Capítulo 5: Lista

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Siempre me emociona la parte de Daniel, it's so cute. Recuerden que es el Daniel entre Hasta un Beso y Hasta que llegó Amberly, en esos meses que no se narran.

Espero que les esté gustando hasta ahora y voten en la estrellita. Gracias por leer.


4 de diciembre.

Prueba: Si son de ver para creer o sólo quieren pasar un momento gracioso mientras se empapan del espíritu navideño, es indispensable ir con algún tipo vestido de Santa Claus. Tal vez se rían de ti si eres mayor, pero te juro que pasarás un momento genial si te sabes reír de ti mismo.

Sucede algo extraño y loco en nuestra mente luego de percibir un cambio drástico. Es como si nuestros ojos percibieran el mundo más nítido y con colores vivos; semejante a desbloquear una nueva función en nuestro sistema.

El año anterior el cementerio se me antojaba gris, sombrío, aburrido, melancólico. A día de hoy pienso que es algo bonito, el único lugar donde me puedo conectar realmente con mi madre. Aquí se encuentra el consuelo, es "algo" a qué aferrarme para no sentirme tan perdida. Aunque haya lágrimas y lamentos por doquier, es lindo.

Dejo una margarita sobre la tumba que lleva su nombre. Las lágrimas ya no nublan mi vista cuando lo hago, sólo me embargo en la melancolía. La pequeña foto a un costado de la fecha de su muerte reclama mi atención. Ella era hermosa. Su cabello castaño le colgaba por los hombros y tenía unos ojos tan grandes como los de Jacob.

—¿Qué harías en mi lugar, madre? —susurro al aire tras acariciar la tumba.

No puedo imaginarla. Olvidé su voz y cómo se sentía su toque sobre mí. Lo único que recuerdo es su alegría desaforada, con eso me basta, ojalá nunca llegue a olvidarla.

—¿De visita? —musita una armoniosa voz a mis espaldas.

Volteo encontrándome un par de ojos cafés y un cabello rosa tan desteñido que llega al rubio. Una sonrisa surge de mi rostro, hacía tiempo que no lo veía. Lo extrañaba.

—¿Puedo preguntarte lo mismo, Daniel?

Daniel Lisboa es de esos amigos lejanos, pero incondicionales. Lo conocí en un viaje, algo en él me llamó la atención y me incitó a hablarle. En esas vacaciones nos unimos mucho, descubrí que Dani no es como el resto de los chicos de ahora, él tiene esa ternura e inocencia que los demás carecen. La primera vez que lo escuché hablar sobre su novia me maravillé, me habló de ella de una forma tan real que supe que no debía perder el contacto con una persona así.

Vive en otra ciudad por lo que no nos vemos con mucha frecuencia, además, está ocupado la mayor parte del tiempo siendo una estrella. Creo que esa es una de las razones por la que yo no deseo el mismo destino de la fama; el tiempo.

—Sí, quería pasar a arreglar las flores de la tumba de mi hermana —suspira denotando una tristeza ostensible—. ¿Quieres ir a tomar un café? Te invito.

Otro amante del café. Todavía recuerdo cuando por las noches subíamos a la azotea del edificio de departamentos en los que nos alojábamos y charlábamos con una buena taza de café en manos. Luego de aquel verano ambos sufrimos grandes pérdidas, no lo hubiéramos imaginado en ninguna de nuestras teorías desveladoras.

—Claro, me encantaría —accedo dando un salto de alegría y aplaudiendo por la emoción.

—¿No te cansas de eso? —pregunta guiándome a la salida del cementerio. Últimamente siento que sus sonrisas son más esporádicas que antes, como si todo el tiempo estuviera cargando con algo que lo obligara a tener el rostro serio.

25 DÍAS PARA UNA NAVIDAD PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora