Segunda bala: La secretaria

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-Entonces… ¿Estudiaste en Harvard?

Yo asentí.

-¿Y tienes veinticuatro años?

Asentí de nuevo. Mierda esto no estaba funcionando. Lansky me observaba atento con una sonrisa en los labios. Para empezar no sabía por qué demonios me estaba haciendo la entrevista él mismo. ¿No debería hacerlo algún responsable de personal de la empresa o algo así? Me tocaba el brazo nerviosa donde la bala de su guardaespaldas me rozó hace unos días. El Presidente me iba a oír. Había gente especializada en infiltración y espionaje en la Fundación, debía haber mandado a alguno de ellos. A mí no se me daba nada bien esto. Además mi perfil falso era absurdo, por mucho maquillaje que me pusiese era imposible que aparentase veinticuatro, yo difícilmente aparentaba mi edad real, la gente solía tomarme por una niña. Él se quedé un rato pensativo observando mi supuesto currículum.

-Has trabajado como contable en un par de bancos ¿No? Nada mal…

Siguió leyendo el currículum ignorándome.

-¿Y por qué quieres trabajar aquí?- me preguntó de pronto clavándome sus ojos verdes.

-Oh… bueno su empresa tiene una gran reputación…

Él asintió. Joder, lo estaba haciendo fatal. En serio ¿Por qué me han encargado esto a mí?

-Bueno la verdad es que necesito una secretaria.

¿Secretaria? ¿No se suponía que estaba pidiendo un puesto para contabilidad? Le miré confusa y él se echó a reír. Tenía una risa preciosa.

-Necesito a alguien que me cuide a tiempo completo.

Me ruboricé un poco ¿pero qué demonios me estaba pidiendo? Esto ya no tenía nada que ver con el supuesto trabajo que yo había ido a pedir.

-Creo que no le entiendo señor Lansky…- conseguí decir. Tenía que centrarme. Era una profesional.

-Quiero contratarte como mi secretaria personal.

-¿Quiere que me ocupe de sus llamadas y esas cosas?

De verdad que no entendía nada. Ya tenía a un buen grupo de chicas con tacones haciendo ese trabajo.

-No exactamente.

Me puso una sonrisa traviesa que me inquietó bastante.

-¿Cuántos años tienes en realidad?

Me ruboricé y eché mano a la cadera donde solía llevar la pistola. Seré idiota, la había dejado en casa. No podría pasar por los controles de seguridad de la empresa con un arma. Intenté disimular pero Lansky se había fijado en mi reacción y me observaba aún más divertido.

-Pareces una señorita interesante, contratada.

Yo me quedé de piedra. ¿Sabía que le estaba mintiendo y aun así me contrata? ¿Y qué demonios era eso de su secretaria personal?

-Señor Lansky…

-Marco- me cortó él- Vas a pasar mucho tiempo conmigo a partir de ahora, llámame por mi nombre.

-Claro…eh… Marco, ¿En qué se supone que consiste mi trabajo como secretaria?

- Sólo estate pendiente del móvil por si te llamo. Por ahora puedes irte a casa.

Después de eso llamó a la chica que me había acompañado hasta su despachó y la hizo acompañarme esta vez a la salida. ¿De qué mierda iba todo esto? ¿La había cagado o no? No tenía ni idea de lo que acababa de pasar. Justo cuando salí recibí un mensaje de un número desconocido. “El Starbucks frente a ti” Alcé la vista y me dirigí a la cafetería que me habían indicado. Entré, pedí un café y me quedé mirando a todo el mundo hasta que localicé a quien me había escrito.

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