Episodio 61

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E10: T4

Este capítulo no está revisado ni bajo edición, por lo que podría añadírsele contenido adicional en el futuro.

Todo está conectado
¿Cómo está conectado?

"Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame."
-Oscar Wilde.

Derian.

En el momento que tuve esa visión, todo fue claro para mí. Mi lengua comenzó a arderme. El hombre frente a mi tenía un corazón en el centro de su mano, que brillaba como si desbordara fuego desde adentro.

Vi a un bebé bañado en sangre. Gritando con miedo. Luego un niño que corría hacia mi y una mano desconocida le daba a comer algo que al parecer le incomodaba al pequeño.

Vi un auto explotar en mil pedazos. Y aquel niño que tenía la boca manchada de sangre, ahora lloraba fuertemente por sus padres.

«Eres tú... Su hijo...»

«Déjame entrar, hijo...»

Mientras aquellas visiones se apoderaban de mi, no supe qué hacía o qué me estaba pasando. Mi única concentración era eso que tenía enfrente.

Y pude ver mientras crecía un espectro detrás de mí. Su apariencia era obscura. Era muy negra como tela fina. Aquella cosa hablaba a mi oído.

Ahora que podía verlo, pude entender todas esas voces que me atormentaban siempre. Sus ojos eran como los de un felino enojado, brillaban en un amarillo fluorescente.

¿Por qué esa voz me seguía? ¿Qué era esa cosa que lentamente crecía?

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«Cuando sea el momento, voy a devorarme tu cuerpo por completo. Y serás mío.»

Todas las noches. Siempre oía esa voz. Desde que soy un niño.

«¿está claro, Derian?»

¿Cómo detendría aquella voz que me decía estas cosas?

Siempre que esta voz sucumbía en mis adentros, sentía la necesidad de huir. Me daba miedo. Le creía a esa voz que me decía que yo era suyo. Y que pronto cumpliría su palabra.

Mantuve oculto el hecho de que me dolía la cabeza. El cuerpo me arropaba en un calor inconmensurable.

«Nadie puede intervenir en mi propósito para ti»

«Eres mío y finalmente lo conseguí»

Aquella cosa que vivía en mi cabeza siempre hablaba con voz de victoria. Estaba tan seguro de que me tenía a sus pies, que me sentía acabado. Que no podía hacer nada para recibir ayuda.

Me creía todo lo que me decía. Hasta que comenzó a actuar con voz de mando.

Sembró en mi un deseo sexual imparable. Me tenía atado, de pies y manos. Absorbía de mis entrañas y se alimentaba. Tenía un rostro muy parecido a un gato, pero desfigurado. Sus ojos le brillaban de amarillo y su lengua era como la de una serpiente.

DERIAN © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora