Capítulo 4

834 46 18
                                    

Dulce

Acabo de terminar de pintar un cuadro más para mi colección en la galería que comparto con mi mejor amiga, Annie. Desde pequeña siempre me ha gustado pintar para expresar mis emociones. Mi sueño y el de Annie, desde que nos conocimos en la Universidad, fue el de crear una galería juntas. Nos costó mucho trabajo lograrlo, pero pudimos hacerlo y, hoy, es una de las mejores galerías del país. 

El cuadro que acabo de pintar refleja toda la tristeza que siente mi corazón en estos momentos. Expresa confusión, dolor y soledad. Cada día que pasa siento que me agobio un poco más. Tengo tantas dudas en mi mente, que realmente quisiera ya no poder pensar. Quisiera poder olvidarme por un rato de todo lo que siento. Así que voy al mini bar de mi esposo y busco una de sus mejores botellas de vino.

Subo con ella hasta mi recámara y me tomo varias copas mientras veo algunas fotos de Chris y yo. No me gusta el alcohol, la verdad es que estoy poco acostumbrada a tomar, pero debo decir que en estos momentos me siento tan bien haciéndolo. Luego de la quinta copa, escucho cómo suena el timbre de nuestra casa. No sé quién pueda ser, pues ya es un poco tarde para visitas. Al levantarme de mi cama para abrir la puerta, no puedo evitar sentirme un poco mareada. A pesar de que no tomé demasiado, se me han subido un poco a la cabeza las copas porque nunca suelo tomar más de dos.

Al abrir, me encuentro con Sebastián, el mejor amigo de mi esposo. Sebas es un hombre atractivo. Sus perfectos rasgos y sus hermosos ojos verdes son capaces de cautivar a cualquier mujer. Tiene un aura intrigante y pasional. Sé que es un hombre decidido y que no se detiene ante nada ni nadie para lograr sus cometidos. Le tengo mucho aprecio, pero a veces me preocupa un poco el hecho de saber que no se tienta el corazón para lograr lo que quiere. Pero conmigo es diferente. Y a pesar de su dura apariencia, creo que es un gran hombre.

- Sebastián, ¿qué haces aquí? - pregunto mientras él me regala una de sus arrebatadoras sonrisas y me entrega un ramo de rosas, el cual, por supuesto, agradecí.

- Buenas noches Dul. Pasaba por aquí y decidí venir a verte. Sé que te sientes muy sola cuando no está Chris y quise hacerte un poco de compañía. ¿Puedo pasar?

La verdad es que no sabía si dejarlo pasar o pedirle que se fuera. No me sentía bien del todo y quería seguir tomando en la soledad de mi cuarto, pero aún así, me hice a un lado y permití que entrara.

- ¿Quieres algo de tomar? - pregunté mientras cerraba la puerta y me dirigía al mini bar de Chris.

- Hay muchas cosas que me gustaría tomar hoy, pero por ahora estaría bien un whisky. - dijo con voz ronca por el ¿deseo?

No. Debo estar imaginándome cosas. Quizás y las copas se me subieron más de lo que pensaba y ahora estoy imaginando cosas que no debería. -

- Ten - digo mientras le entrego su vaso de whiskey.

-  Gracias, pero no me gusta tomar solo. ¿Por qué no me acompañas con una copa? - dice mientras se acerca y me extiende una copa de champagne.

- No lo sé Sebastián. Creo que hoy he tomado más de lo que debería. -

- ¡Oh, vamos Dul, es solo una copa! No te hará daño. -

Un poco insegura acepto y la tomo. Finalmente, hace unos minutos era lo que quería. Pero no pude evitar tener un poco de dudas al aceptarla porque no me gusta tomar demás estando acompañada. Pero ¿de qué podría preocuparme? Es Sebastián quien está conmigo. Él siempre me ha cuidado cuando Chris está de viaje, así que, no debería preocuparme por tomarme una copa más con él, ¿o sí?

Sebastián

No podía ser mejor mi suerte. Dulce está un poco pasada de copas. No está borracha, pero está lo suficientemente tomada como para que esté mucho más desenhibida. Quisiera que nuestra primera vez fuera de otra forma, pero sé que será mucho más fácil lograr mi cometido si está tomada. ¡Ay Dulce, hoy vas a ser para mí!

Un Amor Imperfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora