Se siente correcto

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Capítulo 8: Se siente correcto. 

_ Bueno mira si yo me estuviese por mudar y realmente tuviera que elegir el departamento... -

_ Continua. – dijo Lexa mientras le abría la puerta del automóvil. –

_ Me quedaría con el tercero que vimos. – termino la oración cuando la castaña se subió del lado del conductor. - ¿Me dejas conducir tu auto? –

_ Quizá, algún día. –

_ Mi padre nunca me dejo conducir su Mercedes. –

_ ¿Y por qué no has elegido un Mercedes? –

_ Es que el BMW iba más conmigo. – dijo sonriendo. – aparte, es descapotable. –

_ Venga, en algún momento te dejaré, ahora dime ¿Por qué elegirías el tercer departamento que vimos? –

_ Por varias razones. – le dijo y miro por la ventanilla. –

_ ¿Y esas serian...? – la castaña desvió la mirada de la ruta para mirar a Clarke quien continuaba mirando hacia el exterior. - ¿Clarke? –

_ ¿Me das un beso? – preguntó la rubia ganándose la atención de Lexa. – si me das un beso te digo lo que...

Antes de que Clarke pudiera terminar la frase los labios de Lexa estaban sobre los suyos, haciendo que la rubia sonriera con aquel simple gesto.

_ ¡Oye! Eso ha sido corto. – se quejó la rubia. –

_ Estoy manejando Clarke. – le dijo con media sonrisa en el rostro. –

_ El departamento es amplio. – dijo la rubia luego de unos minutos en silencio. – está en el último piso, solo tienes un vecino, tiene un balcón enorme y una terraza increíble. –

_ ¿No crees que es demasiado para una sola persona? –

_ Podrías adoptar un perrito ¿no? –

_ No. – dijo negando con el rostro haciendo que Clarke la mirara con el ceño fruncido. – no me malinterpretes, me encantan los perros y los gatos, pero no tengo tiempo de cuidar uno. –

_ Yo podría cuidarlo. –

_ Clarke... -

_ Oye, ya... lo sé. Es tu casa no la mía. –

_ No iba a decir eso. – dijo con una sonrisa en el rostro. – iba a decirte que trabajas las mismas horas que yo ¿Cómo podrías cuidarlo?

_ Bueno, podría trabajar unas horas menos que tú. – Lexa la miro sin entender. – las ventajas de ser la hija del jefe. – le dijo con una sonrisa, sonrisa que se le borro automáticamente cuando vio como el cuerpo de la castaña se sacudió en un escalofrió. - ¿Qué tienes? –

_ No me recuerdes que eres la hija del jefe ¿sí? –

_ Ya... lo siento. –

_ Descuida. – Lexa le sonrió y para sorpresa de la rubia le tomo la mano. –

Todo el camino de vuelta fueron así, tomadas de la mano y las mariposas en el estómago de Clarke revoloteaban con fuerzas, tantas que le lograban hacer cosquillas hasta hacerla sonreír de manera bobalicona.

Por su parte Lexa sentía algo extraño y contradictorio, nunca pensó sentirse tan cómoda junto a Clarke, en realidad, nunca pensó sentirse cómoda al lado de una mujer. Clarke la hacía sentir diferente, le hacía sentir un calor inexplicable en el centro de su pecho, algo completamente hermoso, algo que realmente nunca había sentido, Clarke era especial y la hacía sentir especial.

La hija de mi Jefe. (Historia Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora