Capítulo 8

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El día siguiente vino con una realización del joven señor del Oeste: básicamente no sabía nada de los hanyou. Claro, como a todos, al crecer le había sido enseñado sobre los híbridos nacidos de youkai y humanos, mencionando la poca uniformidad que acompañan la mezcla, tanto en apariencia como en los poderes que heredaban, y siendo una de las pocas características que aplicaban para todos, el hecho de que su sangre youkai desaparecía por completo una vez al mes. En resumen, eso era todo lo que sabía.

Ojos dorados se dirigieron al pequeño y cálido cuerpo que seguía muy pegado a su costado, aún aferrando su yukata. Bueno, de él sabía que tenía sentidos similares a los propios, así como que podía comer alimento youkai...aunque no lo disfrutara mucho... ¿Y qué más?

La falta de información sobre este pequeño híbrido lo hizo fruncir el ceño ligeramente. ¿Qué habilidades había heredado? ¿Podía controlar su youki? ¿Tenía un lado youkai al qué escuchar? ¿Y uno humano? Naturalmente, esas preguntas lo hicieron hacerse una todavía más importante... ¿Podía él criar adecuadamente al cachorro hanyou? Desafortunadamente eso tendría influencia sobre lo que otros señores de tierras y líderes de clanes pensaran sobre él como regente del Oeste, y por tanto las acciones que pudiesen tomar al respecto... sería igual de malo que hubiera dejado a Inuyasha morir de hambre o devorado, que si demostrara ser incapaz de criar a su hermano menor, hanyou o no. Sesshoumaru aún se enfrentaba al estigma de ser un señor de tierras demasiado joven. Si mostraba ser incapaz de criar correctamente a Inuyasha, sería como probar que él mismo seguía siendo un cachorro poco preparado para la responsabilidad que representaba guiar las Tierras del Oeste.

El joven shiroinu apretó ligeramente los dientes. Debía investigar mucho más sobre los hanyou, y los archivos de Palacio eran un excelente lugar para comenzar.

Con esa nueva meta en mente, el joven señor del Oeste se sentó para liberar su ropa de esas pequeñas manitas con garras, las cuales se tensaron y ofrecieron sorprendente resistencia en cuanto intentó separarlas de sí. Naturalmente, esto despertó con facilidad a Inuyasha, quien llevaba varios días dependiendo de sus instintos para sobrevivir.

Inuyasha se despertó con un sobresalto, incorporándose de inmediato con sus garritas preparadas mientras alterados ojos dorados miraban en derredor, poco a poco recordando lo que había sucedido la noche anterior y comprendiendo que no había sido un sueño... ahora genuinamente se encontraba en un lugar seguro y al cuidado de su hermano mayor... Parpadeó un par de veces -¿Nii...nii...?- llamó, casi queriendo asegurarse de que sus memorias no eran erradas.

Sesshoumaru lo había mirado con ojos muy abiertos por un momento antes de retomar una expresión solemne aunque con un dejo de irritación reflejado en su forma de fruncir el ceño –No uses un término tan poco formal. Eres un príncipe del Clan de la Luna. Compórtate a la altura.- le dijo con frialdad, levantándose, calzándose y, tras pasarse las garras por su largo cabello lacio, acomodándolo sin esfuerzo en dos movimientos, el joven salió de la habitación sin preocuparse en cambiar su vestimenta. Después de todo, todavía faltaban unas horas para el amanecer y ese día no esperaba visita alguna.

El pequeño peliplateado había bajado la mirada y sus orejitas ante el regaño, asintiendo una sola vez, y para cuando levantó de nuevo la vista, se percató que el mayor ya estaba calzado y arreglando su cabello, por lo que hizo lo posible por apresurarse para seguirlo, pero desafortunadamente se demoró buscando sus propias sandalias, olvidando por completo que la noche anterior las había pateado para correr más rápido a la habitación de su hermano mayor, y en cuanto lo vio salir de la habitación, decidió que no importaba, así que simplemente se levantó y corrió sólo en calcetines tras él para alcanzarlo...sólo para tropezarse con las sandalias que habían sido dejadas afuera y a un costado de la puerta. El pequeño emitió un descontento y suave gemido por el impacto contra el duro suelo, aunque pronto levantó la vista para buscar al mayor, quien, a pesar de las bolas de fuego flotante aquí y allá, casi daba la apariencia de tener su propio resplandor sobrenatural con su largo cabello de plata y su yukata de noche, color de nieve –Nii-n-.....Nii-san...- llamó, con la esperanza de ser esperado si lo llamaba de una forma diferente. Era muy pequeño para comprender cuáles eran las maneras formales de dirigirse a un hermano mayor.

