. Había estado cerca de un árbol de duraznos, probablemente alimentándose o recolectando alimento, así que siguió su rastro esta vez con facilidad...directamente hacia una pila de duraznos tirados por doquier y marcas de pequeñas pisadas y garras que indicaban que había corrido. Sesshoumaru frunció el ceño. También olía a youkai. Había empezado a ser perseguido hacía no mucho tiempo, y a juzgar por el aroma a miedo que aún era perceptible, la persecución había empezado hacía apenas unos minutos.
Sesshoumaru emprendió entonces el vuelo nuevamente, siguiendo el rastro del pequeño hanyou a través del bosque. Estaba cerca. Muy cerca. El aroma de tres youkai más, junto con sus gañidos y rugidos llegaron a Sesshoumaru, quien apretó los dientes al reconocer la cacería. Querían devorarlo.
Para cuando les dio alcance, los vio siguiendo el rastro del pequeño hanyou, quien apenas lograba correr lo suficientemente rápido como para permanecer fuera de la vista de aquellas bestias, poniendo maleza y vegetación de por medio. Afortunadamente estas bestias no tenían un olfato muy fino. El joven señor del Oeste comenzó a descender justo cuando Inuyasha alcanzó un acantilado, y, tras mirar a un lado y otro, descubriéndose acorralado, de pronto pareció brincar al vacío por la desesperación justo cuando aquellos youkai salieron del bosque.
Mientras un demonio, con un solo ojo por cabeza, estiraba su cuello para buscar con la vista al pequeño, los dos que se encontraban atrás vieron aterrizar al joven shiroinu... pero no alcanzaron siquiera a dar la alarma antes que los tres fueran despedazados por el poderoso látigo de veneno corrosivo de Sesshoumaru.
Siguiendo su olfato, el joven se acercó a la orilla con cierta rigidez en su andar y miró hacia abajo, esperando encontrar muerto, o, por lo menos muy herido al pequeño, pero al fondo del acantilado no había nada. Confundido, Sesshoumaru formó una nube de youki bajo sus pies y se elevó ligeramente antes de comenzar el descenso por el acantilado, pero apenas un metro más debajo de la saliente, vio una pequeña forma vestida de rojo, el traje hecho con pelo de rata de fuego. Había pertenecido a su padre. El cabello plateado y los ojos dorados, símbolo de su familia, estaban presentes en el cachorro, y arriba, en su cabeza, había dos triangulitos blancos que estaban echados a los lados en señal de temor, pero su expresión era valiente y pretendía ser amenazante, a pesar del revelador aroma a miedo que emanaba de él. Lo vio levantar sus garritas y exponer sus pequeños colmillos de leche mientras gruñía como el cachorro que era, y, de pronto, para su gran sorpresa, brincó hacia él, en un intento por atacarlo para defenderse.
Naturalmente Sesshoumaru lo atrapó en el aire por las muñecas y lo levantó a pesar de los desesperados forcejeos del pequeño por soltarse. -Inuyasha.- llamó, y esas orejitas pequeñas se orientaron al frente a la vez que una expresión de sorpresa aparecía en sus facciones, pero por fin se quedó quieto. –He venido por ti, ya que a partir de hoy vivirás conmigo. Soy tu hermano mayor. Mi nombre es Sesshoumaru.- le dijo mientras lo sentaba en su brazo izquierdo para sostenerlo mejor.
Vio al pequeño abrir la boca en señal de sorpresa mientras lo miraba más detenidamente, aparentemente notando las similitudes físicas entre ellos, y después, con la falta de vergüenza característica de cualquier cachorro, se inclinó hacia el frente tímidamente, sus orejitas descendiendo levemente hacia los lados en señal de sumisión mientras acercaba su rostro para olfatearlo en confirmación, descubriendo rápidamente la similitud entre sus aromas -¿Mi...mi hermano..?- preguntó con cautela y esperanza. Era demasiado expresivo.
Sesshoumaru asintió una vez, y ese simple gesto hizo que un mar de emociones se reflejaran en el rostro del pequeño: sorpresa, emoción, alivio, tristeza, desesperación... ¡lo había encontrado! ¡Finalmente lo había encontrado! ¡La familia de la que su difunta madre le había hablado! ...y de pronto, mientras sus ojitos se llenaban de lágrimas y sus orejitas descendían por completo, el pequeño lo abrazó por el cuello y se aferró fuertemente a él mientras rompía a llorar contra su cuello.
Confiaba demasiado. Podría haberle estado mintiendo. Podría querer asesinarlo en realidad, y aún así este joven cachorrito lo aferraba desesperadamente y, en brazos de un perfecto extraño que le aseguraba ser su hermano, se desahogaba del miedo y dolor que había vivido en las últimas semanas. Confiaba demasiado, pero eso sólo era natural para un cachorro de su edad.
El joven señor del Oeste le permitió continuar con aquel desahogo que tanto necesitaba, posando con cierta duda y extrañeza su mano derecha sobre la espalda de su hermanito. Su hermanito...
Pasados unos minutos, cuando el intenso llanto del menor se había reducido a meros sollozos, Sesshoumaru se movió, elevándose nuevamente y emprendiendo el camino de regreso al palacio en tierra, con Inuyasha aún aferrándolo fuertemente. -Te...te estaba buscando...Madre...ella dijo que...vivías en las tierras del Oeste...y que debía buscarte...- murmuró contra su cuello, interrumpido constantemente por sus propios sollozos. Sin embargo, Sesshoumaru no respondió. No porque le pareciera molesto o porque no le importara...sino porque genuinamente no tenía idea de qué decirle o cómo expresarse con él.
El cachorro levantó tímidamente la vista hacia él, mirándolo ver impasible hacia el frente....quizás para volar necesitaba concentrarse...así que, decidiendo no interrumpir, y reconfortado por el primer contacto gentil que había tenido desde la muerte de su madre, Inuyasha se recargó contra su hombro, aún aferrando el haori del mayor, y, lentamente, comenzó a quedarse dormido, exhausto no sólo por este día, sino por todos los anteriores en los que no había podido tener una sola noche de descanso adecuado.
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El comienzo.
FanfictionInuyasha y Sesshoumaru se han conocido por mucho tiempo. ¿Pero cómo se conocieron? ¿Cuánto llegaron a conocerse y por cuánto tiempo tuvieron la oportunidad de hacerlo?