Sesshoumaru se detuvo y miró sobre su hombro al oír ese esfuerzo por respetar lo que acababa de decirle. Inuyasha no se había levantado pero lo miraba fijamente, evidentemente listo para levantarse y seguirlo si le daba la oportunidad. –Vuelve a la cama, Inuyasha. Tengo cosas qué hacer.- fue lo único que le dijo antes de volver la vista al frente y retomar su andar.

El pequeño hanyou se levantó y dio dos pasos en su dirección, sintiendo ansiedad y miedo de quedarse solo en este lugar desconocido lleno de sombras y aroma a youkai... pero todavía se mostraba complaciente con el miembro mayor de la pequeña jauría, pues no quería volver a quedarse solo, así que apretó los labios, esforzándose por obedecer la indicación y volviéndose para entrar de nuevo, pero con una manita apoyada en el fino marco de madera de la puerta corrediza, Inuyasha miró de nuevo al oscuro pasillo. Al fondo aún alcanzaba a divisarse la silueta de su hermano mayor. –¡N-no te tardes mucho!- se animó a llamar. Creyó verlo detenerse un momento, pero no estuvo seguro, pues pronto la silueta había desaparecido sin una respuesta... lo había oído...¿cierto..?

Inuyasha miró alrededor y afinó sus sentidos al hacerlo, hábito adquirido en los últimos días para comprobar si había o no peligro. Todo parecía en orden. Agachándose ligeramente, tomó las sandalias y entró a la habitación de su hermano, reconfortado porque su aroma se percibía más fuerte aquí que afuera. El pequeño cerró firmemente la puerta, buscando con la mirada qué debía usar para trabarla, pero no había nada, así que con cierta renuencia volvió al amplio y mullido futón de Sesshoumaru, gateando sobre éste para volver a meterse en las cobijas. Miró una última vez hacia la puerta y acurrucándose contra la almohada del mayor, el pequeño aspiró su aroma y se cubrió hasta la cabeza con las suaves y finas cobijas a pesar de ser verano. No mucho después, el pequeño había logrado conciliar el sueño, aunque este era ligero para mantenerlo alerta.

Vaya, una noche y ese cachorro se sentía con la audacia de decirle qué hacer. Sesshoumaru no sabía si sentirse admirado por su valor o irritado por aquella petición. Nadie le decía qué hacer y tardaría lo que debiera tardar.

Su mentalidad juvenil, también reflejo de su crianza como el orgulloso hijo único de la nobleza del Oeste, se vio totalmente olvidada en cuanto su búsqueda fue tornándose infructuosa. Sesshoumaru había escogido una cantidad importante de pergaminos de diferentes secciones, confiando en su velocidad de lectura, creyendo que contendrían al menos fragmentos de información sobre hanyou...pero debieron pasar casi cuatro horas antes de que el jovencito se topara con la primera mención de los híbridos de humano y youkai... la desafortunada cría había muerto poco después de nacer...

Sesshoumaru se permitió reaccionar libremente, pues nadie lo observaba dentro de su estudio, así que terminó por cubrir sus ojos con una mano la cual terminó por deslizar hacia arriba, pasando por su fleco níveo en señal de frustración. Una sola mención... El joven señor del Oeste miró hacia la ventana...el sol ya había salido, así que consideró si debería o no salir para desayunar, considerando que no necesitaba comer diariamente, o si sería mejor simplemente enfocarse en su investigación... pero entonces, una sola pregunta vino a su mente: ¿y el niño?...

Sin saberlo, Sesshoumaru comenzaría a entender la responsabilidad de criar y proteger a alguien más joven que sí mismo, y el haber tomado en consideración al pequeñito justo ahora había sido la primera señal de ello.

Sesshoumaruse levantó y se dirigió a la puerta, abriendo y notando que un par desirvientes que pasaban se inclinaban ante él. -Preparen el desayuno.- Fue suúnica instrucción. Los dos youkai de rostro canino se inclinaron profundamente,murmurando un "Como ordene, Sesshoumaru-sama." Antes de retirarse apresuradamentepara notificar a la cocina. Afortunadamente, la comida youkai no demoraba muchoen estar lista.

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2019 ⏰

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